lunes, 26 de julio de 2010

JunioR y PepE


Junior y Pepe

Pese a que Junior es mayor por unas semanas, Pepe siempre salió en su defensa en esas riñas de barrio o en el colegio, cuando los bravucones o aquellos algo desencajados quisieron alterar la calma, usando como pretexto, la delicadez o excesiva educación de Junior, ambos son primos, Junior el hijo único de su tía divorciada, Pepe el menor de tres hermanos, que encontró en su primo al compañero de andanzas y al confidente de aquellos desatinos de un padre castigador, injusto y dominante.

Pasaron la infancia juntos, pero en la adolescencia mostraron intereses distintos, Junior se descubrió gay desde los 13, se sorprendía viendo a sus compañero correr tras la pelota durante el recreo, alucinándolos desnudos, imaginando como lucirían sus genitales ocultos tras esos pantalones cortos. Durante un campamento a la playa experimentó un encuentro torpe pero no por eso menos apasionado con un compañero de un una clase menor, ahí descubrió que odiaba ser penetrado, que su rol sería el de proveedor, y este fue su desempeño sexual durante los años siguientes. En la universidad en donde experimento relaciones algo más estables, amó y se sintió amado, sufrió mucho, se convenció que el amor, no distingue género, y que las cosas entre ellos, a veces son tan o más fuertes que las clásicas historias de amor novelescas, que el sexo ocupa un lugar temprano y preponderante en las relaciones, y que es útil no solo para consolidar una pareja, sino también para crear brechas entre los amantes, muchas veces irreconciliables. Pese a los desencantos, era feliz, no rendía cuentas y vivía plenamente.

Si bien es cierto los intereses de los primos eran distintos, siempre había espacio para compartir y para las confesiones, aunque pese al paso de los años, Junior obvió revelar su opción sexual, Pepe lo sospechaba, pero jamás se animó a preguntarlo abiertamente.

La vida de Pepe tenía sus misterios también. Cuando estaba en la universidad, en su primer año realmente, experimento un encuentro sexual gay, la noche de bienvenida a los ingresante, se embriagó torpemente, y en ese entusiasmo desinhibido, sedujo a un estudiante de último año, tan macho como él, y ambos terminaron la noche en un hotel de mala reputación, fornicando como desesperados, Pepe fue el pasivo de esa noche, y tras ese descubrimiento, se mantuvo en pseudodiscreción ofreciendo sus afectos en varias rutas sociales de la web, en una ciudad grande, las cosas parecen diluirse, pero esto no suele ser eterno.

Una tarde complicada, Junior se hallaba en casa con Manuel, un tipo de 25 años (la edad de junior en aquel momento), habían hecho el amor libremente, ocupado espacios ocurrentes, la oficina de mamá, el piso helado de la cocina, y finalmente la ducha, que en complicidad bañaba sus cuerpos jóvenes y brindaba ese halo de vapor que pretende ocultar lo que ocurre haciéndose cómplice de lo que cada caricia y gemido, Miriam, la madre de Junior regresa temprano a casa y descubre lo que era un secreto a voces, ambos se encontraban desnudos y tocándose, luego de haber concluido una faena digna del mejor argumento pornográfico.

La escena es inenarrable, Junior hablaba torpemente, desnudo, no existía excusa, ni pretexto, Miriam lloraba, Manuel se vestía torpemente, quería huir, no encontraba sus zapatos, Miriam seguía en la habitación, las cosas se hacían más difíciles, al cabo de algunas frases inconclusas, ella salió apresurada, no dijo más, se fue de casa, Junior observaba a Manuel, no sabía cómo enfrentarlo, si despedirlo o abrazarlo, cogió el teléfono y llamó a Pepe, lloraba y Pepe no entendía.

