viernes, 26 de febrero de 2010

El ProFe Y el AlumNo


El Profesor y el alumno

(Colaboración de CD)

Javier ha sido convocado a enseñar en una escuela de postgrado de una conocida universidad en provincia, bueno debe desplazarse cada dos fines de semana, desde Lima hasta Arequipa, distancia corta con la nueva ruta aérea y comodidad consecuente. Aceptó gratamente, además que el pago y la experiencia profesional no son nada despreciables, él es psicólogo de profesión, especialista en psicología del adolescente, campo que exploró en varias universidades europeas gracias a una beca integral.

En su primera visita al sur, sintió la necesidad de explorar la ciudad y su noche, llegó el viernes por la tarde y sus labores académicas se iniciarían el sábado tras el almuerzo, así que cómodamente podría transgredir esa noche.

Javier tiene 30 años, es un tipo muy tranquilo, ha terminado recientemente un noviazgo de más de 5 años, y nuevamente ha empezado sentirse libre, es pausado, fanático de la lectura y del alternativo en inglés, idioma que domina ya que su formación incluyo una estancia de un años en Londres; esta noche se siente diferente, lejos de su entorno, por tanto, anónimo, capaz de hacer las locuras mas ocurrentes y no sentir culpa, la ciudad ofrece en una única calle, una diversidad de opciones, bares, pubs, discotecas, y demás espacios, Javier es guapo, y esa tarde se dedicó a resaltarlo, se cortó el pelo, el cual usa normalmente largo, posee risos que se proyectan sutilmente sobre las orejas y la frente, la piel canela luce algo bronceada por el verano que acaba de concluir, posee ojos inmensos, muy expresivos, color caramelo, de pestañas risadas naturalmente, nariz recta, labios gruesos, un rostro varonil de mirada cautivadora, practica el tenis con regularidad , por lo que su cuerpo se halla en forma y ha heredado del padre unas nalgas que de pequeño lo avergonzaban, pero que hoy sabe que atraen más de una mirada, de ellas y de ellos también.

Un jean desgastado, un polo con cuello y de color celeste ajustado y corto, zapatillas de lona, el pelo humedecido, la barba ligeramente crecida, una fragancia a hierbas, chicle y a caminar por esa calle descrita.

Eran las 11 de la noche y se hallaba frente a la barra de un bar muy simpático, andaba por la cuarta cerveza tras dos de tequilas, un joven se acerca y lo interroga, Javier no recuerda mucho de la conversación, solo recuerda que hubieron muchas risas, la música no permitía hablar cómodamente, el chico era muy atractivo, alto, moreno, de pelo al ras, contextura mediana pero formada, Javier sintió una serie de sensaciones extrañas, mil veces vio a los hombres con ojos distintos y hasta con deseo, pero esta noche se insinuaba, lo rosaba, ignoraba al resto, total, él no existía en aquella ciudad, los tragos seguían circulando.

Manuel, como dijo llamarse este acompañante, se dejó seducir, o sedujo, y consiguió una retirada en pareja, al hotel de Javier, a donde llegaron pasadas las 4 de la mañana y en donde amanecieron entre roces desnudos caricias e intentos frustros de penetrar espacios no explorados, Javier tiene en su mente las forma tan perfectas de Manuel, sus nalgas, los muslos, el pubis depilado, el pene emergente tanto o más grande que el propio, los testículos colgando en la tibieza de la cama, las palabras sin sentido, el olor a menta y a alcohol, el sueño y el despertar acompañado de un pecado de la casualidad.

Al verlo por la mañana, lo despertó suavemente y le solicito que lo abandonase, Manuel se vistió raudamente y tras un cálido apretón de manos salió de la habitación. Javier desnudo frente al espejo, solo atinaba a mirarse largamente y a reír libre y casi feliz.

