lunes, 30 de noviembre de 2009

VII. Vivir de Recuerdos


VII. Vivir de recuerdos


Al cerrar los ojos e intentar poner la mente en blanco, nos encontramos con mil impedimentos, imágenes, sonidos, sabores, olores, sensaciones, invaden esa pretendida calma mental. Nunca he podido abstraerme totalmente, no sé si en mi nueva condición, pueda hacerlo, en todo caso, uno busca recuerdos agradables para poder conseguir esa calma que se pretendía con esa “mente en blanco”.


Los recuerdos más evocados, deben estar vinculados a los mejores momentos, lo sombrío o asociado a lágrimas, debe permanecer en ese espacio antagónico que se destina a lo que se debe olvidar, creo que esa es la principal razón de mi nuevo status, estoy ausente de la vida, porque no pretendía acarrear recuerdos de ese tipo, y como estaba convencido de que éstos iban a predominar preferí evitarlos.


Hoy cierro mis ojos y recuerdo cosas cálidas, y me veo riendo, cosas que jamás deba olvidar. Recuerdo a mi madre sonriendo, no sé por qué, pero era conmigo, y yo muy crio, su aroma a limón, muy fresco y en verano de vestido blanco con florecillas amarillas, su pelo largo recogido en una cola, y un cerquillo ocultando su frente, me miraba y extendía sus manos a mí, sigo sin recordar por qué, creo que era feliz viéndome y yo mucho más sabiéndola conmigo. Mi padre, el día que me prestó por primera vez su auto, lo noté serio y marcial en sus indicaciones, pero intuí su orgullo por mi logro, y su confianza, mil cosas más de la niñez y la casa familiar, pero también cosas mías, hasta hoy negadas para el resto, pero existentes, recuerdos propios.


Recuerdo a Miguel, y ese es un recuerdo solo mío, y que solo hoy me atrevo a comentar, recuerdo su mirada intensa, su imagen atrevida, algo desordenada, pero seductora, disimulando en un atuendo desalineado, una figura atlética envidiable y que él se esmeraba en conservar, sudando sanamente a puerta cerrada y con un equipo de gimnasia improvisado y diciéndole al resto que ese cuerpo era innato y que no se preocupaba de esas cosas. Recuerdo su pelo crespo, que al dejarlo a su albedrío llegaba a caer sobre sus hombros haciéndose risos en la ruta, su barba crecida, pretendiendo proyectar esa imagen de niño malo pero tierno. Sus manos de dedos largos, y suaves, de perfectas uñas, los tatuajes de su piel, hombros y espalda, alguna de esas marcas me pertenecen, estoy seguro de eso, puedo precisar sus rincones, sus aromas, su ritmo cardiaco en calma o excitado, se que a él, una fragancia de madera y hierba lo hacen ser distinto a cuando usa cítricos y flores, recuerdo sus besos, húmedo conflicto , audaz e insinuante, sus caricias siempre por rutas inequívocas.. en la búsqueda de lo que pretendía, su forma de tenerme, de hacernos el amor, o a veces solo de poseernos, el roce de su piel áspera, pero para mí perfecta, el aroma de su aliento a chicle de mora, el tono de su voz al gemir, y su insinuante y directa forma de pedirme cosas osadas, te recuerdo tanto y tan perfectamente, sonrío ahora que narro y hasta me excito, no fuiste el único, pero si el que prefiero recordar, porque fue perfecto, y eso nos lo dio el paso del tiempo, la posibilidad que nos dimos por conocernos y el amor que llegué a sentir por ti.


Es magnífico tener estos recuerdos, gratos, hay cosas desagradables, pero no las evoco, no lo necesito, mi balanza se inclina por la sonrisa, y eso me tiene en paz, esa paz, que comenté hace unas líneas, no hubiera conseguido estando allá, tras lo ocurrido, aquello que ahora tampoco quiero recordar.


Escucho a Lennon, su inspiración me tranquiliza, viví plenamente, seguí sin saberlo sus preceptos, disfruté mis momentos, no me preocupé por el mañana, no planeé mucho, salvo lo indispensable, pero tuve seguridad en lo que hacía, la vida es lo que pasa mientras uno planea que hacer, decía, y sin saberlo le hice caso, nunca me vi viejo, ni a los que quiero conmigo, nunca ahorre para los años que vendrían, no compre una casa ni la planifiqué, no compré un auto nuevo pensando en cambiarlo en 5 años, viajé, comí y bebí plenamente, eso esta acá en mi mente, forma parte de esas cosas que evocaré siempre, claro, siempre que me sea permitido intentar poner mi mente en blanco, y encontrar el pretexto perfecto para recordar, para recordarte.


jueves, 26 de noviembre de 2009

ThanKs !