Junior necesitaba a su primo, a su hermano, le pidió a Manuel que lo llevase a su casa, Manuel accedió, cuando ambos llegaron a casa de Pepe, Manuel se encontraba preocupado, su rostro mostraba una expresión más trágica a la previa, no quiso entrar, cuando Pepe se apareció en la puerta, miró sorprendido a Manuel, no sabía cómo reaccionar, Junior lloraba, Pepe no entendía, Junior le dijo “ mamá me descubrió, ahora sabe que soy gay, ahora tu sabes que soy gay, no sé qué hacer” Pepe abrazó a su primo, fue un abrazo distinto, cálido, apretado, Manuel se mantuvo en silencio, Pape hablo al oído de su primo, “yo te entiendo, mejor que nadie, ya que comparto tu amor por ellos, y tu amigo Manuel lo sabe” Pepe no dijo más, Junior lo miró fijamente, ambos se mantuvieron en silencio, “los dejo para que hablen” susurró Manuel y se alejó, Manuel y Pepe habían sido amantes, pero esas aclaraciones estaban demás en ese momento.

Pepe abrazó nuevamente a junior, y ambos lloraron, luego se callaron y rieron fuerte y libremente, no se dijeron nada, pasaron la tarde abrazados, tumbados en la cama de Pepe, no necesitaban decirse mucho, aunque había mucho qué contar, tendrían una vida para hacerlo, esa tarde de descubrimientos y de confesiones se había transformado la amistad , a una nueva que trasciende al vínculo de la sangre, a la complicidad del deseo y el placer, que es más grande y pura, un amor distinto, el amor al amigo al gay, al incondicional y eterno, la vida hoy les da ese obsequio, Pepe y Junior son consientes de su suerte y le agradecen a la vida esa oportunidad de contar el uno con el otro.

Por siempre juntos, Junior y Pepe
(con afecto..para un amigo especial..)

jueves, 22 de julio de 2010

Sexo a Pedido


Sexo a pedido

Raúl sudaba, andaba nervioso, el Gato estaba por venir, llegaría a la habitación rentada en un hotel algo alejado de la ciudad, tenía una caja de preservativos y un tubo de lubricante en la mesa de noche, y eso le bastaba, el Gato era un sexo servidor, lo había contactado gracias a un amigo, él le paso su espacio web, y le aclaró que crea lo mitad de lo que lea y solo la mitad mitad de lo que vea, ya las fotos estaban retocadas, pero precisó que el servicio una vez concretado, era perfecto, sobre todo cuando uno anda ansioso por la abstinencia.

Raúl no estaba con nadie desde hacía 6 meses, época en la que terminó con su última pareja, que por cierto no era nada bueno en la cama, pero al menos, lo mantenía vigente.

Sonó el teléfono, y le informaron que lo buscaban en recepción, Raúl dispuso que permitieran a su visitante subir a la habitación, el recepcionista vaciló un instante y finalmente accedió.
Al abrir la puerta, el Gato lucía sonriente, tenía unos ojos verdes que impresionaban, de ahí su apelativo, pero era bajo de estatura, medía alrededor de 1,70 m, era exageradamente musculoso, usaba el pelo muy corto, tenía algunas secuelas de acné en el rostro, pero en contraparte, estaba delicadamente rasurado, olía cítrico, y su pelo cuidado y engelado.

Raúl lo miró detenidamente, hasta que el Gato preguntó si podría pasar, Raúl accedió torpemente, Gato lo tomó de la mano y le pidió que no tenga temor, que solo pasaría aquello que se permitiesen.

