martes, 28 de septiembre de 2010

ERICK!


Erick!

Erick había conseguido lo que quería, se hallaba en la cama de Carlos, a quien había conocido hace unos años de una manera poco agradable, es más ese primer contacto fue malo, Carlos lo odió, no daré detalles, pero las cosas no se dieron bien en ese primer momento, ahora se hallaba recostado en su cama, tratando de seducirlo. Carlos externamente reacio a la idea, jugaba mentalmente con poseerlo.

Erick es un chico especial, realmente posee la capacidad de envolver a la gente con su dialogo, delgado y pequeño, menudo y delicado, de piel muy blanca, de nariz prominente, de formas alargadas y huesudas, de pelo negro y alterado, de ojos grandes y oscuros, de pestañas gruesas, de aretes en cejas y labios, de ropa coqueta algo atrevida y de una conversación interminable.

Erick bordeaba los 20, Carlos ya grande, de unos 46, bien llevados, interesante, culto y de buena conversación, de apariencia atractiva, alto, delgado y con formas, de pelo corto y algo cano a los costados, la barba crecida, pero no por descuido, sino por cuestiones de look, vestía de manera informal, pero laboralmente se obligaba al traje y corbata, olía siempre bien, o madera, o flores, en razón a la estación, era funcionario de una empresa grande y exitosa, tenía un roce interesante, conoció a Erick por una casualidad, el contacto fue siempre sexual desde un primer momento, pero frustro aquella ocasión; habían coincidido después de meses en el chat y se permitieron retomar la charla, los temas iniciales fueron tontos, las disculpas solicitadas por Erick tras aquel primer mal momento, fueron aceptadas por Carlos, Erick insistió sutilmente, y terminó acudiendo a la casa de Carlos esa misma tarde.

El encuentro fue concebido para ser sexual y fue un gran encuentro. Carlos es un tipo tranquilo, de dejarse seducir e impresionar, y esa tarde escucho la conversación de su amigo, lo miró, lo desnudó en la mente, las maniobras que pensaba hacer estaban ya plenamente dimensionadas en su imaginación y la sorpresa fue grata cuando las cosas se sucedieron tal cual las había planeado, porque aquellas eran las mismas que había imaginado Erick para aquella ocasión.

La ropa callo, la desnudez fue total, los dedos invadieron espacios donde la excitación era plena, las orejas de Erick eran de lo más sensibles, sus labios aunque delgados, besaban con pasión, y el jugueteo de un arete tonto ubicado en uno de sus rincones, hacían que las cosas se hagan algo más excitantes que de costumbre. Los labios recorrían rincones que uno no podría imaginar que existen, Erick tenía cierta facilidad para envolver entre sus labios y su lengua, cualquier rincón que podía encontrar en la piel de Carlos, y éste por su lado se extendía en la cama y se dejaba hacer; cuando llegó el momento de pasar más allá, no hubieron reparos, parecían amantes conocidos, y éste uno de sus momentos ensayados.

La penetración fue un momento cada vez mas postergado, el juego no fue breve, en realidad Carlos insistía acaloradamente por ingresar a esa ruta ya delineada, Erick mostraba una entrega total, pero al mismo tiempo guardaba para sí ese momento como el final supremo del encuentro, se mantuvo el juego, hasta que en algún instante, Carlos se encontró dentro de Erick, y ese preciso momento se convirtió en el segundo capítulo de la misma historia, llena de fluidez y placer real. El movimiento fue lento y muy acompasado, dibujando cambios entre ellos, en sus posturas, combinado extremidades, girando sutilmente, viviendo en tres flexibles dimensiones, con un punto fijo de referencia, Carlos dentro de Erick. No hubieron aceleradas, de esas que uno acostumbra dirigir cuando quiere llegar rápido a la meta, simplemente un ritmo que de momento se pausaba en caricias y jugueteos, mientras la unión permanecía intacta, la cosa duró sorprendentemente, era el estilo de Carlos, esa manía por hacer las cosas pausado y con consecuencias o finales sorprendentes, Erick estaba fascinado, se reflejaba en su rostro, en su forma de gemir, en la manera en que exigía que lo muerdan, que lo huelan, que lo estrujen, que lo acaricien, Erick exigió y Carlos siguió postergando el término; cuando ya no pudo más y gimiendo sutilmente, terminó dentro de él calmo y relajado, permitiendo que tras ese momento final, los cuerpos se mantengan conectados, sudorosos y enfriándose, marcándose el uno al otro esas rutas que les gustaría recorrer una vez y otra , cada coincidan o programen una cama cómplice.

