domingo, 12 de septiembre de 2010

ContaCto en BarCeloNa


Contacto en Barcelona

Era la primera vez que Alex viajaba a Barcelona, Había accedido a una beca de post grado en una universidad de esa ciudad y viviría en un departamento de estudiantes extranjeros durante ese tiempo, sabía que la residencia sería compartida, estaba ansioso por iniciar esta nueva etapa, Lima es una ciudad grande y con una cultura especial, pero la vida de esta Europa tradicional y liberal al mismo tiempo, le intrigaba y al mismo tiempo excitaba. Sus 24 años eran su carta de presentación, una mezcla de juventud, entusiasmo y profesionalismo incipiente, se sabía resuelto, amical , atractivo y de una situación económica acomodada, eso le brindaba confianza, pese a ser su primer viaje al exterior por un lapso tan extenso.

Le asignaron un departamento en el segundo piso de un edificio de cuatro, era pequeño pero cómodo, dos habitaciones, obviamente escogió la más amplia de cama de dos plazas y ventana a la calle, dejó libre la otra, más pequeña, pero no menos acogedora, y cuya puerta se hallaba frente a la del baño, el que sería compartido, y que le permitiría observar desde la comodidad de su cama, el movimientos desde la otra habitación hacía la ruta del baño o de la sala, ya que Alex tenía la costumbre de jamás cerrar la puerta de su dormitorio.
Al cabo de tres semanas, llegó su compañero de residencia, un estudiante venezolano, del programa de dirección de hospitales, de unos 23 años, de talla alta y pelo corto, de mirada intensa, pero inocente al mismo tiempo, de trato calmo y educado, Miguel Ángel, entabló química inmediata con Alex y se acomodó sin reparos en la habitación que le aguardaba.

Las rutinas se sucedían con orden, las costumbres de Miguel, se acomodaron rápidamente a las de Alex, y los amigos de Alex, se hicieron pronto amigos de Miguel, el grupo se hizo ameno y las salidas de fin de semana, entre tragos y discotecas, eran la mejor forma de liberar el stress de las semanas de estudios.

Miguel tenía una manía que perturbaba a Alex, el verano era atroz, y Miguel gustaba de pasearse en ropa interior por el departamento, siempre bóxer ajustados o rara vez un bikini colorido, era sano entre varones tal confianza, pero la mirada de Alex se perdía en el movimiento de nalgas de su compañero, o en tratando de distinguir detalles de su genitalidad, siempre tan disimulada o esquiva a tales intentos.

Por las mañanas Miguel hacía la ruta al Baño, desnudo, confiaba en que su amigo dormía, e ingresaba al baño cantando suavemente, mientras Alex de reojo disfrutaba del cuerpo de Miguel, viéndolo pasar desde su cuarto y a la ducha, en más de una ocasión se tocó intensamente, imaginando el cuerpo de Miguel a su lado, haciéndolo suyo. Con el paso del tiempo, Miguel descubrió que Alex lo observaba, hacía la ruta más lenta, como que modelaba hacía el baño, y al salir de la ducha, lo hacía con la toalla al hombro, se acercaba a la puerta de Alex y le comentaba que “el agua estaba refrescante” o que “quedaba poco champú y que había que hacer compras”. Lo hacía sonriente, disfrutando de la disimulada mirada evasiva de su amigo, como sabiendo que Alex disfrutaba de su desnudez, y él de sentirse seductor frente al peruano discreto con quien compartía departamento.

Alex era mediano, medía poco más de un metro setenta, de pelo castaño, barba y bigote crecidos de modo desordenado, delgado pero poco firme, velludo, de ojos marrones y grandes, cejas pobladas y labios gruesos. Miguel era hermoso, media más de 1,80, de cuerpo trabajado, usaba el pelo al ras, tenía un gran tatuaje de tonos orientales, en la espalda y que llegaba a perderse en su nalga derecha, era lampiño y canela, denotaba suavidad, la barba siempre rasurada, las uñas cuidadas, las patillas perfectamente delineadas, la manía extrema de un médico vanidoso, hacía ejercicio a diario y corría por las noches, comía sano y rara vez bebía en exceso.

Esa noche salieron en grupo, el cumpleaños de Alex, tragos en un bar, discoteca, y más tragos, como nunca Miguel se excedió, había bebido como rara vez en su vida, estaba entusiasmado, Alex por el contrario fue cauto, bebió lo suficiente, y disfrutó de las risas del grupo, de las buenas intenciones, y de Miguel bailando solo, frente al gran espejo de la discoteca, sensual, en un jean ajustado, sandalias y una polera pegada al cuerpo y sin mangas. La noche pasó rápida, ambos fugaron rumbo al departamento, en la ruta, Miguel insinuó su deseo por seguir bebiendo, eran ya las 3 de la mañana, el taxi se detuvo en una pequeña tienda, y compraron una botella de ron y coca cola, entraron torpemente al departamento, Miguel se instaló en la habitación de Alex, mientras éste sacaba vasos y hielo de la cocina, al ingresar en la habitación, Alex encontró a miguel, sentado sobre la cama, descalzo, con las piernas cruzadas y los pies debajo las nalgas, el jean en el suelo, lucía tan cómodo, que se animó a imitarlo, ambos bebieron, hablaron y rieron, hasta que en una fuga mental, Miguel preguntó cortante : “tu disfrutas al verme desnudo todas las mañanas no?”, Alex se quedó en una pieza, aprovechando ese momento de espasmo, Miguel se acercó y beso tiernamente a Alex en los labios, Alex no reaccionó, estaba inhibido por el alcohol y la emoción, Miguel hizo el trabajo, desnudó a su amigo, lo recostó y siguió besándolo, Alex retomo la marcha y acarició con emoción el cuerpo endurecido de su compañero, los besos se sucedían en varias rutas, labios, orejas y cuello fueron profanados, luego al sur, el pecho, concentrándose en las tetillas, primero uno, luego el otro, los ombligos y las ingles se exploraron al detalle, se olían minuciosamente, se disfrutaban, se oían los respiros agitados, a veces sutiles gemidos, cuando los labios de uno besaban el pene del otro, luego de unos minutos eternos, se cansaron, y abrazados se quedaron dormidos.

A la mañana siguiente, Alex descubrió el cuerpo de su amigo, recostado a su lado, boca abajo, invitándolo a concluir lo que la noche previa fue una promesa, solo tuvo que abrazarlo, para despertar el deseo de Miguel, y entre besos torpes y miradas extrañas, humedeció su pene , delgado y largo, de glande ancho, y erecto exageradamente, para penetrarlo suavemente mientras escuchaba el gemido agradecido de Miguel, incitándolo a continuar con ese movimiento rítmico que concluyó con los fluidos de Alex en el interior de un Miguel que se retorcía agradecido, pidiéndole que le deje un instante para retomar el juego y explorar ahora él esa ruta que ya había disfrutado Alex.

El año se pasó rápido, la amistad fue la más intensa, discreta, cómplice y amante, Miguel no se enamoró de Alex, y tampoco pasó lo contrario, pero su deseo iba más allá de la desnudez y la cama, eran de perfecta conversación, gustos e intereses, los perfectos compañeros de departamento.

Miguel vive en caracas ya desde hace 4 años en que retornó, Alex en Perú, una ciudad al sur, se escriben seguido, chatean, y se han visitado en más de una ocasión, tuvieron el mejor sexo de reencuentro, extrañaban ese contacto, pese a que ambos se presentan siempre como los mejores amigos que puedan existir.

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