jueves, 9 de junio de 2011

El se Casa!

El se casa

El café humeaba sobre la mesa, la energía eléctrica se había ido, y no podía observar al detalle sus gestos, su voz era precisa, me permitía entender sus sentimientos, pretendía fingir calma, pero no lograba su cometido, Manuel estaba muy triste.

Esa mañana se había enterado de que Gustavo, el hombre que marcó su vida, se casaba.

Ellos se conocieron 5 años atrás, en casa de un amigo, quien los presentó e insinuó la disponibilidad de ambos, algo así como un Cupido alcahuetón, fue éste mismo amigo, quien esta vez le trasmitió la noticia, Manuel no podía creerlo.

Ellos tuvieron una relación de casi 4 años, vivieron juntos más de 3, si bien es cierto el perfil de Gustavo lo dibujaba como un tipo muy discreto, su familia ni entorno más cercano sabían de su opción sexual y a sus 30 años no levantó las mínima sospecha, pese a que durante esa época compartía el departamento con un “amigo” : Manuel.

Manuel era un tipo menor que él, andaba en sus veintes cuando se conocieron, fue deslumbrado por este arquitecto de juvenil apariencia, de cabeza rapada y barba, de formas atléticas, de talla militar y de conversación abierta, él nunca había estado con un hombre, se reconocía gay, pero, no había experimentado la parte íntima de la opción, Gustavo fue el primero, y fue casi perfecto, vino tinto, música de Abba, desnudez perfecta (pese a la timidez de Manuel, a su porte asténico poco sexual según se define él mismo), Gustavo fue tierno, comprensivo y tolerante a las negativas iniciales de su cómplice, pero el tiempo hizo que esos espacios se conviertan en la máxima expresión de sexualidad, de que lo permitido e imaginado se haga abiertamente, de la exclusividad probada, de la fantasía realizada, de amor y ternura además.

Manuel se ratificó gay una y mil veces, lo hizo gustoso frente a Gustavo, él fue el amor de su vida, lo será siempre en su mente, y hoy, después de todo lo compartido y pese a que el final fue de lo mas diplomático, no comprende por qué Manuel se casa, él no ese, no lo imaginaba así, no entiende, aun lo añora, sus esperanzas fugan, y esta noticia lo aterriza de golpe al asfalto y lo hunden en una tristeza que no necesita explicar, que se muestra en su rostro, en sus manos en los bolsillos, en su mirada al piso, en su paso lento, en sus ojos inyectados y en suspiros reiterados. Lo entiendo, pero no hay mucho que hacer, solo escucharlo, permitirle hablar, desatar esa angustia, recordarle lo feliz que fue, y plantearle la posibilidad de rehacer lo vivido, con alguien más, si amar es así de perfecto, no tiene porque ser exclusividad de ciertas personas, existe la oportunidad en mil mas, de que las cosas se repitan, de que incluso sean mejores, de que sean, idealmente, eternas.

Gustavo es un gran amigo, se casa por calmar su conciencia, me dice “he encontrado a alguien que me ama, que más podría pedir uno en la vida”, yo lo veo, y sus ojos no brillan, qué opinar al respecto si no ha pedido consejo, está pensado, convencido al respecto, no le menciono lo de Manuel, para qué? Cambiarían las cosas? Sé que no, cada quien tomó su rumbo, no sé si volverán a cruzarse, asumo que sí, el mundo es pequeño, y espero que cuando pase, no exista un reproche a sus decisiones, no lamenten la vía tomada, que tengan la chance de ser felices, y de sonreír intensamente por la felicidad del otro.

1 comentario:

  1. un relato muy triste pero con una conclusion sincera ojala que los dos sean felices, algunos dicen que los hubiera no existen y que tomada la desicion no puedes arrepetentirte pero vaya que lo ahcemos amenudo

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