martes, 24 de agosto de 2010

Cerca A MI


Cerca a mí..

La noche era fría, las calles poco iluminadas, el camino interminable y yo ausente, a pasos lentos, mirando todo y viendo nada, mis ideas superpuestas.. Me nublaba a mí mismo, a veces pasa, te vi a lo lejos, y fugué de mi complicado mundo, estabas sonriendo, muy rodeado, pero destacabas, no pude dejar de contemplarte, irradiabas esa luz que necesitaba, te busque con la mirada, y me complací de haberte encontrado.

Diste unos pasos y me saludaste con un abrazo, te olí, eras tú, tu aroma jamás disimulado por alguna fragancia extraña, emanabas un sabor a calma, a simplicidad, a tristeza relegada, a ternura, te pedí compañía y decidiste andar a mi lado.

En la marcha, me dedique a observarte, tu paso lento y acompasado, tratando de acoplarse al mío, las manos en los bolsillos, solo refugiadas, sin buscar nada en ellos, tu porte alto, esa gorra deportiva que jamás dejabas, tu sonrisa amplia y silenciosa, mostrando el marfil alineado de tus dientes, tu atuendo deportivo contrastaba con ese gusto delicado por aquello que suele hacerse difícil de conseguir, no niego que delataban tus formas, el buzo, resaltaba el tórax ancho y angosto de cintura, las caderas rectas, y las nalgas redondeadas, intentando fugarse hacia atrás, tensando el pantalón, tu genitalidad relajada, insinuante, las piernas engrosadas y los zapatos deportivos.

Esa tarde andamos varias cuadras, le dimos un par de vueltas a mi casa, no quería llegar, necesitaba esa marcha, necesitaba tu compañía, adoraba esos oídos dispuestos a ahogarse en mis lamentos, y ese tono de voz tan franco, de pocas palabras, pero todas ellas cómplices y reconfortantes. Oscurecía, llegamos a mi casa, te acercaste a mi oído y antes de dejarme, sonreíste, me recordaste que te encantaba estar conmigo así, para serme útil de la forma en la que eras experto, marchaste de regreso, y al aun estar cerca volteaste sonriente, me miraste, El llegaba y parece que arrepentido, te lo dije me susurraste y sonriendo emprendiste la marcha de retorno. Te extraño.

(con el cariño de un amigo, para aquel a quien conocí escasamente, pero que por lo rodeado, me convenzo, que fue mejor persona, gran amigo, sano compañero y mejor hombre, Tu partida nos llena de tristeza, pero nos reconforta el estar convencidos de que tu nueva morada es divina y digna de aquello que sembraste cerca a nosotros. Una oración por ti Willito)

martes, 17 de agosto de 2010

JardiNeS CóMpliCes


Jardines cómplices

Esa noche Daniel sería la pareja de una de sus mejores amigas en la fiesta de celebración de sus 15 años, Daniel tiene 16 y conoce a Sofía desde la primaria, aceptó gustoso ser compañero de esa noche y entusiasmado preparó los detalles con antelación. El terno era azul oscuro y tenía el cuello corto y despuntado, se unía por medio de tres botones, el corte era entallado, atrás dos cortes verticales resaltaban las nalgas, el pantalón carecía de pliegues, estilizaban la figura de Daniel, la camisa blanca e impecable, y una corbata de seda, en tonos celestes y turquesas.

Esa tarde de fue de preparativos para ella y para él, corte de pelo, en realidad solo una emparejada. Rasurada (era la primera vez que lo hacía), aun en el baño se observaba desnudo frente al espejo, se sentía atractivo, era alto, delgado y con marcas en el abdomen, su rostro era fino y aun adolescente, los vellos empezaban a aflorar en piernas, axilas y pelvis, lucia sensual pese a su inmadurez, él se agradaba, iba a ser el rey de la noche, junto a Sofía, la quinceañera, su hermosa amiga.