Corbata, saco y una laptop en la mochila, el aula llena, psicólogos en maestría, el coordinador hace las presentaciones del caso, Javier comienza la disertación con algunos chistes, arranca risas entre el auditorio e interroga ligeramente explorando sus conocimientos previos. Sus labios rieron sutilmente y su piel, tostada por el sol, se tintó de rojo, en la tercera fila y hacia la derecha, un joven alto y moreno, de pelo al ras y formas perfectas lo miraba fijamente, como delatando la coincidencia, grata para ambos por cierto.

Javier viaja sonriente cada dos semanas, no sale mucho, no lo necesita, la pasa muy bien, en esa ciudad sureña, se siente libre, y en complicidad, se ha descubierto mas interesante que antes, se siente nuevamente atractivo, acepta con generosidad lo que esa experiencia le ha dado a él y a su sentir, distinto y propio al mismo tiempo, el cree sentirse bien y está seguro que es casi feliz.

martes, 23 de febrero de 2010

SexO En Grupo!


Juego Grupal

Juan acudió a la consulta tras haberse contagiado con algunos parásitos genitales, tan comunes y al mismo tiempo tan extraños en una persona de su aparente actitud, es un adulto joven, tiene 24 años, profesional de la administración, y con pareja estable, bueno hasta ese momento en conflicto, por la razón obvia. Si bien es cierto el contagio, no es exclusivo del contacto sexual, ya que algún roce con ropa intima o de cama, contaminadas, podrían haber causado tal mal, la duda vinculada a la actividad sexual extraña (infidelidad para el caso)suele ser el reproche inicial, y la causa en más del 90% de los casos.

La conversación fue cómoda, inusual al tratarse de estos casos y tras el intercambio, saltaron preguntas y comentarios respecto a las actividades sexuales que involucran a mas de dos, el tema dio para rato, así que la conversación se extendió hasta avanzada la tarde. Juan me comentó que días atrás, un amigo lo convocó a formar parte de un trío, el nunca había experimentado dichas actividades, así que de curioso y morboso además aceptó sin muchos impedimentos, la cita se dio en un hotel de asquerosa apariencia (al asume en esa ropa de cama la causa de su mal), el no puso reparos debido a que los actores compensaban dicho detalle. Juan es de esos modernos que rara vez ha explorado su pasividad, los cómplices de esa tarde eran modernos, muy pasivos, así que tuvo que atender los requerimientos de ambos, sin estar seguro si los dos habían llegado a buen término una vez que él consiguió alcanzar su clímax. El asunto tras la faena, estaba en el cargo de conciencia, no solo por el acto de infidelidad, sino además por la vinculación extrema del sexo grupal, a un pecado más extremo que el ser homosexual simplemente. Un asunto de conciencia, más que de real trascendencia.

Creo que sexualmente, uno puede hacer lo que guste, incluso poniendo en riesgo la seguridad, es una decisión personal, ya de un modo racional, minimizar riesgos, sin apartarse de lo deseado, sería lo ideal, si la pareja consiente, o el grupo está de acuerdo y en disposición , porque no?.

Sobre lo fructífero del asunto, bueno habrán defensores y detractores del sexo grupal, quizás el sexo simultáneo tenga más aceptación, dos (o quizás mas) parejas en el mismo ambiente y teniendo relaciones al mismo tiempo, pero manteniendo la complementariedad en la exclusividad, sin cambios, enriquece el morbo y muestra cosas en la otra pareja que uno podría practicar también. Las cosas de a tres son complejas, siempre uno sale en menos, es disfuncional, o la plenitud no es pareja, siempre pierde el que termina en masturbación, salvo que su gusto máximo sea el ver y tocar simplemente. Las cosas en grupos mayores, son solo juegos, y muchas veces para públicos reducidos o algo enfermizos.

Muchas doctrinas religiosas encuentran en la vinculación de la pareja, en el éxtasis compartido, la única forma de comunión con el ser supremo, si bien es cierto la idea de pareja es la tradicional, desde el punto de vista gay , habría que defender, que las sensaciones de plenitud son las mismas, se ven las mismas estrellas, por lo tanto la relación de a dos, es la que debe primar en nuestro común comportamiento. La masturbación es plenamente funcional, pero el sexo gay, es el menos conflictivo de aquellos que involucran a más de uno, así que participar en grupos de a 2 es la mejor forma de encontrar placer, e incluso realización sexual.