Me los imagino a ambos tirados sobre una cama, desnudos, uno al costado del otro, cada quien con la más perversa fantasía sobre lo que acababa de ocurrir, Erick estaba agradecido sexualmente, fascinado por la idea de haberse “sacado el clavo”, de haberse “comido a ese tío tan bueno” al que había conocido hacía unos meses, y al que no pudo tener en aquel momento ya que una de sus actitudes negó esa posibilidad, en este periodo había jugado mucho, había adquirido mucha experiencia, había viajado y conocido mucha gente y de lo más variada, había sido casi promiscuo, pero su concepción era de experimental, se hallaba abierto a cualquier posibilidad , sobre todo a aquellas que le permitan vivir sus sensaciones de manera plena. Carlos por el contrario, no tenía nada planeado, simplemente fue algo que ocurrió, y que nació de una conversación interesante, pero que acabó con un momento de relajo que le compuso la semana y que a él le permitieron muchas cosas más, tras el placer sexual de aquel momento. Cada quien obtuvo lo suyo.

Conversan seguido por chat, se han dado cuenta que existen muchas cosas que pueden decirse, de escribirse, fuera del campo de batalla que es la cama, sino acerca de intereses comunes asociados a un trasfondo de ideas, pensamientos, lecturas, escritos que comparten, se han encontrado un par de veces más, Erick me narraba que esas siguientes veces fueron tanto mejores una que la otra, hoy se postergan juegan a la espera, ya que tras ella redescubren con mayor entusiasmo esas rutas que marcaron con dedos y saliva, uno sobre otro, tras ese primer encuentro de reconciliación.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Un PlaceR UnicO


Un placer único.

Sus ojos brillaban en la oscuridad, en realidad solo era posible observar su mirada, las luces estaban apagadas, a su pedido, era la primera vez que se atrevía a encontrarse con alguien sin conocerlo antes, el chat fue el aliado, y Jaime, un tipo de 32 años, el cómplice de esa tarde.

Diego estaba asustado, en sus 18 años había experimentado muy poco, y siempre con la seguridad de conocer al amante. Esta ocasión era diferente, estaba asustado, pero esa sensación lo animaba más, el cuarto del hotel era frio, su desnudez se cubría con una manta deprimente, Jaime tendría que tomar las riendas de la tarde.

Jaime llegó desenfadado, saludó bruscamente, observó a Diego de pies a cabeza, como retándolo, finalmente se quitó el polo mostrando un tórax trabajado, endurecido, de vello en pecho, animando a Jaime, asustándolo. Jaime le pidió a Diego que se desnudase, éste aceptó con la condición de oscuridad, Jaime apagó la luz a regañadientes, Diego se desnudó rápidamente y se cobijó en la cama, Jaime se tomó su tiempo, parecía disfrutar del ritual de mostrarse. Pese a la oscuridad, se dibujaban sus formas redondeadas, musculosas, perfectas, fruto del trabajo en el gimnasio, y de alguna otra rutina especial. Diego lo miraba tímidamente.

Una vez desnudo, se metió en la cama y se acercó atrevidamente susurrándole al oído: “solo déjate llevar”.