Ya en la fiesta, se sintió intimidado, muchas fotos, mucha gente, cada quien más producido que el otro, y muchas miradas puestas en él, la rutina se desarrolló pronto, el baile, los saludos, y las miradas, una de las cuales no se le despegaba de sí, Manuel, el hermano de Sofía, no dejaba de contemplarlo, ya lo había notado distinto al saludarlo, le había apretado las manos con demasiado afecto, y lo había abrazado, le susurró con sarcasmo lo bien que se veía esa noche, y eso sonrojó a Daniel, pero no negaba que lo hizo sentir especial, pese a ser un halago masculino.

Manuel era mediano, casi de la taya de Daniel, tendría 21 años, cejas gruesas y labios llamativos, era muy guapo, y varias de las niñas de esa noche lo comentaban, jugaba rugby para el equipo de la universidad local, el pelo castaño de risos (esa noche peinados y sujetos con sutiles ganchos de pelo), un cuerpo trabajado en un terno perfectamente acomodado, negro y de corbata rosa, manos suaves y de dedos largos (de eso se percató Daniel tras saludarlo) y un aroma cítrico que conjugaba con su personalidad informal y carismática.

Daniel no se negaba a sí mismo, haberse sentido impresionado por el hermano de su amiga, pero aún no sabía exactamente qué es lo que le llamaba la atención ni por qué toda la noche fue perseguido por la mirada de Manuel.

En una visita al baño ambos coincidieron, Manuel le propuso unos tragos a Daniel, prácticamente lo retó a beber algo que no sea cerveza, Daniel valiente aceptó de esa botella de whisky de la que bebía Manuel, al cabo de un rato ambos se reían escandalosamente cerca al jardín de la casa.

Daniel ya no tenía franco dominio sobre sí mismo, ni se percataba de quienes los rodeaban , su mirada estaba concentrada en Manuel, lo veía atractivo, le gustaba, su voz lo hipnotizaba, sus ojos lo capturaban, sus manos lo dominaban, al cabo de un rato estaban escondidos tras un árbol, muy juntos, tanto que Manuel susurraba al oído de Daniel y le arrancaba risas, tras un descuido los labios de Manuel se sembraron en Daniel y éste no pudo negarse, para Daniel fue tierno, para Manuel apasionado, hubo correspondencia.

Daniel no pensaba, una erección se dibujaba en su entrepierna, las manos de Manuel lo recorrían por atrás, y Daniel no atinaba a sacarlas, en eso Manuel exploró la genitalidad del adolescente, lo sintió erecto, se excitó, delicadamente le desabotonó el saco, deslizó el cierre del pantalón y expuso un pene juvenil, rosado, aun no definido, pero erecto, y emanando cristalinas secreciones, miró a los costados y de agachó, en cuclillas saboreó el pene de su cómplice, arrancándole sutiles gemidos, lo hizo por escasos minutos, no permitió que Daniel terminara en su boca, lo notaba próximo y se detenía, lo tenía en sus manos, se puso de pie, lo beso tiernamente, lo hizo girar y así teniéndolo de espaldas a sí, desabotonó su pantalón y expuso su pene erecto, grueso, y afilado, oscuro y de marcadas venas, lo humedeció con su saliva y deslizó hacia abajo el pantalón de Daniel, no le dio tiempo a manifestar una negativa y se introdujo en esas nalgas saltonas, endurecidas, firmes, que protegían un orificio jamás profanado, tonificado, tentador, el grito de Daniel fue apagado por la palma de la mano de su cómplice, el jardín estaba desierto. Unas lagrimas se deslizaron por los ojos de Daniel, Manuel se movió rítmicamente, pero fue breve, Daniel sintió un fluido cálido en su interior, no supo si disfrutó, al menos la forma fue tosca, su sexualidad en duda, fue agredida, pero le gustó?, se preguntaba a sí mismo, Manuel se subió el cierre con premura, le dijo a Daniel que se vistiera, y lo dejó en medio del jardín, solo en sus pensamientos.