Realmente estas son solo opiniones, Juan está seguro que para experimentos, basta una vez, sobre todo con este tipo de consecuencias, no solo las de salubridad, sino además las que han puesto en riesgo una relación de a dos, y de mucho tiempo compartido ya.

miércoles, 17 de febrero de 2010

RomáN y RomiNa


Román y Romina

Román conduce a casa apresurado, se afloja la corbata que lo empieza a asfixiar, sale del parqueo con el saco en la mano y apurando el paso, entra a casa, su mamá lo mira preocupada y le cuestiona sobre la necesidad de su cena, él en pocas palabras manifiesta su apuro, entra a su habitación, se desviste rápidamente y se coloca un buzo holgado, sale rápidamente besando a mamá en la frente--- nos vemos mañana.

Román es ingeniero de sistemas, trabaja en el área de cómputo de un banco, pero tiene un trabajo adicional, de noche, en un club gay, baila trasvertido, y suele ser la atracción de la noche, en casa no saben nada al respecto. Román tiene escondida a Romina. Ella vive en un cuarto cercano al bar, ahí deja sus indumentos y demás accesorios, ahí llega apresurado tres veces por semana, se transforma y es otra persona, regresa en la madrugada a dicho espacio, para de ahí enrumbar al banco.

El ambiente es pequeño, es solo una habitación y un baño, posee una gran ventana que da hacia una avenida muy transitada, posee una cama amplia vestida en colores, para crear el un ambiente distinto para aquel acompañante ocasional que seleccione Romina, un perchero saturado de boas de plumas, chalinas plateadas, mucha escarcha y lentejuelas y un gran tocador, con un amplio espejo de tres cortes, lateralmente ladeado, para apreciarse en toda su dimensión.

Esta noche llega tarde, se desnuda rápidamente y se observa frente al espejo, es bello, mide 1,83 cm, y es delgado, su pelo es muy corto y castaño, las cejas ralas y los ojos almendrados, la nariz pequeña y respingada, los labios gruesos, los dientes alineados y muy blancos, el cuello largo y aristocrático, los hombros estrechos, el tórax recto, con un abdomen plano y marcado, el vello del pecho y abdomen depilado, al igual que el de sus extremidades inferiores. Sus piernas son torneadas, sus muslos pronunciados, los mismos que crean una sensación de caderas, sus nalgas son redondeadas y prominentes, es bello.

Entra presuroso y se da un baño, se seca con delicadeza, pone música suave, Travis , y se sienta frente al tocador, se mira lateralizando el rostro, inicia la primera capa de base y luego otra, utiliza un rubor tenue en las mejillas y lo remarca hacia los cigomáticos, luego se dedica a sus ojos, los delinea en negro y grueso, utiliza sombras escarchadas, en tonos de verde , fusionadas con sus cejas, las mismas que refuerza a lápiz, coloca unas inmensas pestañas sobre sus parpados, plateadas en esta ocasión, delinea su boca en rosa suave pero colorea los carnosos labios en un tono fucsia que resalta plenamente.

La peluca de esta noche es plateada, disimula su masculinidad, traccionándola hacia atrás, utiliza una ropa interior muy ajustada que evita que escape alguna protuberancia, el atuendo: un pantalón corto de charol, medias negras panti, un saco ajustado de mangas cortas, de charol negro también muy ceñido, botas altas, hasta las rodillas y con una plataforma que hace dificultosa la marcha, pero Romina es experta.
La rutina se inicia a las 12 de la noche, las luces la ciegan, pero ella domina el escenario, la música es intensa, la gente está animada, recibe mil piropos, dulces y agresivos, ella baila, la elevan por los aires, seduce, provoca. Solo es un número, pero se extiende por más de 30 minutos, una vez finalizado el show, desciende del escenario ayudado por sus bailarines, deambula por el bar, conversa, recibe saludos y propuestas, se niega a todas, ya que ella decide con quien escapar, escoge a algún acompañante ocasional, y lo invita a compartir la noche, esta vez un hombre bajo de cuerpo atlético, un oficial del ejército según precisó, ambos bajan a la cochera, se suben al auto de la bailarina y enrumban a esa cama colorida.

