De Citas
(a un buen amigo, que al leerla, sabrá que es para él)
(a un buen amigo, que al leerla, sabrá que es para él)
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Carlos estaba algo angustiado, tenía esas ansias de transgredir que se suelen tener de vez en cuando, sobre todo cuando los periodos de abstinencia son largos y la satisfacción autoinfringida cansa. Era domingo por la tarde, la ciudad es pequeña por lo que uno conoce a los mismos cada vez que se atreve a escapar a algún lugar de ambiente o a navegar por alguna sala de chat y de citas gay. Aun así, se arriesgó.
Carlos tiene 26 años, ha acabado hace un año una relación larga, y desde ahí, ha estado solo, y no ha tenido sexo, es un tipo agradable, su conversación es fluida, nunca carece de tema, está bien vinculado socialmente, su opción es discreta, y su trabajo muy cómodo, es asiduo al gimnasio, y muy preocupado por sí mismo, es alto, delgado, de porte militar y estilo moderno, luce bien realmente. Es solo Activo.
Se conectó a una sala de citas y entre los pedidos que se exploraron, había uno que hacía referencia a un tipo que se hallaba de paso, Carlos atendió esa búsqueda e inició el intercambio con Miguel, Colombiano que se hallaba de paso a Lima, pero que tuvo que quedarse una noche en la ciudad por cuestiones de clima, tras los saludos de estilo y el planteo de lo qué se busca, Carlos se describió con sinceridad, no quiso enviar una foto ni poner su cámara, ya que ese paso solo se da si el cómplice accede a lo mismo, Miguel fue de frases breves, se hallaba en una cabina por el centro de la ciudad y no tenía ni fotos ni cámara, pero le propuso a Carlos un encuentro, y ver que sale. Carlos le pidió que se describiera y Miguel lo hizo dando los siguientes detalles: soy blanco y castaño,tengo 21 años, mido 1,79 y soy delgado debo estar pesando 72 kilos, uso pelo muy corto, tengo los ojos verdes, y la barba algo crecida, dos días sin afeitarme es crítico, comentó, no se autodefinió guapo, pero se pintaba muy atractivo, se dijo varonil y discreto.
Estaría vestido con un pantalón de color negro y una casaca naranja, y planteó una placita céntrica para el encuentro, en realidad no le dejó mucho tiempo a Carlos para pensarlo, le dijo : te veo ahí en 15 minutos, no faltes, Carlos, no se negó, pero al querer retomar la conversación Miguel ya no estaba.
Carlos andaba ansioso y se topó con un mentiroso, ese perfil era muy extraño, poco veraz, tan guapo y solo, era imposible, pese a eso, tomo un casaca gruesa, era invierno, y enrumbó a dicha plaza.
Carlos andaba ansioso y se topó con un mentiroso, ese perfil era muy extraño, poco veraz, tan guapo y solo, era imposible, pese a eso, tomo un casaca gruesa, era invierno, y enrumbó a dicha plaza.
A lo lejos distinguió el porte de Miguel, era real, alto, delgado, atlético, rapado y de tinte castaño en el cabello y la brava, sus ojos opacaban la belleza de sus otras facciones, eran impresionantemente verdes, se había olvidado de describir su nariz recta y sus labios gruesos, sus dientes perfectos, vestía buzo negro, y la casaca de aplicaciones naranjas, algo ajustada hacía referencia a una musculatura trabajada. Su dejo era colombiano, sus maneras delicadas, fumaba.
Carlos estaba ansioso, caminaron diciendo poco, parece que miguel tenía prisa, llegaron al hotel, subieron ambos, a Carlos le importó poco la presencia del recepcionista y su mirada inquisidora, llegaron a la habitación y Miguel forzó a Carlos a un beso, el sabor mezclaba la fresa y menta con tabaco, pero los labios tensos y carnosos prometían, se desnudaron rápidamente, mientras seguían besándose, esa etapa fue torpe, Carlos mostraba una generosa erección, no era del promedio, él lo sabía , lo superaba cómodamente, Miguel era velludo, muy bien proporcionado, de formas delicadamente trabajadas, y de movimientos delicados, sus manos suaves recorrieron a Carlos, por todos sus rincones, Carlos atacaba su cuello arrancando gemidos, Miguel exigió acelerar el juego, rompió el sobre de un condom y lo calzó en Carlos, lo hizo acariciándolo repetidamente en esa generosa sección de su anatomía, así y de pie le dio la espalda, se inclinó ligeramente y con las manos hacia atrás, colocó el pene de Carlos entre sus nalgas, acariciando su ano, se humedeció las manos con saliva, y la discurrió sobre Carlos, retrocediendo ligeramente, Carlos tardó un segundo en ingresar, y cuando lo hizo, se preocupó de llegar lo más profundamente posible, el gemido de Miguel lo excitó mas, pero al iniciar el rítmico vaivén Miguel lo detuvo bruscamente.
Carlos no se había percatado, pero tras su primer movimiento, Miguel se retorció manifestando dolor y placer, luego dilato ligeramente, para eyacular una generosa cantidad sobre la alfombra y la ropa que se hallaba en el suelo, Miguel rogó a Carlos que se retirase de él, y luego que lo disculpe, pero que no podría continuar, no le dio ni siquiera la opción a masturbarse, ni a disfrutar de mas roces o caricias con ese cuerpo perfecto e irreal, de aquella tarde de casualidad y de rara coincidencia.
Se vistió rápido y dejó la habitación, fueron minutos, el aún sudaba, el recepcionista lo intimidó, Carlos salió apresurado.
Era demasiado bueno para ser real, pero fue su primer contacto. Miguel siempre hace escalas, ahora son programadas, y en cada encuentro, se preocupa por agradecer y reiterar su pedido de perdón, por esa primera vez, torpe, ineficaz para Carlos, pero que logró que él disfrutase de un orgasmo anal, como nunca antes lo había vivido y que lo obliga a retornar una y otra vez, y a seguir haciéndolo, mientras se mantenga ese efecto que no ha variado a pesar de tantos años.
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