Si el contador es confiable, hace poco pasamos las 2000 visitas, asumo que varias de esas deben de ser mias, pero, honestamente, no todas, gracias a quienes aún se mantienen pendientes, o por lo menos le permiten a su oscio, acompañarme, y mas aun animarse a escribirme, incluso cosas que como pueden ver, no ha sido posible publicar.

mi gratitud y compromiso


CarlosD

VI. Ella al rescate


VI. Ella al rescate


Todo varón que ha sentido la atracción por algún otro, y más aún si se ha visto rodeado de la idea prejuiciosa de que eso es malo, ha pensado, en algún momento, en que el asunto puede remediarse probando lo convencional, buscando en ellas la posible cura al tormento de ser gay, tormento que se convierte en una realidad, que no es tan mala, solo más audaz, diferente y con encanto propio.


A María la conocí en la universidad, estudiaba psicología, era ligeramente más alta que yo, de pelo negro largo y de rulos, cara alargada, nariz recta pero notoria, ojos grandes de ángulos distales elevados, pestañas largas, escasas cejas, boca pequeña de labios gruesos, sus orejas eran grandes, pero no se veían mal, es más, no se llegaban a ver, la cabellera las cubría con comodidad y soltura, tenía el cuello largo, la figura muy delgada, escaso pecho y escasas nalgas, pero ambos segmentos presentes y resaltados por la forma de vestir de María, mi ex.


Ella fue la elegida para ese momento de crisis gay en la que necesitaba que me rescaten, la había visto varias veces beber sola una botella de agua, sentada en la cafetería del campus, leyendo una novela distinta cada vez. Esa tarde me acerqué y le pregunté qué era lo que leía, fui exageradamente insinuante y ella generosamente complaciente, no recuerdo bien el breve cortejo, caminamos a su casa varias veces, hablamos estupideces, aquellas que se estilan, alabábamos nuestros gustos y nuestras coincidencias, nos besamos al despedirnos, hasta que le pedí que fuese mi enamorada y resignada aceptó.


Anduvimos juntos tres meses, el primero fue muy social, creo que le gritaba al mundo que yo tenía enamorada y que era tan macho como todos, nunca soltaba su mano al pasear por la universidad, la besaba exageradamente, sin necesariamente desearlo, algunas veces de discoteca, pasado en tragos, la dejé de lado, y ella siempre me rescató de otros grupos. El segundo mes, el entusiasmo bajó y yo batallaba conmigo mismo para negarme a mis reales sentimientos y conservarla.


Al tercer mes, los besos cambiaron de tono, y sentí su pedido subliminal para que la tocase, para que pudiese apretarla más de lo debido y rozarla en aquellas zonas que me eran indiferentes, y que por otro lado, podrían delatar mi desinterés.


El día tenía que llegar, fui mi primer y único intento, y el origen de una amistad de odio interesante, fue en su casa, una tarde en ausencia de sus padres, cuando tirados en su cama, entre besos y un interesante programa de tv, ella me obsequió un preservativo, y me pidió que lo comportásemos, no supe que decir, es más no dije nada, me quedé en silencio, mientras ella retiraba mis pantalones y mi chaqueta, quedé semidesnudo y sentí frio, y miedo, ella llevaba un vestido verde, de tirantes, que retiró en un solo movimiento, mientras se sentaba sobre mí , con las piernas abiertas, descansando sus partes en las mías, sentí pánico y quise desconectarme, intentar excitarme, no pude, luego pensé en ellos desnudos, mientras ella me besaba y con su mano guiaba la mía a sus pechos erectos y hacia su entre pierna, logré una ligera erección, pero no fue por ella, si no por la orgía de conocidos y otros no, que armaba en mi mente a ojos cerrados.


