viernes, 5 de febrero de 2010

Joseph y Bill (y Malvin)


Joseph y Bill
(y Malvin)

Joseph retornaba a Lima después mucho tiempo, no recordaba nada de esa ciudad, salvo historias escuchadas en casa, partió muy pequeño a vivir a Nueva York, por esas cosas del trabajo del padre, y desde los 6 años, su país fue otro, hoy concluía sus estudios de música en una prestigiosa academia de esa bohemia metrópoli, tocaba el violín en una orquesta de cámara, pero además tocaba la guitarra en una banda de alternativo con varios de sus compañeros de estudios, todos gays, como él. Se hacían oír en varios de los lugares de moda de dicha ciudad.

Hoy retornaba a Lima a visitar a sus abuelos, a reencontrarse con algo de sus orígenes. Su estancia estaba programada para ser breve, así que sus planes eran así de casuales también. A la espera, había dejado a Bill, su pareja, compartían la afición por la música, aunque Bill trabajaba en la misma dependencia gubernamental que su padre, tenían una relación estable ya por más de 4 años, Joseph había prometido extrañarlo, y a su segundo día en Lima, lo añoraba más que a nada, sobre todo aquellos momentos en que podía poseerlo, sin límites ni remordimientos.

Esa tarde, Joseph no pudo mas con esa angustia y navegó por la red en busca de aquello que mas extrañaba, se sentía algo incomodo, porque era algo que jamás había hecho, usualmente había interactuado con mucha gente de su opción, en el colegio y mucho más aun en su academia. Parece una tendencia muy usual en la música o el arte en general, sobre todo a modo experimental; esta vez él navegaba buscando algo que usualmente conseguiría en un pasillo o en el café, con tan solo una breve conversación previa.

Un anuncio llamó su atención, “ofrezco todo aquello que se pacte, prefiero la gente discreta, y atractiva, ofrezco lo mismo” , junto a eso un número telefónico. Joseph se miró al espejo y se catalogó como atractivo, medía 1,82 un par más que su padre, era muy delgado, pero sus formas estaban definidas por el ejercicio que efectuara diariamente al conducir su bicicleta rumbo a la academia, mas de dos horas diarias en bicicleta había logrado marcar sus piernas, endurecerlas, y a lograr unas nalgas que pese a no ser exageradas, estaban endurecidas y delineadas, de la cintura hacia arriba, no hay mucho que comentar, brazos delgados, hombros angostos y vello en pecho, y en el rostro, el pelo ensortijado, sujetado por una liga hacia atrás, la barba ligeramente crecida y en desorden, ojos marrones, cejas gruesas, nariz recta y algo pronunciada, labios inexistentes pero rojos, se miró fijamente y ratificó su idea, era atractivo.

Llamó. Contestó una voz varonil, y ubicada en el contexto, como si esa línea fuese exclusiva para tal servicio, ambos quedaron encontrarse en un café con una amplia estantería repleta de volúmenes abiertos a los lectores, total, la discreción que ofrecía el scort permitía esa transgresión, a Joseph le importaba poco, el permanecería en Lima solo unos días más. Malvin llegó puntual, parecía conocer muy bien el lugar, la conversación fue amena, se delataron de inmediato, Joseph narró su paseo por Lima, y Malvin comentó que era de Trujillo, pero que por la Universidad había llegado a Lima 4 años atrás, vivía solo en departamento miraflorino, ya que sus papás le permitía esas comodidades, solo que sus gustos y su entorno, había exigido de mas gasto, y por eso se “recurseaba” con algunos contactos, claro, siempre y cuando, Malvin los escogiese, tras ese primer encuentro, obviamente Joseph, pasó en demasía esa prueba.