Jaime acarició la espalda de Diego, sus manos suaves recorrieron acuciosamente de arriba hacia abajo, mientras respiraba fuertemente cerca al oído de su cómplice, al llegar a las nalgas se frenaba como tentándolo, se percibía la erección de diego bajo su ropa interior, Jaime lo apretaba contra sí para transmitir su virilidad al roce, Diego gemía con cada arremetida, las manos de Jaime ya exploraban francamente las nalgas de su acompañante, las estrujaban suavemente, los dedos hurgaban en esa línea sensible, causando escalofríos, Diego permanecía con los ojos cerrados, disfrutaba temeroso, pero disfrutaba, los labios de Jaime recorrían los de Diego, introducía su lengua juguetona, y recorría con ella el cuello y desde éste el resto del menudo cuerpo de Diego. Diego había decidido dejarse llevar.

El juego fue comandado por Jaime, Diego solo cedía, giró varias veces, torpemente se atrevía a coger las nalgas endurecidas de su amigo, y fugazmente el pene erecto de su amante, un pene grueso, algo tosco, ligeramente curvo hacía arriba, de piel suave y vasos dilatados y tortuosos, de olor varonil, de escaso vello cercano, suave como toda la piel de su amante.

Los minutos trascurrían y las caricias habían cambiado de tono, se sentía el ansia, Jaime giró de golpe a Diego y separó sus nalgas con sus dedos, en la oscuridad observó su ingreso, sin vello, ajustado, claro, turgente, lo humedeció con saliva, lo recorrió con sus yemas, Diego gemía con esa delicadeza, poco a poco el rostro de Jaime descendió a esa ruta, olió fuertemente, se introdujo entre sus pliegues y con esa lengua juguetona tanteó el ingreso, lo hurgó, lo saboreó, hizo tiritar a su amante, los gemidos se hicieron fluidos, rítmicos, Diego se retorcía, exponía sus nalgas francamente, la lengua de Jaime entraba y salía, los minutos pasaban.

Tras el juego, Diego notó el cuerpo de Jaime sobre sí, sentía latir su corazón en su espalda, las manos separando sus nalgas, su pene humedecido rozando su ingreso, que cedía ante el toqueteo, tras un instante, sintió a Jaime en su interior , causándole un tremendo dolor pero placentero, arrancando un grito y pidiendo a más que no saliese, que se moviera, que no parase, que ingresara más.

La faena fue breve, tras o dos o tres arremetidas, Jaime liberó sus ansias dentro de Diego, abundante y tibio, relajándose plenamente tras esa sacudida final, para sorpresa de Diego, él había experimentado un orgasmo pleno, había eyaculado tras la profanada posterior, había sentido el ritmo, había sincronizado, y segundos antes que Jaime , había explotado en placer y en fluidos, tras ese instante, la vergüenza se apoderó de él, y atinó a cubrirse nuevamente, el frio empezaba a hacerse notar.

Jaime prendió la luz y se vistió lentamente, Diego lo observaba desde la cama, cubierto. Tras estar listo se acercó tiernamente a su amante y le agradeció por la tarde, tras eso salió de la habitación y de la vida de Diego.

Diego no ha experimentado esa sensación nuevamente, jamás otro hombre le ha causado esa sensación eyaculante tras haberlo penetrado, jamás coincidió con Jaime nuevamente, hasta la tarde de ayer en que me narró su historia, Jaime caminaba en el parque, de la mano de su esposa, vigilando a un niño que corría libremente. Tras cruzar miradas, Jaime sonrió con complicidad, Diego escapó a tal coqueteo, mientras planeaba mentalmente como conseguir el teléfono de ese amante casual y único, de hace un par de años.




domingo, 12 de septiembre de 2010

ContaCto en BarCeloNa


Contacto en Barcelona

Era la primera vez que Alex viajaba a Barcelona, Había accedido a una beca de post grado en una universidad de esa ciudad y viviría en un departamento de estudiantes extranjeros durante ese tiempo, sabía que la residencia sería compartida, estaba ansioso por iniciar esta nueva etapa, Lima es una ciudad grande y con una cultura especial, pero la vida de esta Europa tradicional y liberal al mismo tiempo, le intrigaba y al mismo tiempo excitaba. Sus 24 años eran su carta de presentación, una mezcla de juventud, entusiasmo y profesionalismo incipiente, se sabía resuelto, amical , atractivo y de una situación económica acomodada, eso le brindaba confianza, pese a ser su primer viaje al exterior por un lapso tan extenso.