La batalla duró pocos minutos, no logre siquiera calzarme el uniforme de jebe, ella se bajó, no me cuestionó, solo me abrasó y me preguntó si en realidad me agradaban las mujeres, o me estaba engañado y engañándola a ella, atiné a decirle que jamás la había engañado, pero con respecto a lo otro, no lo sabía en realidad, ella se rió, me dijo tienes 22 y no lo sabes, no seas gracioso, se vistió rápidamente y me pidió que me marchase, yo no supe que hacer, solo le dije que lo sentía, ella me miró con odio, o con ternura, nunca supe distinguir en ellas esas emociones mudas, y me siguió con la mirada mientras me terminaba de ponerme el pantalón y salía de su habitación y de su vida.


Sé que lloró por mí, en ese entonces y ahora más, que me quiso, que nadie conversó como yo, que nadie la hizo reír como yo, y que nadie le hizo el amor como yo, sin hacérselo siquiera, que fui especial, que fui diferente, que estaré en su corazón, que me rescató de mi estupidez, que me probó que era falso al besarla, al intentarlo siquiera, que no era yo, que no era quien quería ser, ni quien ella esperaba que fuese.


Gracias María, por haberme querido, así como fui por no decirle a nadie, por tratarme con cariño cuando las cosas acabaron, por decirle al resto que nos dimos cuenta que lo nuestro no iba a mas, pero que éramos amigos, que fui un enamorado lindo y hasta apasionado, gracias por mostrarme como no fui, pero como los demás esperaban que fuese.

lunes, 23 de noviembre de 2009

V. De Amores


V. De amores


Conocí a Daniel en la universidad, el estudiaba en la facultad de enfrente, y acababa de ingresar a la carrera, yo ya andaba por el tercer año, y esa era nuestra diferencia de edades además, no era lindo, pero era especial, desde que cruzamos la mirada por primera vez, supimos que algo iba a pasar entre nosotros, y así fue prontamente.


Una tarde coincidimos a la espera de la movilidad, y atrevidamente, me propuso iniciar la caminata por la ruta en la que ambos coincidíamos, yo acepté, algo dudoso, ya que no lo conocía, pero como me gustaba, no me hoce de rogar, hablamos un montón y al despedirnos cambiamos correos electrónicos, y desde ese momento empezó el coqueteo virtual y hasta insinuaciones sexuales, seguidas de risas en red, y de la promesa de cumplirlas.


Una tarde me invitó a su casa y las cosas se dieron, terminamos desnudos en su cama, tras haber intentado hacer el amor, no resultó fluido, fue torpe, y algo incomodo, su inexperiencia y la mía, hicieron dominio de esa tarde, pero no sentí pudor, ni molestia, quedamos en repetir la faena, corrigiendo aquellas cosas que nos parecieron fallidas.


La última vez que hicimos el amor, fue pleno, disfrute hasta de sus olores, que se fundían en los míos, de su respiración, que marcaba el paso, y de esas expresiones del dolor pasional que genera el ingreso y la salida rítmica de los cuerpos en los cuerpos, y que se manifiesta en gemidos cálidos que manifiestan mucho más que solo placer. Fue casi perfecto, ya que la perfección, por ponerme a la perfección como meta, aunque no sabría como distinguirla después de lo logrado con Daniel. No sé si lo amé, pero fue único, y reí mucho con él, estuvimos juntos casi un año, y al partir él, en esas decisiones adolescentes, quedamos en no comunicarnos, para no extrañarnos, ya que fue el destino, aquel en el que otro manda, sus padres en este caso, los que lo hicieron partir fuera del país, y permanentemente, Daniel, lo siento, esto que he hecho es algo que no podía evitar, sé que me entenderás, ya que mis pecados, han contado siempre con tu complicidad, viéndolo así, me ratifico, no sé si fue amor, pero fue complicidad perfecta, exclusividad y placer.


Tras él, fui muy casual, esporádico, y a veces abstinente, de extremos creo, no la pasé mal, disfruté de lo que mi cuerpo me podía brindar, elegí y creo que no permití ser elegido, jugué, y creo que no me di cuenta si jugaron conmigo, no la pasé tan mal, así que esa página en esta historia, la de mi vida, puede cerrarse con una sonrisa, sin pendientes, lamentos ni arrepentimientos.

