lunes, 13 de febrero de 2012

Un 14 perfecto

Pese a mi soledad, quisiese que fuese así, mí hoy.
Hoy le hago la pasada al sueño, para sonreír mientras escribo estas líneas dedicadas a ti, hoy tengo más vivo que nunca el calor de tu aliento, el timbre de tu voz, el brillo de tus ojos, el color de tus labios, la fuerza de tus manos, lo perfecto de tus formas, lo maravilloso de sentirte mío. De sentirme querido.
Hoy le arranco a mi orgullo un espacio para reconocerme sensible, perdido, dominado, enamorado y me encanta, porque es de ti, porque es por ti.
Hoy no reparo en nadie, ni en nada, hoy es preciso no hacerlo, quisiera que las flores en la sala sean esas que te encantan, que la música que  suena, sea aquella que mueve tu alma, que los colores que me vistan ,sean esos que roban tu mirada,  que mis caricias encuentren esos rincones que tu prefieres, que los sabores que te provea, te den ese place previo al placer final que coronará la noche.
Hoy, no miro a nadie a mi alrededor, los ignoro, no escucho consejos, no los necesito, no veo el reloj, el tiempo es mío, no me canso con nada, tu eres mi energía, no estoy solo, tu eres mi mundo, y hoy, lo entiendo, hoy más que siempre.
Hoy 14 de febrero, en que la amistad puede ser premiada si de amor se trata, en que las sonrisas cómplices son por latidos unísonos, en que la vida debe celebrarse el doble si no se está solo, he decidido lo imposible, amarte más que siempre y por  más tiempo que  la vida, hacerlo sin pensarlo, ya que solo lo siento, y seguir mañana y mis demás días prolongando este que parece ser el día perfecto.
Para todos mis amigos, lectores y demás.. Pero mucho més para aquellos que el día de hoy, celebran con quien aman… Feliz 14.
CarlosD

martes, 7 de febrero de 2012

Bah que tío!!!