Le asignaron un departamento en el segundo piso de un edificio de cuatro, era pequeño pero cómodo, dos habitaciones, obviamente escogió la más amplia de cama de dos plazas y ventana a la calle, dejó libre la otra, más pequeña, pero no menos acogedora, y cuya puerta se hallaba frente a la del baño, el que sería compartido, y que le permitiría observar desde la comodidad de su cama, el movimientos desde la otra habitación hacía la ruta del baño o de la sala, ya que Alex tenía la costumbre de jamás cerrar la puerta de su dormitorio.
Al cabo de tres semanas, llegó su compañero de residencia, un estudiante venezolano, del programa de dirección de hospitales, de unos 23 años, de talla alta y pelo corto, de mirada intensa, pero inocente al mismo tiempo, de trato calmo y educado, Miguel Ángel, entabló química inmediata con Alex y se acomodó sin reparos en la habitación que le aguardaba.

Las rutinas se sucedían con orden, las costumbres de Miguel, se acomodaron rápidamente a las de Alex, y los amigos de Alex, se hicieron pronto amigos de Miguel, el grupo se hizo ameno y las salidas de fin de semana, entre tragos y discotecas, eran la mejor forma de liberar el stress de las semanas de estudios.

Miguel tenía una manía que perturbaba a Alex, el verano era atroz, y Miguel gustaba de pasearse en ropa interior por el departamento, siempre bóxer ajustados o rara vez un bikini colorido, era sano entre varones tal confianza, pero la mirada de Alex se perdía en el movimiento de nalgas de su compañero, o en tratando de distinguir detalles de su genitalidad, siempre tan disimulada o esquiva a tales intentos.

Por las mañanas Miguel hacía la ruta al Baño, desnudo, confiaba en que su amigo dormía, e ingresaba al baño cantando suavemente, mientras Alex de reojo disfrutaba del cuerpo de Miguel, viéndolo pasar desde su cuarto y a la ducha, en más de una ocasión se tocó intensamente, imaginando el cuerpo de Miguel a su lado, haciéndolo suyo. Con el paso del tiempo, Miguel descubrió que Alex lo observaba, hacía la ruta más lenta, como que modelaba hacía el baño, y al salir de la ducha, lo hacía con la toalla al hombro, se acercaba a la puerta de Alex y le comentaba que “el agua estaba refrescante” o que “quedaba poco champú y que había que hacer compras”. Lo hacía sonriente, disfrutando de la disimulada mirada evasiva de su amigo, como sabiendo que Alex disfrutaba de su desnudez, y él de sentirse seductor frente al peruano discreto con quien compartía departamento.

Alex era mediano, medía poco más de un metro setenta, de pelo castaño, barba y bigote crecidos de modo desordenado, delgado pero poco firme, velludo, de ojos marrones y grandes, cejas pobladas y labios gruesos. Miguel era hermoso, media más de 1,80, de cuerpo trabajado, usaba el pelo al ras, tenía un gran tatuaje de tonos orientales, en la espalda y que llegaba a perderse en su nalga derecha, era lampiño y canela, denotaba suavidad, la barba siempre rasurada, las uñas cuidadas, las patillas perfectamente delineadas, la manía extrema de un médico vanidoso, hacía ejercicio a diario y corría por las noches, comía sano y rara vez bebía en exceso.