Ambos caminaron al departamento de Melvin, al llegar, hubo cierta timidez en iniciar la faena, la conversación había acercado a los protagonistas y eso enfrió un poco las cosas, pero Melvin, tomó la iniciativa, arrastró a Joseph a su cama y lo tumbó sobre ella, se permitió robarle un beso, Melvin rara vez besaba a sus “clientes” pero esta vez era distinto, disimuladamente colocó unos preservativos sobre el velador, y un frasco con lubricante, luego encendió la lámpara de noche y apagó la luz principal, se desnudó frente a Joseph, permitiendo que lo observase al detalle, Malvin era mediano, 1,76, una talla que no intimida pero que al mismo tiempo no luce reducida, pesaba la proporción exacta, 72 kg, y su figura era la de un atlético deportista de 24 años, pelo muy corto, rostro redondeado, ojos grandes y color caramelo, nariz pequeña, labios gruesos y dientes perfectos, el mentón cuadrado y el cuello grueso, el tórax ensanchado pero se hacía marcadamente angosto hacia la cintura, el abdomen plano, las caderas ausentes, y las nalgas prominentes, las piernas de muslos gruesos, y pantorrillas marcadas, los pies de dedos largos y uñas delicadamente cortadas, irradiaba suavidad, pese a que una vellosidad dorada recorría todo su cuerpo, el vello genital escaso y corto, lucia muy atractivo a la luz de esa lámpara de noche.

Joseph era activo, y así se negoció el encuentro, Malvin coloco un poco de lubricante sobre una lamina de vidrio que descansaba sobre el velador, y tras unas tiernas caricias, empezó lo que se convertiría en una tarde diferente, besos cada vez más agresivos se deslizaban por el tórax del uno o del otro, muchas veces al borde de las ingles, Malvin llegó hacia el pene de Joseph, lo delineó con su lengua, lo saboreó a cada rincón, hasta el más mínimo pliegue fue explorado, Joseph se retorcía, su cuello se extendía con exageradas contracciones hacia atrás, y Malvín seguía, iniciaba el rítmico protocolo, apretando sus labios al glande de su pareja casual, sintió que Joseph estuvo al borde en varios momentos, él sabía cuando detenerse, luego se acercó nuevamente a sus labios y reinició el juego, sedujo a su acompañante con sus costados; Joseph apretaba sus nalgas con ambas manos, se sentía desesperado por ingresar entre ellas, Malvin le calzó delicadamente un preservativo, y aprovechó para dimensionar a Joseph, no era grande, pero tampoco despreciable, debería hacerlo sutilmente, Joseph destapó el frasco de lubricante y generosamente lo discurrió sobre si y entre las nalgas de Malvin, luego y de costado intentó penetrarlo, lo logró tras breves esfuerzos, se inició un movimiento de más conocido, se hizo así de costado, luego uno sobre el otro, luego de pie, y otras cuantas maniobras acordadas con gemidos o señales similares, finalmente el ritmo de Joseph se aceleró y justo en ese momento, breve, a instantes previos, Malvin besó tiernamente a su acompañante, mordiendo levemente sus labios, distrayendo con dolor ese instante de concentración, delicadamente y sobre esa sensación plena, retiró el pene de Joseph de su interior. Lo desnudó y acarició, y rápidamente calzó un preservativo sobre sí, giró delicadamente a su amante casual, sin permitir que este notase lo que ocurría, pasó rápidamente la mano sobre esa lámina de vidrio que se hallaba en el velador, repleta de lubricante y lo untó sobre si y sobre esa zona no explorada de Joseph, lo giró completamente y mientras lo masturbaba ingresó lentamente entre sus nalgas y mas allá, esta vez el ritmo lo marcaba Malvin, y Joseph lo permitió mientras notaba que una corriente de si mismo erupcionaba por su pene manchando tibiamente las sabanas de la cama que los albergaba, Malvin no tardó en hacer lo propio y ambos se miraron distintos, tendidos sobre la cama, sudosos, desconocidos, cómplices y culpables, pero sonrientes, esperaron unos minutos, Malvin dejó que Joseph se vistiera, para hacerlo él, se acercaron a la puerta y tras el pago correspondiente, se despidieron con un apretón de manos.
Joseph le narra a Bill su aventura en Lima, con detalle cada día, Las playas de Asia, el paseo de las aguas, compras en Larcomar, algo de cine, y Jazz, le repite una y otra vez, que solo faltó él, para hacer de ese viaje, un viaje inolvidable.

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