Raúl tiene 32 años, es delgado, alto y muy atractivo, solo que andaba alejado del talento social, no hallaba cómplice, su intención era solo sexual, y la recomendación de su amigo le pareció suficiente, llamó y concretó la cita, ahora que veía a Gato, no sabía si continuar o despedirlo, Gato notó la duda, y tomó la iniciativa, le preguntó cómo estaba, hacía cuánto que andaba solo, y cosas simples, Raúl seguía pensando…

Entre esa charla intrascendente, Raúl le pidió que se callase, que se comportase como el activo que necesitaba, y que se desvistiera, el Gato accedió, y lo hizo raudamente, Raúl dejó de lado los detalles de las prendas que se retiraba, se concentró en su desnudez, en la impresionante imagen del pene flácido pero inmens, de prepucio ligeramente retraído, reposando sobre unos testículos colgantes trasluciendo suavidad y delicadeza, escaso vello, nalgas duras y atrevidas, Raúl se desvistió temeroso. Gato se acercó a su ocasional cliente, lo tumbó sobre la cama y se deslizó a su entrepierna, lamió sus genitales aun relajados y lo giró colocándolo con la boca hacia abajo, lamio sus hombros y descendió nuevamente, recorrió la espalda con sus manos suaves, se detuvo en las nalgas, las separó lentamente observó con detalle esa apertura contraída, rojiza, escasa de vello, brillosa, humedeció sus dedos y rosó la zona, Raúl gimió sin pensarlo, se estremecía, con cada caricia que estaba sintiendo desde que ambos se desnudaron, Gato se acercó lentamente, olió la zona, con deseo, husmeó, y una vez ubicado utilizó su lengua para saborear esos pliegues, se detuvo en el ingreso, sintiendo como éste se contraía y dilataba periódicamente, el jugueteo pedía ingresar y en momentos se negaba, el juego se continuo por algunos minutos, al cabo de un rato, el Gato tenía a Raúl de pie delante de él y de espaldas, recorría desde atrás sus regiones anteriores, se detuvo en su pene, que andaba en franca erección, el pene de Raúl no podía competir con el de Gato, pero andaba pleno y atrevido, gato había dejado humedecida la zona y los jugueteos permitían que su pene se deslice ingresando suavemente, Raúl temblaba, los labios de gato mordían los hombros, lo lamían, se acercaban a sus oídos y respiraban bruscamente, Raúl gemía, al cabo de un instante, Raúl estaba quebrado, recibiendo el pene erecto e imponente en su ingreso ya listo y dilatado, no se percató, pero Gato ya andaba protegido, a partir de ese momento, se sincronizó el gemido y las posiciones fluyeron, así de tras 90 grados, se tumbaron en la cama, juguetearon frente a frente, se besaron torpemente, ambos andaban ansiosos, el gato recorrió las piernas de Raúl elevándolas hacia sus hombros, y en esa posición ingresó nuevamente, la cara de Raúl irradió un feliz dolor, con las piernas en sus hombros, con ambas sobre un solo hombro, de costado y finalmente boca abajo, Raúl no pensaba, tenía la mente en rosa, y disfrutaba, empezó a sentir, en varias ocasiones, como se acercaba su orgasmo, hasta que gato acomodó su ritmo e inició la acelerada, sabía que se acercaba el final, andaba totalmente sudado y eso hacía que la piel rosara con mayor fluidez, gemía abiertamente, casi gritaba, hasta que la aceleración fue máxima paradetenerse bruscamente, él sintió el final de modo claro, tanto que eyaculó, nunca antes le había pasado siendo pasivo, pero terminó haciéndolo obvio, sonrió francamente.

El Gato fue delicado y se retiró con cuidado, tuvo detalles, lo acompañó en la cama unos instantes, no dejó rastros, eliminó con cautela el preservativo y el lubricante, se vistió lento mientras habló trivialidades, Raúl no entendía lo que decía, no quería entender, andaba absorto en su recuerdo del instante previo, aun desnudo y tirado en la cama, Gato se acercó delicadamente, cogió el sobre de la mesa de noche y le dio un beso en la mejilla, me encantó le dijo, aunque Raúl sabía que era mentira, o no lo sabía, y dejó la habitación.