La noche es intensa, y tras una hora de juegos el acompañante es invitado a irse, ella termina de convertirse en Román, y duerme unas horas antes de de iniciar su día, sale con saco y corbata, camina marcial, va rumbo al coche, llama a su madre y le dice que fue una noche tranquila en la oficina a la que se supone apoya en ese turno, se dirige al banco, saluda a sus compañeros con fuertes apretones mano, se gasta bromas respecto a las ojeras dibujadas en su rostro, Román afirma, cuando entre risas, le comentan que la noche parece haber sido brava, que alguna niña debe haber perturbado su descanso, el sonríe y ratifica --ya la conocerán-- ya la conocerán—.



sábado, 13 de febrero de 2010

El Amor: UnA Patología eXclusiVa del ser huMano




Amor: Patología exclusiva del ser humano

¿Has estado enamorado?--- en realidad no lo sé--- entonces puedo asegurarte que no lo has estado.

El amor existe, y tiene formas únicas y distintas al mismo tiempo, existe entre él y ella, entre ellas o entre él y él, siempre comparte algunos síntomas que lo hacen un típico caso de amor, un síndrome complejo matizado con sentimientos propios que se comparten, y si hay suerte, son recíprocos.
Cuando no se logra pensar en mil cosas para fugar del rostro que extrañamos y que ocupa toda nuestra mente, cuando el ritmo cardiaco se acelera con solo olerlo, u oírlo, cuando sacrificamos nuestro tiempo para hacer algo por él, algo que no espera, pero que sabemos que le agradará, cuando nuestras historias utilizan su nombre repetidamente, y el resto lo nota y comenta, entonces es que estamos padeciendo de ese mal.

No existe método de ayuda al diagnóstico, la historia es como la que se comentó líneas arriba, y el examen físico revela detalles simples, una cara ausente y al mismo tiempo feliz, un corazón rítmico con fugas en acelerada cuando existe el estimulo que provenga de él, a veces sudoración, muchas veces deseo somatizado en formas sexuales y no sexuales.

El tratamiento es simple, hay que convivir con él mal, darle dosis paliativas de frases reconfortantes, disminuir la fiebre con la compañía del causante, y permitir sentir esa necesidad, extrañar, evocar con alguna canción, con algún aroma o imagen mental de plenitud o de mutua felicidad. Permitirse ese mal, es lo más grande que podamos pedirle a quien nos provee de fe, Aquel que nos permitirá enrumbar a otras vidas con la sensación de haber hecho en ésta, lo mejor posible, y de haberlo hecho en la complicidad perfecta, en la complicidad de quien se ama.

--- Si he estado enamorado--- por supuesto, y doy gracias de haber padecido ese mal tan grato, de engrosar el grupo de aquellos despistados sonrientes sometidos a la complicidad de quien comparte el mal en reciprocidad. ¿Si me han amado?--- al menos eso me hicieron creer---, y fue perfecto, ¿si aun me aman?, quizás él ya no, pero me mostró que es posible y que puede que enferme varias veces hasta hacerme felizmente terminal , es cosa de contagiarse nuevamente; no busco el mal, pero sí me someto a sus síntomas, si me cruzo con algún causante en esta ruta que por el momento camino solo.

