miércoles, 18 de abril de 2012

Ansias

Ansia..
Unas piernas largas transitaban por la sala de la casa, Gustavo las veía ir y venir desde su cama, eran de un huésped que lo había sorprendido  esa madrugada  y que permanecería una noche, de paso a otra ciudad. El movimiento repentino agitaba la calma de su pequeño departamento, el cuarto de visitas, por cierto el único cuarto adicional, estaba atestado de mochilas, bolsas y caos, pero Gustavo estaba atento a esa danza descalza que recorría su sala.
Juan muy joven y alto,  superaba el 1,80 de estatura, poseía un porte peculiar, propio de quien ha hecho danza toda su vida, delgado, de hombros poco anchos, de abdomen plano, de nalgas redondeadas, de piernas torneadas, de pies firmes y tobillos afilados, de piel suave y desnuda de bellos,  circulaba en un bikini de algodón muy cómodo y un polo ancho. Movía todo, acomodaba las cosas o las desacomodaba, buscaba y no encontraba y repetía la búsqueda, entre una y otra cosa miraba de reojo a Gustavo, le coqueteaba seriamente, se insinuaba, sabía que él lo miraba, mostraba con más detalle sus zonas desnudas, Gustavo no podía disimular que estaba excitado.
La mirada de Juan era tentadora, se fijaba en los ojos oscuros de Gustavo, la detenía brevemente para luego desviarla a sus labios, y fijarse en ellos con necesidad, recorría los suyos con la lengua, humedeciéndolos, su mano recorría su abdomen, levantando la polera y mostrando sutilmente una genitalidad inflamada, y ansiosa.
Gustavo intentaba desviar la vista pero el deseo le ganaba, pretendía entender la música que sonaba de fondo, pero los latidos de su corazón eran más fuertes, quería huir al baño y refugiarse en ese espacio de privacidad, pero el baño estaba de camino al encuentro de Gustavo,  cerró los ojos y giró el cuerpo, no podría, no debería,  pero la imagen de esas piernas largas y lustrosas, de esas nalgas generosamente formadas y de ese abdomen tenso lo tenían ansioso. Se volvió bruscamente para buscar nuevamente la mirada de Gustavo y lo encontró a su lado, junto a la cama, de pie y desnudo,  las manos del huésped guiaron  a las de Gustavo a recorrer su cuerpo, ambos se tumbaron en la cama, la visita se hizo extraña, encantadora, diferente, la partida se pospuso, el cuarto de huéspedes permaneció caótico, la cama de Gustavo jamás tan cálida.

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