Esa noche salieron en grupo, el cumpleaños de Alex, tragos en un bar, discoteca, y más tragos, como nunca Miguel se excedió, había bebido como rara vez en su vida, estaba entusiasmado, Alex por el contrario fue cauto, bebió lo suficiente, y disfrutó de las risas del grupo, de las buenas intenciones, y de Miguel bailando solo, frente al gran espejo de la discoteca, sensual, en un jean ajustado, sandalias y una polera pegada al cuerpo y sin mangas. La noche pasó rápida, ambos fugaron rumbo al departamento, en la ruta, Miguel insinuó su deseo por seguir bebiendo, eran ya las 3 de la mañana, el taxi se detuvo en una pequeña tienda, y compraron una botella de ron y coca cola, entraron torpemente al departamento, Miguel se instaló en la habitación de Alex, mientras éste sacaba vasos y hielo de la cocina, al ingresar en la habitación, Alex encontró a miguel, sentado sobre la cama, descalzo, con las piernas cruzadas y los pies debajo las nalgas, el jean en el suelo, lucía tan cómodo, que se animó a imitarlo, ambos bebieron, hablaron y rieron, hasta que en una fuga mental, Miguel preguntó cortante : “tu disfrutas al verme desnudo todas las mañanas no?”, Alex se quedó en una pieza, aprovechando ese momento de espasmo, Miguel se acercó y beso tiernamente a Alex en los labios, Alex no reaccionó, estaba inhibido por el alcohol y la emoción, Miguel hizo el trabajo, desnudó a su amigo, lo recostó y siguió besándolo, Alex retomo la marcha y acarició con emoción el cuerpo endurecido de su compañero, los besos se sucedían en varias rutas, labios, orejas y cuello fueron profanados, luego al sur, el pecho, concentrándose en las tetillas, primero uno, luego el otro, los ombligos y las ingles se exploraron al detalle, se olían minuciosamente, se disfrutaban, se oían los respiros agitados, a veces sutiles gemidos, cuando los labios de uno besaban el pene del otro, luego de unos minutos eternos, se cansaron, y abrazados se quedaron dormidos.

A la mañana siguiente, Alex descubrió el cuerpo de su amigo, recostado a su lado, boca abajo, invitándolo a concluir lo que la noche previa fue una promesa, solo tuvo que abrazarlo, para despertar el deseo de Miguel, y entre besos torpes y miradas extrañas, humedeció su pene , delgado y largo, de glande ancho, y erecto exageradamente, para penetrarlo suavemente mientras escuchaba el gemido agradecido de Miguel, incitándolo a continuar con ese movimiento rítmico que concluyó con los fluidos de Alex en el interior de un Miguel que se retorcía agradecido, pidiéndole que le deje un instante para retomar el juego y explorar ahora él esa ruta que ya había disfrutado Alex.

El año se pasó rápido, la amistad fue la más intensa, discreta, cómplice y amante, Miguel no se enamoró de Alex, y tampoco pasó lo contrario, pero su deseo iba más allá de la desnudez y la cama, eran de perfecta conversación, gustos e intereses, los perfectos compañeros de departamento.

Miguel vive en caracas ya desde hace 4 años en que retornó, Alex en Perú, una ciudad al sur, se escriben seguido, chatean, y se han visitado en más de una ocasión, tuvieron el mejor sexo de reencuentro, extrañaban ese contacto, pese a que ambos se presentan siempre como los mejores amigos que puedan existir.

sábado, 4 de septiembre de 2010

El cumpleaños 26



El cumpleaños Nro 26


La Música sonaba alto, y Alejandro no dejaba de ver a Coco con atención, mientras ambos arreglaban la casa. Era el cumpleaños de Alejandro, el cumpleaños número 26, y sus mejores amigos, Coco y Gustavo, habían decidido celebrarlo en la casa de playa de Alejandro, solo que el verano estaba distante y la casa necesitaba arreglos, habían decidido ir un día antes a fin de dejar todo listo para la llegada del grupo, las cosas se le complicaron a Gustavo, y terminaron viajando el festejado y Coco. Al llegar, notaron que necesitarían tiempo y manos, así que comenzaron con prisa, ya que solo contaban con la tarde del viernes para dejar todo en rumbo para el día siguiente, en el que la reunión comenzaría al medio día y esperaban la llegada de amigos y amigas del trabajo y la universidad.