Los días como hoy, los 14 de febrero, se hace racional ese sentimiento que realmente carece de razón, se evoca su teoría, y se materializa su expresión, es bueno que esto se permita un día al año, pero debe recordarse que no es preciso un día para sentir aquello que nos hace distintos, especiales y humanos, nuestra capacidad de amar, y de permitir que nos amen.

viernes, 5 de febrero de 2010

Joseph y Bill (y Malvin)


Joseph y Bill
(y Malvin)

Joseph retornaba a Lima después mucho tiempo, no recordaba nada de esa ciudad, salvo historias escuchadas en casa, partió muy pequeño a vivir a Nueva York, por esas cosas del trabajo del padre, y desde los 6 años, su país fue otro, hoy concluía sus estudios de música en una prestigiosa academia de esa bohemia metrópoli, tocaba el violín en una orquesta de cámara, pero además tocaba la guitarra en una banda de alternativo con varios de sus compañeros de estudios, todos gays, como él. Se hacían oír en varios de los lugares de moda de dicha ciudad.

Hoy retornaba a Lima a visitar a sus abuelos, a reencontrarse con algo de sus orígenes. Su estancia estaba programada para ser breve, así que sus planes eran así de casuales también. A la espera, había dejado a Bill, su pareja, compartían la afición por la música, aunque Bill trabajaba en la misma dependencia gubernamental que su padre, tenían una relación estable ya por más de 4 años, Joseph había prometido extrañarlo, y a su segundo día en Lima, lo añoraba más que a nada, sobre todo aquellos momentos en que podía poseerlo, sin límites ni remordimientos.

Esa tarde, Joseph no pudo mas con esa angustia y navegó por la red en busca de aquello que mas extrañaba, se sentía algo incomodo, porque era algo que jamás había hecho, usualmente había interactuado con mucha gente de su opción, en el colegio y mucho más aun en su academia. Parece una tendencia muy usual en la música o el arte en general, sobre todo a modo experimental; esta vez él navegaba buscando algo que usualmente conseguiría en un pasillo o en el café, con tan solo una breve conversación previa.

Un anuncio llamó su atención, “ofrezco todo aquello que se pacte, prefiero la gente discreta, y atractiva, ofrezco lo mismo” , junto a eso un número telefónico. Joseph se miró al espejo y se catalogó como atractivo, medía 1,82 un par más que su padre, era muy delgado, pero sus formas estaban definidas por el ejercicio que efectuara diariamente al conducir su bicicleta rumbo a la academia, mas de dos horas diarias en bicicleta había logrado marcar sus piernas, endurecerlas, y a lograr unas nalgas que pese a no ser exageradas, estaban endurecidas y delineadas, de la cintura hacia arriba, no hay mucho que comentar, brazos delgados, hombros angostos y vello en pecho, y en el rostro, el pelo ensortijado, sujetado por una liga hacia atrás, la barba ligeramente crecida y en desorden, ojos marrones, cejas gruesas, nariz recta y algo pronunciada, labios inexistentes pero rojos, se miró fijamente y ratificó su idea, era atractivo.

Llamó. Contestó una voz varonil, y ubicada en el contexto, como si esa línea fuese exclusiva para tal servicio, ambos quedaron encontrarse en un café con una amplia estantería repleta de volúmenes abiertos a los lectores, total, la discreción que ofrecía el scort permitía esa transgresión, a Joseph le importaba poco, el permanecería en Lima solo unos días más. Malvin llegó puntual, parecía conocer muy bien el lugar, la conversación fue amena, se delataron de inmediato, Joseph narró su paseo por Lima, y Malvin comentó que era de Trujillo, pero que por la Universidad había llegado a Lima 4 años atrás, vivía solo en departamento miraflorino, ya que sus papás le permitía esas comodidades, solo que sus gustos y su entorno, había exigido de mas gasto, y por eso se “recurseaba” con algunos contactos, claro, siempre y cuando, Malvin los escogiese, tras ese primer encuentro, obviamente Joseph, pasó en demasía esa prueba.

