lunes, 30 de noviembre de 2009

VII. Vivir de Recuerdos


VII. Vivir de recuerdos


Al cerrar los ojos e intentar poner la mente en blanco, nos encontramos con mil impedimentos, imágenes, sonidos, sabores, olores, sensaciones, invaden esa pretendida calma mental. Nunca he podido abstraerme totalmente, no sé si en mi nueva condición, pueda hacerlo, en todo caso, uno busca recuerdos agradables para poder conseguir esa calma que se pretendía con esa “mente en blanco”.


Los recuerdos más evocados, deben estar vinculados a los mejores momentos, lo sombrío o asociado a lágrimas, debe permanecer en ese espacio antagónico que se destina a lo que se debe olvidar, creo que esa es la principal razón de mi nuevo status, estoy ausente de la vida, porque no pretendía acarrear recuerdos de ese tipo, y como estaba convencido de que éstos iban a predominar preferí evitarlos.


Hoy cierro mis ojos y recuerdo cosas cálidas, y me veo riendo, cosas que jamás deba olvidar. Recuerdo a mi madre sonriendo, no sé por qué, pero era conmigo, y yo muy crio, su aroma a limón, muy fresco y en verano de vestido blanco con florecillas amarillas, su pelo largo recogido en una cola, y un cerquillo ocultando su frente, me miraba y extendía sus manos a mí, sigo sin recordar por qué, creo que era feliz viéndome y yo mucho más sabiéndola conmigo. Mi padre, el día que me prestó por primera vez su auto, lo noté serio y marcial en sus indicaciones, pero intuí su orgullo por mi logro, y su confianza, mil cosas más de la niñez y la casa familiar, pero también cosas mías, hasta hoy negadas para el resto, pero existentes, recuerdos propios.


Recuerdo a Miguel, y ese es un recuerdo solo mío, y que solo hoy me atrevo a comentar, recuerdo su mirada intensa, su imagen atrevida, algo desordenada, pero seductora, disimulando en un atuendo desalineado, una figura atlética envidiable y que él se esmeraba en conservar, sudando sanamente a puerta cerrada y con un equipo de gimnasia improvisado y diciéndole al resto que ese cuerpo era innato y que no se preocupaba de esas cosas. Recuerdo su pelo crespo, que al dejarlo a su albedrío llegaba a caer sobre sus hombros haciéndose risos en la ruta, su barba crecida, pretendiendo proyectar esa imagen de niño malo pero tierno. Sus manos de dedos largos, y suaves, de perfectas uñas, los tatuajes de su piel, hombros y espalda, alguna de esas marcas me pertenecen, estoy seguro de eso, puedo precisar sus rincones, sus aromas, su ritmo cardiaco en calma o excitado, se que a él, una fragancia de madera y hierba lo hacen ser distinto a cuando usa cítricos y flores, recuerdo sus besos, húmedo conflicto , audaz e insinuante, sus caricias siempre por rutas inequívocas.. en la búsqueda de lo que pretendía, su forma de tenerme, de hacernos el amor, o a veces solo de poseernos, el roce de su piel áspera, pero para mí perfecta, el aroma de su aliento a chicle de mora, el tono de su voz al gemir, y su insinuante y directa forma de pedirme cosas osadas, te recuerdo tanto y tan perfectamente, sonrío ahora que narro y hasta me excito, no fuiste el único, pero si el que prefiero recordar, porque fue perfecto, y eso nos lo dio el paso del tiempo, la posibilidad que nos dimos por conocernos y el amor que llegué a sentir por ti.


Es magnífico tener estos recuerdos, gratos, hay cosas desagradables, pero no las evoco, no lo necesito, mi balanza se inclina por la sonrisa, y eso me tiene en paz, esa paz, que comenté hace unas líneas, no hubiera conseguido estando allá, tras lo ocurrido, aquello que ahora tampoco quiero recordar.


Escucho a Lennon, su inspiración me tranquiliza, viví plenamente, seguí sin saberlo sus preceptos, disfruté mis momentos, no me preocupé por el mañana, no planeé mucho, salvo lo indispensable, pero tuve seguridad en lo que hacía, la vida es lo que pasa mientras uno planea que hacer, decía, y sin saberlo le hice caso, nunca me vi viejo, ni a los que quiero conmigo, nunca ahorre para los años que vendrían, no compre una casa ni la planifiqué, no compré un auto nuevo pensando en cambiarlo en 5 años, viajé, comí y bebí plenamente, eso esta acá en mi mente, forma parte de esas cosas que evocaré siempre, claro, siempre que me sea permitido intentar poner mi mente en blanco, y encontrar el pretexto perfecto para recordar, para recordarte.


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