sábado, 11 de diciembre de 2010

de retOrnO


De retorno..

Daniel odia Miraflores, ese distrito limeño de extremos, el que matiza casonas republicanas mutando a altos edificios, donde el cemento se intercala con el verde, donde la infancia juguetona se combina con la adultez cana y atrevida, creo que es el distrito más rosa de Lima, rosa de tonos grises por su clima humedecido por esas neblinas casuales que ascienden del mar cercano. Lo odia. Odia a la gente sonriente conduciendo autos de lo más modernos, apurados, buscando donde parquear, y nunca encontrando espacio, odia a los jóvenes tablistas paseando en sandalias, luciendo su cabellera dorada y cargando sus tablas en la espalda, odia a los tristes agentes impacientes por satisfacer a los anteriores, a aquellos en uniforme, a los vendedores de todo y que no venden nada, a aquellos que tras ocultarse el sol enrumban a sus casas lejanas con la promesa de retornar al día siguiente y repetir la rutina.

Lo odia por que sus calles fueron cómplices y testigos de sus más serias andanzas, fue en uno de sus bares en donde conoció a Humberto, de quien se enamoró perdidamente, con quien compartió el departamentito reducido en una callecita con nombre de flores, cercano a una embajada en el mismo distrito, porque sus calles permitieron los exagerados afectos prodigados públicamente, porque en sus calles se encuentran los bares y discotecas que acogen a gente como ellos, porque en sus calles se terminó todo, y por eso Daniel Odia Miraflores.

Hoy Daniel retornó de Venezuela, trabaja allá desde hace más tres años, en realidad desde que Humberto se convirtió en pasado, porque solo así se atrevió a aceptar esa oferta de trabajo que lo tiene muy cómodo por esos lares, aunque no totalmente feliz.

Nuevamente ese distrito lo acogería, su socio, que permanecería en Caracas, tiene un departamento frente a la playa, en un decimo piso, y le ofreció refugio, así que Daniel aceptó agradecido, el vuelo no tuvo inconvenientes, ya en Lima dejó la aduana rápidamente, el equipaje era el mínimo, así que llegó pronto al sala de espera, en donde Humberto sobresalía de entre el resto, esa piel bronceada, su talla deportista, 1,80 y mas, sus rulos acomodados torpemente, esos labios, esas manos… los latidos de Daniel eran escuchados por quienes lo rodeaban, su rostro se ensombreció y se acercó lentamente a su amigo?, el abrazo fue sincero, y algo doloroso, no se sorprendió del cómo de la coincidencia, el facebook daba detalles del viaje, y más de un amigo común había amenazado con hacer alguna transgresión durante esa visita a Lima. Caminaron hablando poco rumbo al parqueo, el escarabajo rojo y envejecido de Humberto contrastaba con los demás autos, Daniel pagó la cochera y le indicó que se alojaría en el depa de Esteban, en Miraflores, Humberto sabía dónde era, Estaban era un amigo común a ambos.

La ruta cerca al mar permitía distraer la vista en los tablistas y lo verde que se asomaba de cuanto en cuanto, llegaron pronto al edificio, el auto ingresó a la cochera con el acceso de Daniel, ambos entraron al ascensor, y viajaron juntos a ese piso elevado que los refugiaría. Durante el asenso, Humberto se atrevió a decirle a Daniel que lo extrañaba, se acercó a su lado, y por más que la conciencia le gritaba a Daniel que se alejase, no puedo evitar estrellarse a su amigo, a su ex, y sentirlo latiendo como siempre, como antes, como extrañaba.

Las cosas una vez en el depa fueron intensas, la ropa voló, los cuerpos se reencontraron, las manos de Humberto recorrieron delicadamente el cuerpo de Daniel, eran tiernamente ásperas, descendieron desde su pecho hasta internarse en la entrepierna generosa, erecta y humedecida, Daniel empezó por la espalda y bajó rápidamente a las generosas y endurecidas nalgas de Humberto, se mantenía iguales, parece que conservaba la costumbre ciclista de siempre, Daniel giró ágilmente a Humberto y se enfrentó a sus nalgas, humedeció sus manos con saliva y hurgó entre los pliegues de Humberto , colocó su pene en el ingreso y arremetió, el viaje fue violento, tras un leve juego de entradas y salidas, notó el gemido sordo de Humberto y su eyaculación proyectándose en la alfombra de la sala, Daniel terminó en ese mismo instante, fue un primer encuentro breve, pero suficiente, no hablaron, se tumbaron en un sofá, no hubo besos, ni frases cómplices, solo una sonrisa sutil proyectada en ambos rostros, tras el reparo, la batalla se reinició, esta vez extensa, juguetona, se redescubrieron, se reencontraron, la cama fue el escenario, y la ducha, y la cocina, y la sala nuevamente, la noche fue corta, no hubo espacio para cerrar los ojos.

Daniel observa a Humberto dormir a su lado, como antaño, se lamenta de tenerlo ahí, pero se siente feliz de sentirlo, se pone de pie, sale al balcón, desnudo, erecto, observa el mar, observa la pista llena de luces rojas que se alejan y algunas blancas que pretenden cegarlo, y solo atina repetirse una y otra vez, en su mente y hasta en voz tenue.. que odia y odia….Miraflores… lo odia cuando no está Humberto, cuando no duerme a su lado.


5 comentarios:

  1. Hola por aqui pasando a conocer lo que escribes, muy interesante, espero poder seguir leyendote.

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  2. cheere... espero recuperar la inspiracion.. antes me la pasaba mas fluido.. algo haremos para remediarlo.. un abrazo
    saludos
    CarlosD

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  3. Muy interesante, ya pasaron 6 años jaja y yo recien lo he leido :)

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  4. Muy interesante, ya pasaron 6 años y recien lo he leido :)

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    1. el tiempo se hace nada... o lo es todo.. jaja en fin.. espero q sigas leyendo !

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