Ambos caminaron al departamento de Melvin, al llegar, hubo cierta timidez en iniciar la faena, la conversación había acercado a los protagonistas y eso enfrió un poco las cosas, pero Melvin, tomó la iniciativa, arrastró a Joseph a su cama y lo tumbó sobre ella, se permitió robarle un beso, Melvin rara vez besaba a sus “clientes” pero esta vez era distinto, disimuladamente colocó unos preservativos sobre el velador, y un frasco con lubricante, luego encendió la lámpara de noche y apagó la luz principal, se desnudó frente a Joseph, permitiendo que lo observase al detalle, Malvin era mediano, 1,76, una talla que no intimida pero que al mismo tiempo no luce reducida, pesaba la proporción exacta, 72 kg, y su figura era la de un atlético deportista de 24 años, pelo muy corto, rostro redondeado, ojos grandes y color caramelo, nariz pequeña, labios gruesos y dientes perfectos, el mentón cuadrado y el cuello grueso, el tórax ensanchado pero se hacía marcadamente angosto hacia la cintura, el abdomen plano, las caderas ausentes, y las nalgas prominentes, las piernas de muslos gruesos, y pantorrillas marcadas, los pies de dedos largos y uñas delicadamente cortadas, irradiaba suavidad, pese a que una vellosidad dorada recorría todo su cuerpo, el vello genital escaso y corto, lucia muy atractivo a la luz de esa lámpara de noche.

Joseph era activo, y así se negoció el encuentro, Malvin coloco un poco de lubricante sobre una lamina de vidrio que descansaba sobre el velador, y tras unas tiernas caricias, empezó lo que se convertiría en una tarde diferente, besos cada vez más agresivos se deslizaban por el tórax del uno o del otro, muchas veces al borde de las ingles, Malvin llegó hacia el pene de Joseph, lo delineó con su lengua, lo saboreó a cada rincón, hasta el más mínimo pliegue fue explorado, Joseph se retorcía, su cuello se extendía con exageradas contracciones hacia atrás, y Malvín seguía, iniciaba el rítmico protocolo, apretando sus labios al glande de su pareja casual, sintió que Joseph estuvo al borde en varios momentos, él sabía cuando detenerse, luego se acercó nuevamente a sus labios y reinició el juego, sedujo a su acompañante con sus costados; Joseph apretaba sus nalgas con ambas manos, se sentía desesperado por ingresar entre ellas, Malvin le calzó delicadamente un preservativo, y aprovechó para dimensionar a Joseph, no era grande, pero tampoco despreciable, debería hacerlo sutilmente, Joseph destapó el frasco de lubricante y generosamente lo discurrió sobre si y entre las nalgas de Malvin, luego y de costado intentó penetrarlo, lo logró tras breves esfuerzos, se inició un movimiento de más conocido, se hizo así de costado, luego uno sobre el otro, luego de pie, y otras cuantas maniobras acordadas con gemidos o señales similares, finalmente el ritmo de Joseph se aceleró y justo en ese momento, breve, a instantes previos, Malvin besó tiernamente a su acompañante, mordiendo levemente sus labios, distrayendo con dolor ese instante de concentración, delicadamente y sobre esa sensación plena, retiró el pene de Joseph de su interior. Lo desnudó y acarició, y rápidamente calzó un preservativo sobre sí, giró delicadamente a su amante casual, sin permitir que este notase lo que ocurría, pasó rápidamente la mano sobre esa lámina de vidrio que se hallaba en el velador, repleta de lubricante y lo untó sobre si y sobre esa zona no explorada de Joseph, lo giró completamente y mientras lo masturbaba ingresó lentamente entre sus nalgas y mas allá, esta vez el ritmo lo marcaba Malvin, y Joseph lo permitió mientras notaba que una corriente de si mismo erupcionaba por su pene manchando tibiamente las sabanas de la cama que los albergaba, Malvin no tardó en hacer lo propio y ambos se miraron distintos, tendidos sobre la cama, sudosos, desconocidos, cómplices y culpables, pero sonrientes, esperaron unos minutos, Malvin dejó que Joseph se vistiera, para hacerlo él, se acercaron a la puerta y tras el pago correspondiente, se despidieron con un apretón de manos.
Joseph le narra a Bill su aventura en Lima, con detalle cada día, Las playas de Asia, el paseo de las aguas, compras en Larcomar, algo de cine, y Jazz, le repite una y otra vez, que solo faltó él, para hacer de ese viaje, un viaje inolvidable.