Bah Que tío…
Rubén había llegado a la casa de playa de su tío, esperaba pasar una semana de vacaciones plenas, disfrutando del sol, el mar y los amigos que vivían cerca al balneario exclusivo en la que  José, su tío, tenía una  casa frente al mar,  esta vez Jairo, su amigo de la universidad se quedaría con él.
Hacía tiempo que no veía a su tío, en casa se comentaban cosas extrañas de él, tenía 45 años, andaba soltero, y no se le había conocido enamorada, las malas lenguas (todas en realidad) gritaban que era gay y que esa era la razón de su pseudosoledad.
José los esperaba algo animoso en su casa, había dispuesto dos habitaciones para cada invitado, pese a que su sobrino había manifestado evitar inconvenientes y a compartir el cuarto con su amigo, el tío había insistido,  la casa era amplia, una terraza frente al mar, una sala amplia, un comedor fresco, la cocina funcional y un pasadizo con tres habitaciones , dos baños, en la parte de atrás una cochera para 3 autos y el cuarto inmenso de su tío, que solía pasar varios meses del año en esa residencia de verano, esa primera noche fue de conversaciones y algo de trago, Rubén se percató del brillo de los ojos del tío al observar a Jairo y lo que le pareció extraño además, era la confianza que se permitía Jairo para con él tío recién conocido.
Rubén tenía 45 años, era bajo de estatua, su peso superaba en creces lo adecuado, un abdomen prominente emergía de sus pantalones cortos, las piernas delgadas y velludas, las manos suaves y cuidadas, tenía la cabeza redondeada, la calvicie solo había dejado algo de cabello sobre las orejas, su frente amplia brillaba y en ella un cielo de pecas invadía el vacío. Las cejas gruesas y los dientes perfectos, una sonrisa pícara coronaba el perfil de gracioso, gentil y coqueto.
Rubén y Jairo estudiaban juntos, se conocían hacía ya dos años, ambos de 20 años, Jairo era un tipo muy social, de fácil trato, peculiarmente guapo, tenía un rostro afilado de mentón cuadrado, era alto como de un metro ochenta, el pelo dorado y lacio lucía alborotado adrede sobre su cabeza, las cejas pobladas y la barba crecida lo denotaban francamente un naufrago muy atractivo de brillantes ojos verdes, era delgado, de hombros estrechos, abdomen plano y en mosaico,  de nalgas saltonas y piernas largas, delgadas y torneadas, sus pies de dedos finos y uñas perfectamente cortadas, de vello dorado sobre los nudillos y tobillos afilados, una pulserilla de hilos de colores bordeaba un tobillo, vestía bermudas hawaianas y un polo sin mangas algo decolorado. Rubén era su opuesto, de facciones toscas, bajo y moreno, de pelo terco y algo subido de peso, nada de galán salvo una desbordante inteligencia y un sentido común de hombre vivido pese a sus veintes.
Los días se sucedieron gratamente, a Rubén se le hizo cotidiana la confianza entre Jairo y José, e incluso incursionó en sus usos, al cuarto día, ambos muchachos regresaron de la orilla tras un día agotado, su tío había dispuesto una cena ligera, y harta bebida, cerveza helada (que fascinaba a Rubén) y whisky con hielo, que sabía gustaba a Jairo y a él mismo, el trago circuló hasta que Jairo se retiró a descansar, Rubén soportó algo mas pero para la media noche ya se había retirado a su habitación también.
 El sueño de Rubén fue algo irregular, se despertó en repetidas ocasiones, alguna de ellas para ir al baño, en una de esas visitas se asomó al cuarto de Jairo, tras abrir cuidadosamente la puerta se dio con la sorpresa de su ausencia, caminó por la casa buscándolo, pero no lo  halló,  fue hacía el patio trasero y vio una luz tintineante en la ventana del cuarto de su tío, se acercó silenciosamente y entre un repliegue de las cortinas observó una escena que le causó sorpresa y morbo extremo.
La luz de una vela muy gruesa iluminaba la habitación, a un borde de la cama, Jairo desnudo abrazaba a José con delicadeza, José respondía al abrazo mientras hurgaba con su lengua el pecho velludo de su amante, parecían moverse al ritmo de una balada, el movimiento rítmico se extendió por varios minutos,  hasta que un tío cariñoso se puso de rodillas y pasó su lengua por sobre los generosos y descolgados testículos de un Jairo desconocido, la lengua recorrió la zona hasta introducir en la boca el pene erecto del danzante,  un pene enorme en longitud, pero delgado, claro como la piel del propietario, un vaivén de los labios arrancó gemidos en Jairo, tras unos instantes así, José se puso de pie y atrajo las manos del muchacho sobre sus nalgas,  al cabo de un instante giró y se ofreció a  Jairo que torpemente humedeció sus manos con saliva y hurgó en la zona, alineo su pene y lo introdujo bruscamente, José se mordía los labios y al cabo de un instante, ambos se tumbaban en la cama e iniciaban un juego que arrancó una poderosa erección en el observador, la faena fue extensa, el alcohol permitió que durase mucho, pero ya cuando era obvio en concluir, Jairo retiró el pene del interior de José, se colocó a horcajadas sobre el pecho de José y apuntó a su rostro mientras se friccionaba agitadamente,  un fluido generoso emergió humedeciendo el rostro extasiado de un José excitado, que al mismo tiempo masturbaba su pene pequeño, curvo y afilado consiguiendo un emanar lechoso sobre su abdomen velludo.
No se dijeron nada, Jairo se incorporó rápidamente, se vistió torpemente y salió rápidamente de la habitación ,  ni se percató que en la ventana se hallaba un Rubén agitado, masturbándose toscamente con imágenes extrañas en su mente.
Al día siguiente el desayuno fue muy fluido; sonrisas, y halagos; Jairo insinuaba su disposición a quedarse unos días más, José ofrecía reiteradamente su hospitalidad y Rubén asentía emocionado, en su mente se veía desnudo, abrazado por Jairo, bailando,  mientras José observaba tirado en la cama, para luego fundirse los tres en un enredos de extremidades amalgamados por fluidos noche tras noche, mientras dure ese verano.