Fue más que suficiente, esa tarde Raúl durmió como nunca, al día siguiente anduvo sonriente y trabajo mejor que nunca, estuvo tentado a llamar nuevamente al Gato, pero entendió que sería mejor manejarlo con la mesura que permita un franco disfrute. La agenda del Gato es muy compleja, pero desde ahora incluye periódicamente a Raúl, ha aprendido a atenderlo en ocasiones sin retribución, ya que es su estrategia de mantenerlo enganchado, total es su negocio, y Raúl lo entiende y anda feliz con lo que ha conseguido con esta transacción.

jueves, 15 de julio de 2010

Gustavo y dos Mas


Gustavo y dos más

Gustavo tiene 20 años y los ojos más tiernos que puedas imaginar, son enormes y oscuros, las pestañas alargadas le ofrecen un marco perfecto y sus cejas negras y cargadas complementan el cuadro de un rostro que inspira calma y simultáneamente otras cosas no tan sencillas de describir. La noche del sábado había transgredido, el grupo de amigos se reunió en un festival y las botellas circulaban generosamente, Gustavo había perdido la noción del tiempo y ya con el sol asomando, regresó a casa a pretender dormir.

Por la mañana, recibe la llamada de Pepe, un amigo casual con el que había tenido varios encuentros fugaces, cargados de desespero y ansia, pepe tenía 26 años, era de baja estatura, piel blanca, pelo rizado y algo crecido, sus labios gruesos hacían maravillas, y su cuerpo, si bien es cierto no era atlético mantenía las proporciones que hacen agradable el recorrido previo al contacto genital. Pepe lo convocaba para una faena matutina, y la idea no le fue inoportuna a Gustavo, quien entró a la ducha, rápidamente, para luego de eso vestirse ligero y salir al encuentro de su amigo.

Inicialmente no le llamo la atención el lugar de la cita, usualmente la casa de Pepe era el nido de juegos, esta vez era cercano a un edificio de departamentos en una zona residencial de la ciudad, Pepe estaba en la esquina fumando un pucho, vestía jean, sandalias y un polo ajustado, hacía calor, ambos caminaron hacía el edificio, subieron e ingresaron a un departamento que los aguardaba con la puerta junta.

El lugar era acogedor, una voz los invitó a continuar hacia la habitación, y allí se hallaba Carlos, un tipo bien parecido de más o menos 36 años, alto y proporcionado, de pelo negro muy corto, rostro redondeado y pendejamente gentil, les ofreció tomar asiento en la cama y se dispuso cómodamente a retirarse parte de la ropa, Pepe hizo lo mismo y ambos invitaron a Gustavo a seguir el juego, Gustavo estaba aturdido, no reaccionaba aun de la borrachera del día anterior, no entendía que el juego sería de a tres, y esa idea le daba vueltas en la mente, al mismo tiempo no dejaba de ver la entrepierna de Carlos, proyectando una generosa erección que se insinuaba toscamente entre sus bóxer ajustados, rápidamente se quitó todo y se dispuso a dar rienda suelta a sus deseos desinhibidos por ese rastro de alcohol en las venas y por esas ganas propias que genera la mañana en la lívido de un joven y poco experimentado varón.

El sexo oral fue fantástico. Gustavo recorrió los rincones de Carlos, cada pliegue de su pene fue saboreado delicadamente, se exploraron los testículos y las ingles, en esa marcha, Pepe recorría las nalgas de Gustavo, deteniendo su lengua juguetona en su orificio contraído y negado, el mismo que cedía a los coqueteos del visitante proyectándose generosamente.

Después de esas tomas claras, Gustavo solo tiene imágenes entrecortadas, es consciente de que se dedicó claramente a Carlos, dejó de lado a su ya conocido amigo, y exploro al nuevo con generosidad, se dejó tocar, guiar en mil posiciones, penetrar rudamente y a veces con suavidad, tiene las imágenes de Pepe intentando continuar el trabajo acabado por Carlos, y él cediendo suavemente ya que las dimensiones del primero habían dejado el camino despejado para cualquier otra maniobra extraña en esas rutas.