jueves, 19 de noviembre de 2009

IV. Reconociéndome


IV. Reconociéndome


Nunca me había detenido a verme con detalle, bueno en realidad creo que no fui tan superficial, siempre estuve limpio, no dejaba que las uñas crezcan demasiado, el cabello arreglado, los dientes lustrosos, y el atuendo que correspondía siempre limpio y planchado. Pero hay cosas que van más allá de esa norma de convivencia aceptada que es el estar limpio, hay cosas que pueden incorporarse, para lucir mejor, aquellas cosas que dan muestra de autocariño, y de cierta vanidad.
Mi pelo luce ordenado ahora, siempre quise tenerlo algo ensortijado pero la naturaleza me dotó de un cabello excesivamente lacio, el peinado del día solo duraba lo que demoraba en secarse el pelo, y tras eso, recobraba vida propia, una vida erguida mirando al cielo en mil posiciones independientes cada cual de la otra, “rebelde” me decía a mí mismo, como buscando un pretexto para consolarme, pero ahora que me veo, creo que debí generarle algún cambio, dotarlo de algo de brillo, y de algún aditamento para peinar, gel o crema, hubiese servido para marcarle la ruta a esa reacia cabellera tan independiente, y que a veces creo que fue motivo de burla, pese a eso, debo alegrarme que pese a mi edad, no pinté canas (mi padre las tuvo desde los 18 y ese defecto se arrastra ) ni sufrí de bajas; luce negro y poblado.


La piel de mi rostro no brilla tanto- Hace unas semanas, lucia encendida, siempre me queje de eso, y no hice nada por remediarlo, las imperfecciones, secuelas de la varicela y de alguna que otra magulladura siguen ahí, pero no se muestran tanto como cuando el rostro brillaba, caray, que reacción tan tardía. Me gustan mis cejas gruesas, poco faltó para que se fusione una a la otra, los ojos grandes de ese color cielo que prestó mi madre, aunque las ojeras marcadas, suelen opacar su brillo imponente, tantas noches de desvelo y algunas de ellas humedecidas por el llanto, mi nariz recta, algo gruesa, pero simétrica, unos vellos protruyen, que descuido, la piel afeitada, aunque azulada por lo hirsuto de mi naturaleza, como me hubiera visto con barba?, no me brindé esa oportunidad, creo que no me hubiese quedado mal, fui poco afín a variar, y ahora me lamento de no haberme visto en todas mis posibilidade; los labios delgados, muy delgados, rojizos, el cuello largo. No me veo mal, pero quizás puede haberme visto mejor, que tardía reacción.


Mi cuerpo es algo flojo, no soy ni gordo ni flaco, pero tampoco hay excesos ni carencias, no permití que se noten pese a mi mal, mucho vello, bonitos hombros, varios lunares, nalgas redondas, y un miembro viril promedio, así lo creo, optimistamente, alguna vez rasuré la zona pélvica y me sentí gigante, fue un experimento, pero mi ego se sintió complacido, debí mantenerme en esa costumbre, hubiera impresionado con solo verme a más de uno de mis ocasionales acompañantes, mucho antes de tener que sentirme. Siempre me gustaron mis pies, de dedos largos, pálidos, de uñas bien cuidadas, por mi claro, creo que el mayor de los esfuerzos personales, se dedicaban a ese segmento corporal, aunque poco lucido, creo que perdí la brújula de mi vanidad.


Ahora que en calma analizo mis rincones, me doy cuenta de que pude hacer más por mí, no me hubiese costado mucho, el resto se beneficiaba y sobre ellos yo mismo, dicen que aunque sea tarde, valen las reflexiones, ya no serán para mí, pero sí para quien me lea, total es cosa de quererse, y hacer que ese amor que nos tenemos a nosotros mismos, sea reconocido por el resto.

sábado, 14 de noviembre de 2009

III. Viendo atrás : Placer forzado


III. Viendo atrás : Placer forzado


Hoy el tiempo es mi aliado, puedo disfrutar de él, sin temor a sus límites. Me he dedicado a ver hacia atrás, calmo e inmerso en mi propio silencio. Veo mi vida pasar en mil escenas, como las fotografías de un viejo álbum, hay fotos coloridas y otras no tanto, pero todas me pertenecen ya que me veo en cada una de ellas.


Seleccioné una foto de tantas, algo triste, ya que aparezco en llanto mirando a la nada, recuerdo claramente ese día; hay cosas que por definición son malas, una de ellas, muy grave para cualquiera, no lo fue tanto para mí, bueno, el contexto y la acción fue repudiable, pero la esencia, marcó mi vida y me hizo reconocerme tal cual soy.