Alejandro conocía a Jorge (Coco) desde hacía 2 años, formaban parte de un club y además, Coco realizaba prácticas en la empresa en la que trabaja Alejandro. Se hicieron buenos amigos y andaban juntos para todos lados, Gustavo era de la promoción de la universidad de Alejandro, se conocían de mucho tiempo atrás, no tan bien como veremos, pero si con aprecio y cariño.

El trabajo en casa fue arduo, la música seguía sonando, pasaron los enanos verdes, líbido, Amén, entre otras bandas en español, Coco tenía afición por el canto y lo hacía bien, Alejandro disfrutaba de la vitalidad de su amigo, de su sonrisa franca en el trabajo, de sus atenciones pese al agitado trajín, sacó cervezas de la nevera y las renovaba frecuentemente mientras las escobas eran cambiadas por lustradores, y las sillas movilizadas de un lado a otro, Coco tenía 21 años, era bien parecido, de familia disfuncional e independiente, de buena conversación, de sentimientos sinceros pero de genio rebelde y arranques algo impredecibles.

Las cosas quedaron listas como a las 10 de la noche, se asociaron a un estado de ánimo encendido por el alcohol y la satisfacción por haber dejado todo mejor de lo que se esperaba. Coco se quitó la ropa y en bóxer se dirigió a la ducha, Alejandro lo observaba, nunca antes había notado con tanta excitación lo atractivo que era su amigo, Alejandro se conocía bisexual, pero no practicaba su opción gay desde la universidad hacía varios años ya y jamás había mirado con esas intenciones a algún amigo cercano o compañero de trabajo, esa noche, y en tragos, miraba a Coco con deseo, y no se disimulaba al hacerlo.

Jorge caminaba por la habitación luciendo unos cortos y ajustados calzoncillos, azules de rayas finas, se veía alto, su pelo cortado al ras, esa cabeza en forma oval, ojos muy grandes de pestañas largas y rizadas, de un marrón distinto, profundo y tierno, la nariz recta, los labios escasos de carne pero delineados, el tórax alargado y recto, el abdomen perfectamente dibujado, decorado además con varios tatuajes en los hombros y la espalda, sus nalgas eran redondas y saltonas, el color de su piel lo delataba de color, y eso se reflejaba en sus curvas posteriores, en la generosa e insinuada genitalidad, en sus piernas de muslos gruesos en proporción a las pantorrillas y es sus pies perfectos. Alejandro lo encontraba particularmente agradable esa noche.

Alejandro tomo el turno en la ducha, lo hizo con mas recato, caminó en pantalones hacia ella, él no sentía la juventud de de Coco en sí mismo, pese a que la diferencia era de solo de 5 años, se miraba mas adulto, menos atlético pero mejor parecido, medía 1,75, su peso estaba en proporción, su rostro estaba delineado por un corte de pelo tradicional, corto de raya al costado, sus cejas gruesas, sus ojos verdes, contrastaban con su piel canela, su cuerpo proporcional, no marcado de piernas largas y escasas nalgas. Antes de ducharse, le pidió a Coco que sacara más cervezas, que recién empezaba el relajo tras el trabajo.

Ambos se sentaron en las hamacas del patio, estaban en ropa ligera, Coco se mantenía solo en bóxer, Alejandro usaba short y un polo, estaban descalzos, la música seguía sonando, las cerveza circulando y la conversación era plena. Al cabo de un rato el alcohol exageraba sus efectos, decidieron descansar, ambos enrumbaron a las habitaciones, pero decidieron usar la misma, y finalmente tirados en la misma cama siguieron tomando un par de cervezas mas.

