sábado, 4 de septiembre de 2010

El cumpleaños 26



El cumpleaños Nro 26


La Música sonaba alto, y Alejandro no dejaba de ver a Coco con atención, mientras ambos arreglaban la casa. Era el cumpleaños de Alejandro, el cumpleaños número 26, y sus mejores amigos, Coco y Gustavo, habían decidido celebrarlo en la casa de playa de Alejandro, solo que el verano estaba distante y la casa necesitaba arreglos, habían decidido ir un día antes a fin de dejar todo listo para la llegada del grupo, las cosas se le complicaron a Gustavo, y terminaron viajando el festejado y Coco. Al llegar, notaron que necesitarían tiempo y manos, así que comenzaron con prisa, ya que solo contaban con la tarde del viernes para dejar todo en rumbo para el día siguiente, en el que la reunión comenzaría al medio día y esperaban la llegada de amigos y amigas del trabajo y la universidad.

Alejandro conocía a Jorge (Coco) desde hacía 2 años, formaban parte de un club y además, Coco realizaba prácticas en la empresa en la que trabaja Alejandro. Se hicieron buenos amigos y andaban juntos para todos lados, Gustavo era de la promoción de la universidad de Alejandro, se conocían de mucho tiempo atrás, no tan bien como veremos, pero si con aprecio y cariño.

El trabajo en casa fue arduo, la música seguía sonando, pasaron los enanos verdes, líbido, Amén, entre otras bandas en español, Coco tenía afición por el canto y lo hacía bien, Alejandro disfrutaba de la vitalidad de su amigo, de su sonrisa franca en el trabajo, de sus atenciones pese al agitado trajín, sacó cervezas de la nevera y las renovaba frecuentemente mientras las escobas eran cambiadas por lustradores, y las sillas movilizadas de un lado a otro, Coco tenía 21 años, era bien parecido, de familia disfuncional e independiente, de buena conversación, de sentimientos sinceros pero de genio rebelde y arranques algo impredecibles.

Las cosas quedaron listas como a las 10 de la noche, se asociaron a un estado de ánimo encendido por el alcohol y la satisfacción por haber dejado todo mejor de lo que se esperaba. Coco se quitó la ropa y en bóxer se dirigió a la ducha, Alejandro lo observaba, nunca antes había notado con tanta excitación lo atractivo que era su amigo, Alejandro se conocía bisexual, pero no practicaba su opción gay desde la universidad hacía varios años ya y jamás había mirado con esas intenciones a algún amigo cercano o compañero de trabajo, esa noche, y en tragos, miraba a Coco con deseo, y no se disimulaba al hacerlo.

Jorge caminaba por la habitación luciendo unos cortos y ajustados calzoncillos, azules de rayas finas, se veía alto, su pelo cortado al ras, esa cabeza en forma oval, ojos muy grandes de pestañas largas y rizadas, de un marrón distinto, profundo y tierno, la nariz recta, los labios escasos de carne pero delineados, el tórax alargado y recto, el abdomen perfectamente dibujado, decorado además con varios tatuajes en los hombros y la espalda, sus nalgas eran redondas y saltonas, el color de su piel lo delataba de color, y eso se reflejaba en sus curvas posteriores, en la generosa e insinuada genitalidad, en sus piernas de muslos gruesos en proporción a las pantorrillas y es sus pies perfectos. Alejandro lo encontraba particularmente agradable esa noche.

Alejandro tomo el turno en la ducha, lo hizo con mas recato, caminó en pantalones hacia ella, él no sentía la juventud de de Coco en sí mismo, pese a que la diferencia era de solo de 5 años, se miraba mas adulto, menos atlético pero mejor parecido, medía 1,75, su peso estaba en proporción, su rostro estaba delineado por un corte de pelo tradicional, corto de raya al costado, sus cejas gruesas, sus ojos verdes, contrastaban con su piel canela, su cuerpo proporcional, no marcado de piernas largas y escasas nalgas. Antes de ducharse, le pidió a Coco que sacara más cervezas, que recién empezaba el relajo tras el trabajo.