Gustavo sintió un placer distinto, eyaculó dos veces esa mañana, y recuperó la erección varias veces más, acabó agotado, se vistió torpemente y despidiéndose fríamente abandono el edificio , enrumbó a casa y tras encerrarse en su habitación se dispuso a durmir hasta avanzada la tarde.

Despertó adolorido, con un sentimiento de culpa nunca antes percibido, algunas marcas aun persistían en su cuerpo, los aromas estaban mezclados, pero el de Carlos dominaba, revisó su ropa en busca del teléfono, la billetera y esas cosas, y en el bolsillo del pantalón, encontró una tarjeta, en ella aparecía un nombre desconocido, un teléfono y una dirección, la del edificio de esa mañana, la nota en el reverso decía, solo tienes que llamarme. Carlos.

Pepe desapareció de la agenda de Gustavo, Carlos es ahora el confidente, el amigo, el amante casual, ambos se ven cada dos o tres semanas, pero esos encuentros son más que suficientes para que no exista necesidad de un tercero, aunque la experiencia de esa mañana intoxicada, permanezca en su historia como el preámbulo perfecto al nacimiento de esta nueva complicidad.

domingo, 11 de julio de 2010

De aMor Y FeliciDad


De amor y felicidad

Hoy caminaba a casa, retornaba de la mis padres, mi domingo suele ser familiar y tranquilo, la ruta era amena, una calle de árboles y un cálido silencio me acompañaba, la ruta me encontró sonriendo solo, recordando, recordándote.

Pero por primera vez, sentí que esos recuerdos no traían nostalgia ni tristeza, me hacían reír, pensaba en la veces que hice esa ruta a tu lado, o paseando al perro, o llevándote la cena, y en lo feliz que era, y lo feliz que me hacía ahora ese recuerdo. Creo haber estado enamorado y hoy me convenzo de que fue una etapa real, que marcó mi vida llenándola de felicidad, tanta que hoy me arranca sonrisas de la nada.

Entonces es posible enamorarse, si es cierto, el amor te complementa, es una experiencia de vida inevitable y posible, pese a las opciones y opiniones del medio, al fin y al cabo, la felicidad es personal y es el fin vital ofrecido por Dios. Por tanto hay que procurar ser feliz y amar es el requisito indispensable para alcanzarla. Uno ama siempre, y de mil formas, el amor a los padres que se fortalece en el tiempo colmado de gratitud y fidelidad, el amor a los hermanos y mejores amigos, asociados a lo indispensable para caminar, porque es imposible hacerlo solo; y el amor a quien nos complementa, asociado a mil cosas más, incluidas el deseo, la pasión, la fuerza, la entrega, el amor en tonos diferentes, el que nos arranca lágrimas, y carcajadas, el que nos hace esperar y espera por nosotros, el que nos escucha y muere por ser escuchado, el que nos conoce tanto y más que nosotros mismos, el que nos repite que nos ama más veces durante nuestra vida, porque somos solo mitades a la espera de ser completadas.

Uno junta esos momentos de risa y nos hacemos felices, y nuestra felicidad siempre y con seguridad, ahora en adultez, está vinculada a ese amor que describimos hace un instante.

Quizás se nos permita darnos un tiempo antes de conocer la verdadera dimensión de lo que pretendo expresar, a veces cuesta borrar de la lista de requisitos, esos asociados a lo superficial del asunto, a una cara bonita, a un cuerpo joven, a una actitud estelar, a notar que lo que se pretende realmente es una cara sonriente, un cuerpo para nosotros, y una actitud cómplice. Hoy no me siento viejo, pero si capaz de saber qué es lo que quiero: quiero volver amar para poder ser realmente feliz.