Las cosas ahí se volvieron distintas, Alejandro se insinuó francamente, Coco le siguió el juego, la noche se encendió, tras unas caricias tontas, una mano sobre el cuello, o un susurro al oído, empezaron los besos, Coco se sentía mareado, pero disfrutaba de ese juego, Alejandro moría por penetrar a su amigo, pero le seguiría el preámbulo necesario, los besos fueron increíbles, agitados, toscos, mordisqueros, de lenguas intrépidas, de exploración, bajaban a los cuellos, a las tetillas, las manos hicieron su parte, extendidas, recorrieron la piel de espaldas, nalgas, pechos, y flexionadas intentaron buscar pliegues y orificios, aunque esas rutas se negaban disimuladamente. La desnudez llego en plenitud, la luz encendida aumentaba el morbo, “es perfecto” se decía Alejandro mentalmente, Coco prefería no pensar, se tumbaron en la cama, sintieron sus penes erectos rozar la piel, se friccionaron uno al otro, los besos continuaban, las manos incluyeron al pene y a los testículos en la exploración, la respiración agitada se convirtió en gemidos en varias ocasiones, los cuerpos giraron y siguieron rosándose sobre nalgas, o en juegos, sobre el pecho o espalda, los labios , de ambos, exploraron mutuamente ingles, y sutilmente testículos y penes, el de Coco era generoso curvado hacia arriba, distalmente en punta y de base ancha, de piel suave, de tono oscuro, de aroma a jabón ,de abundante, cristalino y salado fluido, de testículos pequeños y escaso vello, Alejandro ofrecía mas, un pene alargado no muy grueso pero de glande generoso, blanquecino, de venas tortuosas a lo largo, de piel suave y de lunares, de testículos grandes, colgantes y de abundante pilosidad, se conocieron a la perfección durante el juego, no hubieron penetraciones, solo roces, y demás sondeos bucales, se habían delatado cómplices, y a ambos la idea les parecía fantástica. Ninguno tuvo un orgasmo esa noche, el alcohol les permitió un largo juego, pero impidió su fin, el sueño los venció, y así desnudos se entregaron abrazados al reposo que hacía falta.

La mañana siguiente los sorprendió enlazados sobre la cama, el calor exigió que se alejaran, Alejandro se puso de pie, y observó lo atractivo de su amigo, no sabía si abrazarlo y mantener la complicidad del día previo o retirarse y disimular, dejar lo ocurrido como una anécdota olvidada , consecuencia del alcohol, Coco abrió los ojos y se quedó viendo a su amigo de pie a un costado de la cama, desnudo y dudoso, “ven acá y abrázame” le dijo en un susurro, Alejandro se recostó junto a él y le besó tiernamente en los labios.

Fue el cumpleaños 26 de Alejandro, hoy va por los 30, Gustavo y Coco preparan las cosas para recibir al mismo grupo de amigos, compañeros de trabajo o de la universidad, a veces en la casa de playa, que tantos gratos recuerdos trae, otras en el departamento citadino, en el que Coco vive feliz con Alejandro desde hace ya más de 3 años.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

PacIenCia

Hoy me senté frente a la PC con toda la intención de derramar letras, ordenadas, algo calentonas para revitalizar mi blog, y quizas buscar una imagen acorde como para causar impacto,
tras la esperada ilumincaión, me vi obligado a claudicar, se complicaron mis astros, una llamada del trabajo, un familiar enfermo, y al mismo tiempo mi perro pidiendo jardín, no sabía cual resolver primero, atinpe a tratar de hacer todo al mismo tiempo, asi que me compliqupe el existir, me gané un dolor de cabeza que aún me tiene loco.
Denme tiempo, tenganme paciencia, que cuando llega la inspiración, me renueva el dolor de cabeza y solo calma tras la publicación del caso.
Mantengo el contacto,saludos
CarlosD