Creo que cursaba el segundo año de secundaria, ahí por los 12 o 13 años, era menudo, algo flácido y delgado, me había retrasado en la clase de deportes y me quedé aparentemente solo en los vestidores del colegio, salía de la ducha, y al salir del bañó note que no estaba solo, Alonso un chico de último año estaba sentado frente a los casilleros, desnudo, y me miraba fijamente mientras se masturbaba, yo sentí cierto temor, Alonso era el jugador de futbol más destacado del colegio, era alto, y de contextura atlética, no muy guapo, pero siempre rodeado de gente guapa, quise retornar a las duchas, pero él se puso de pie y avanzó hacia mí, no supe que hacer, me quedé paralizado , él no dijo palabra alguna , solo empezó a tocarme, arrancó la toalla que rodeaba mi cintura y con una de sus manos cogió mis nalgas y las apretó fuertemente, mientras con la otra seguía friccionando su pene, erecto e imponente, yo empecé a temblar, y me veo temblar ahora que recuerdo esa escena, recuerdo que me causaba dolor con esa mano tras de mí, al cabo de un minuto subió su mano hasta mi cabeza y me condujo tirando de mis pelos hacia su pene, me susurro una advertencia sobre lo delicado que debiese ser y me hizo practicarle sexo oral, algunas lagrimas corrían por mis mejillas, mi corazón latía rápido, y mi pene se erectaba sin yo poder evitarlo, estaba acaso disfrutando?, él notó lo que me ocurría y prontamente me puso de pié , me giró enfrentando su pene a mis nalgas , humedeció su pene con saliva y lo introdujo bruscamente en mí, yo gemí fuertemente y el empezó con un vaivén que concluyó rápidamente en dentro mío, retiró rápidamente su pene, y susurró carca a mis oídos, la amenaza que me impedía comentar lo que había pasado esa tarde. Yo regresé a la ducha, me di nuevamente un baño y mientras el agua caliente rebotaba en mi piel, me masturbé recordando lo que me acaba de ocurrir.


Fui violado y me gustó, cada vez que me crucé con Alonso durante ese año, mi cuerpo se manifestaba extrañamente, me sudaban las manos, mi corazón saltaba, y yo rehuía a su mirada, pero interiormente quería coincidir e insinuarme, quería poder repetir lo que ocurrió esa tarde, pero hacerlo bien, asociarlo a besos y caricias y en un lugar más intimo.


Yo soy gay, o fui gay, Alonso no descubrió nada nuevo en mí, yo ya sabía cómo sentía, él solo fue esa primera vez, triste y forzada, pero irrepetible. Esa tarde regresé a casa, y abrí la ventana de mi cuarto, dejé que el viento me golpease el rostro, creo que no me sentía ni sucio ni malo, lo que se hubiese esperado en cualquier caso de sexo forzado u obligado, me sentí triste por la forma de esa primera vez, que suponía debiese ser única, y por eso lloraba, y esa es la foto que hoy contemplo en este álbum de recuerdos que me he propuesto hojear, por que el tiempo me sobra.

lunes, 9 de noviembre de 2009

II. Potenciando mis sentidos


Potenciando mis sentidos


La oscuridad potencia mis sentidos, a un inicio no podía ver nada, pero escuchaba más claro que nunca, distinguía el ruido al doblar un papel, el aleteo de una mosca, la agitada respiración de aquellos que me rodeaban, esos pequeños sonidos, sobresalían al llanto, a algunos gritos y expresiones agresivas de frustración e impotencia, alguien se preocupó de pasar a segundo plano esas sensaciones, creo que si Dios existe, él es el responsable de esta paz, y despreocupación por el dolor del resto. He podido oler con placer, nunca antes, en mi vital paso por varios rumbos había reparado en el olor del agua cuando cae del cielo agitando la calma, el olor del viento , que arrastra fragancias verdes, de campo o de azules desde el mar, dependiendo del camino que haya tomado. El aroma del hombre, de la forma en que siente, si ríe, o llora, si está triste o alegre, si ama u odia, uno puede distinguir esas diferencias, y direccionarse a quien emana las más delicadas fragancias o los más agresivos olores, dependiendo de lo que se persiga , de la complicidad que busquemos en lo que nos rodea.