Sé que haré esta ruta mil veces más, la casa de mis padres seguirá ahí, y los árboles y el calmo silencio me acompañarán siempre, solo que espero que la sonrisa que hoy fuga de mi rostro, libre y sincera, esa que fue alimentada por el amor pasado, y por el que vendrá, me acompañe siempre y me permitan ser feliz y hacer feliz a alguien más.

martes, 6 de julio de 2010

Mi mejOr AmiGo


Mi mejor amigo

Alex despertó en una cama extraña, tras una noche de bebidas, baile, y oscuridad, no recuerda mucho, solo sabe que bebió de más, se sintió el rey de la fiesta, regaló besos por doquier, y ahora que mira bien, y descubre a alguien a su lado, tan desnudo como él, sabe que regaló algo más, y lo peor es que no recuerda bien como fue.

Sabe que estaba eufórico, el había confesado a su mejor amigo que era gay, y que rogaba por conservar su amistad, el mejor amigo lo miró a los ojos, y le dijo que no era preciso explicar detalles, que él ya lo había notado, y que era más fácil de esa forma entender su amistad, porque él era gay también, activo preciso , pero gay al fin y al cabo, esa noche de confesiones, lo llevó por primera vez a la discoteca.

Alex estaba en sus 18, muy bien llevados, delgado, no muy alto, castaño, de pelo facial crecido, de mentón cuadrado y gafas de aumento de montura aérea, el pelo largo, algo ondulado y tirado hacía atrás, usaba una liga para sujetarlo al jugar futbol, deporte con el que se llevaba a la perfección. Como resultado de esa práctica tenía unas piernas perfectas, de muslos fibrosos y nalgas delineadas, nunca había estado con un hombre, pero sabía que le gustaban y sentía que ese gusto no estaba en penetrar si no en ser poseído.

La confesión fue el pretexto para explorar nuevos espacios, la discoteca, de ambiente y de moda, estaba en pleno, viernes por la noche, noche de jóvenes, cada quien más producido que el otro, Alex usaba el jean que había descartada hacía un año, le ajustaba y se notaba gastado, unas zapatillas de suela muy delgada y azules, un polo blanco entallado, y el pelo sujetado con esa liga, que delineaba su rostro juvenil y atractivo, le brillaban los ojos, fue la atracción de esa noche, nadie lo conocía y todos querían conocerlo, le invitaban de beber y él aceptaba, lo sacaban a bailar y él cedía, lo rosaban, lo tocaban y él no se molestaba, se sentía en la luna, mientras perdía poco a poco la conciencia de lo que ocurría.

Recuerda vagamente que alguien lo sacó del lugar, lo subió a un taxi mientras toscamente lo besaba, y él en esa conciencia de permitirlo todo, aceptaba esos besos rasposos y de lengua agresiva en sus labios tiernos y poco explorados, se animaba de tiempo en tiempo a corresponder las visitas linguales, pero prefería no hacerlo mucho en cierto recuerdo de inexperiencia, el carro se detuvo en un hotel, ambos subieron raudamente a la habitación sin preocuparse del pudor, las ropas fueron por los suelos, y la seducción fue escasa antes de la penetración, recuerda intensamente ese dolor urente, grosero, y que se fue distanciando , ahogado en gemidos y mordiscos.

Al despertar, se puso en pie, vio su cuerpo desnudo, marcado de secuelas, adolorido e iniciado, miró a su acompañante con la vergüenza del anonimato, contempló sus formas desnudas recostadas boca abajo a su lado, miro su talla alargada, el tórax delgado, las nalgas saltonas y pequeñas, las piernas flacas pero torneadas, el vello escaso, los pies perfectos, observó por instantes, antes de sonreír para sí mismo y reconocer en ese cómplice a su mejor amigo, al incondicional, al que esperó durante años de amistad a que llegase esa confesión sincera no insinuada ni buscada en tragos ni tristezas, a quien ya quería, sin saberlo.

Lo miró durante un instante interminable, y atinó a recorrer sus hombros con su brazo recostado sobre sí, y a abrazarlo fuertemente, él abrió sus ojos, y le respondió profundamente con solo la mirada, en ella, él sintió un “te quiero”, para responder en voz alta y sin temor “Yo también”.