Ambos se sentaron en las hamacas del patio, estaban en ropa ligera, Coco se mantenía solo en bóxer, Alejandro usaba short y un polo, estaban descalzos, la música seguía sonando, las cerveza circulando y la conversación era plena. Al cabo de un rato el alcohol exageraba sus efectos, decidieron descansar, ambos enrumbaron a las habitaciones, pero decidieron usar la misma, y finalmente tirados en la misma cama siguieron tomando un par de cervezas mas.

Las cosas ahí se volvieron distintas, Alejandro se insinuó francamente, Coco le siguió el juego, la noche se encendió, tras unas caricias tontas, una mano sobre el cuello, o un susurro al oído, empezaron los besos, Coco se sentía mareado, pero disfrutaba de ese juego, Alejandro moría por penetrar a su amigo, pero le seguiría el preámbulo necesario, los besos fueron increíbles, agitados, toscos, mordisqueros, de lenguas intrépidas, de exploración, bajaban a los cuellos, a las tetillas, las manos hicieron su parte, extendidas, recorrieron la piel de espaldas, nalgas, pechos, y flexionadas intentaron buscar pliegues y orificios, aunque esas rutas se negaban disimuladamente. La desnudez llego en plenitud, la luz encendida aumentaba el morbo, “es perfecto” se decía Alejandro mentalmente, Coco prefería no pensar, se tumbaron en la cama, sintieron sus penes erectos rozar la piel, se friccionaron uno al otro, los besos continuaban, las manos incluyeron al pene y a los testículos en la exploración, la respiración agitada se convirtió en gemidos en varias ocasiones, los cuerpos giraron y siguieron rosándose sobre nalgas, o en juegos, sobre el pecho o espalda, los labios , de ambos, exploraron mutuamente ingles, y sutilmente testículos y penes, el de Coco era generoso curvado hacia arriba, distalmente en punta y de base ancha, de piel suave, de tono oscuro, de aroma a jabón ,de abundante, cristalino y salado fluido, de testículos pequeños y escaso vello, Alejandro ofrecía mas, un pene alargado no muy grueso pero de glande generoso, blanquecino, de venas tortuosas a lo largo, de piel suave y de lunares, de testículos grandes, colgantes y de abundante pilosidad, se conocieron a la perfección durante el juego, no hubieron penetraciones, solo roces, y demás sondeos bucales, se habían delatado cómplices, y a ambos la idea les parecía fantástica. Ninguno tuvo un orgasmo esa noche, el alcohol les permitió un largo juego, pero impidió su fin, el sueño los venció, y así desnudos se entregaron abrazados al reposo que hacía falta.

La mañana siguiente los sorprendió enlazados sobre la cama, el calor exigió que se alejaran, Alejandro se puso de pie, y observó lo atractivo de su amigo, no sabía si abrazarlo y mantener la complicidad del día previo o retirarse y disimular, dejar lo ocurrido como una anécdota olvidada , consecuencia del alcohol, Coco abrió los ojos y se quedó viendo a su amigo de pie a un costado de la cama, desnudo y dudoso, “ven acá y abrázame” le dijo en un susurro, Alejandro se recostó junto a él y le besó tiernamente en los labios.

Fue el cumpleaños 26 de Alejandro, hoy va por los 30, Gustavo y Coco preparan las cosas para recibir al mismo grupo de amigos, compañeros de trabajo o de la universidad, a veces en la casa de playa, que tantos gratos recuerdos trae, otras en el departamento citadino, en el que Coco vive feliz con Alejandro desde hace ya más de 3 años.

2 comentarios:

  1. CarlD!!!

    a los aniosss, sabes cuanto anhelo un Coco asi...

    Cuanto deseo caricias, besos, abrazos!
    jajjajja
    Naa no es la leche en la cabeza, mas bien es deseo de llenar mi parte afectiva jajajja

    Dale Doc.

    Salu2
    Hado

    Pd. espero me recuerdes jajajja

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  2. yo pasé por un Coco .asi... y fue perfecto.
    asumo la vida depara esas experiencias.. hasta que las hace permanentes.. asumo con esperanza jaja
    saludos mi estimado,
    y claro que me acuerdo de usted!!
    CarlosD

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