Y los olores seducen además al gusto, siento el olor cítrico de las ciruelas y puedo saborearlas, siempre las preferí entre las frutas, el olor a jazmines, que es el olor de mi madre, me permite saborear sus guisos y panes, el olor del tabaco, que me deja recordar su sabor, aquel disfruté tanto desde que me fue permitido, así como el del café , negro y sin azúcar, que acompañó mis mejores noches, esas que en soledad, me permitían la calma que hoy me espera eternamente.
Nunca el tacto fue tan rico en texturas, he podido ponerme en las cosas, no sobre ellas, ni cerca a ellas, si no en ellas mismas, he distinguido lo suave, lo rugoso, lo áspero, lo tibio, frio y lo cálido, y he podido reconocer que me gusta sentir, que es placentera una textura nueva, que puede hacerme feliz, por más simple ésta sea.

Nunca antes al cerrar mis ojos había disfrutado tanto de mi entorno, nunca había priorizado lo bueno del resto, no discriminaba, permitía que lo exagerado o estruendoso, que la bulla y el caos, sea aquello que impresione a mis sentidos, cuando todo lo demás estaba siempre ahí, y me reclamaba, y me hubiese permito la calma, la risa y muchas cosas más, que prefiero no evaluar por temor a arrepentirme nuevamente.

Ahora veo que la luz se aproxima y me invade. No sé si quiero ver las cosas, ya que recibirlas con el resto de mis sentidos me ha hecho sentir bien, quisiera permanecer cegado más tiempo, pero creo que no se me permite, que así sea, ojalá y al abrir mis ojos, las cosas se mantengan en los colores que mi olfato oído, gusto y tacto perciben en este momento

lunes, 2 de noviembre de 2009

Pareja?




Una pareja.. que mas da…



Descubrirse gay es descubrir un sin número de cosas que nos hacen diferentes, o al menos distintos a lo que cotidianamente observamos a nuestro alrededor, si bien es cierto uno de cada diez nos acompaña en esta tendencia, son muy pocos aquellos que se muestran y que nos permiten compartir abiertamente esta especial “cultura”. Muchas de las cosas que uno va descubriendo, se consiguen tras una búsqueda direccionada, nos valemos de aquel único amigo y cómplice, o de la web y sus mil herramientas de búsqueda, o nos atrevemos a ingresar al mundo del ambiente en el que usualmente nos encontramos con tantos y más que nosotros, muchos incluso conocidos por otros canales. Con el tiempo, ya no nos sorprendemos de tales coincidencias.


Uno inicia su intercambio intimo, de muchas maneras, pero la más usual es aquella asociada a lo sexual, existe una tenaz cacería por internet, mensajes en espera, foros o salas de chat, además de redes sociales, desde las culturales hasta las más sexuales, éstas últimas las más frecuentadas, la otra forma es la concurrencia a espacios insinuantes, como saunas o fiestas con invitación explícita, aunque una discoteca de ambiente es también el lugar perfecto para salir acompañado y pasar un rato de sexual esparcimiento.


Con el paso del tiempo, podemos persistir en esa búsqueda constante de placer, mientras nos dé el físico y la apariencia, o podemos plantearnos una pregunta de proyección, ¿cómo quiero que sea mi vida amorosa en mi futuro?, la idea de una pareja, entonces, no se hace rara.
Cuando enfrenté esa disyuntiva, lo hice temeroso, no era niño, y aun así, en mi prejuiciosa mente, pensaba que entablar una relación gay ,más estable (y seria) me encasillaba definitivamente en ese grupo social algo mal visto, el de los gays y que era más sano, mantenerme bajo el perfil del anonimato y el contacto casual. Pero el alma pide compañía, complicidad, afecto permanente, calidez y verdad, fidelidad y crecimiento compartido, no estamos hechos para la soledad, necesitamos de la contraparte, si no la felicidad se nos escapa o es más, nosotros nos negamos a ella.


Hoy, me mantengo en mi espacio, y mis limites, he tenido la oportunidad de compartir parte de mi vida, y he sonreído frecuentemente en ese lapso, se acabó, no mal, pero fue una etapa que concluyó, mi disposición está ahí para encontrar esa risa frecuente nuevamente, he conocido varias parejas que han hecho de su vida en compañía una vida más plena, crecen juntos y su vida no es marcada por los señalamientos, si no por la trascendencia de sus contribuciones como personas o profesionales, al tacho esos prejuicios y sus miedos, es justo que la mente le abra el camino al corazón, y si está en nosotros esa capacidad de dar afecto, dirigirlo a la persona que escojamos, que estoy convencido pondrá de sí, para retribuir lo que se le brinda.




y cómo nos ha ido en esta ruta? podriamos compartir algo? valdría la pena?