Daniel tenía un fuerte dolor de cabeza, a la mañana siguiente, no pudo ni sentarse con normalidad, quería recordar los detalles, como lucía Manuel, como lucía su pene, si era grande, si era suave, tenía imágenes entrecortadas, no era remordimiento, era la duda de haber o no disfrutado de lo ocurrido, de si tendría la oportunidad de repetirlo, quería besar a un hombre nuevamente, quería dedicarle el tiempo necesario a recorrer un cuerpo, quería penetrar, y definitivamente, deseaba más que todo, volver a ser penetrado.

viernes, 13 de agosto de 2010

Dia y noche... (link de un corto)


Cumpliendo vuestro encargo TUTO! un abrazo

Fear of the unknown.
They are afraid of new ideas.
They are loaded with prejudices, not based upon anything in reality,
but based on… if something is new, I reject it immediately because it’s
frightening to me. What they do instead is just stay with the ...

clikea aca :

jueves, 12 de agosto de 2010

Una Paja Hombre!!


Una Paja Hombre!

Carlos caminaba de un lado al otro en su departamento, recorría la sala, la cocina y la habitación, el espacio se le hacía pequeño, la ruta de más conocida, al paso acomodaba un cojín, o un adorno, prendía o apagaba luces, estaba ansioso.

Tenía mil cosas en la cabeza, cada una inconexa de la otra, se cruzaban además colores, sonidos, y otras percepciones pasadas, hoy recuerdos confusos, no organizados, estaba ansioso.

Encendió la radio, sonaba Fever de Madonna, escuchó brevemente, la apagó, luego frente al televisor, lo encendió y alcanzo a ver Tom Cruise, adolescente en paños menores, bailando en la sala de su casa, una película vieja, seguramente, pero esas piernas adolescentes despertaron en Carlos una ligera erección, A la mierda, se dijo, y metió dentro de su pantalón las manos y se encendió francamente.

Carlos tiene 26 años, trabaja en informática en una empresa de telecomunicaciones. Había salido de un turno de 24 horas, había dormido escasamente, no tenía sexo hacía más de un mes, andaba solo, se merecía esa paja. Corrió frente a la computadora, y la encendió.

Ya en otras ocasiones se había motivado en la red, conocía algunas páginas que mostraban extraños frente al web cam tocándose o haciéndose el amor públicamente, heterosexuales, homosexuales, transexuales, y de ambos géneros, siguió esa ruta conocida, y el panorama se mostraba atractivo, contactó con una trió de adolescentes colombianos que empezaba a desnudarse mientras se decían tosquedades.. Se conectó a esa imagen, la erección ya era manifiesta, sus manos, ambas empezaban el trabajo.

Decidió hacer bien las cosas, empezó por quitarse las zapatillas y calcetines, estaba en buzo, sentado frente al monitor, en una silla ejecutiva reclinable, se miraba los pies, le atraían, eran blancos, finos, de dedos largos, uñas perfectamente cortadas, escasa pilosidad, los rozaba uno al otro, toscamente, la erección se mantenía, sus manos pasaban por la zona, aun refugiadas bajo el buzo, luego se quitó el polo, lo tiro cerca, sus ojos se fijaban en el monitor, los colombianos ya andaban desnudos tocándose unos a otros, la mirada jugaba entre la pantalla y si mismo, tenía bueno brazos, gruesos y delineados, el pecho definido, el abdomen grueso, algo rollizo, pero lucía bien, las manos extendidas paseaban entre el ombligo y sus genitales, decidió quitarse todo, se sacó el pantalón y luego el bóxer, se vio desnudo frente a la computadora, en ese asiento tan cómodo, su cuerpo empezaba a brillar, el sudor se proyectaba, su diestra empuñaba el pene, grueso, enérgico, afilado y de base ancha, la otra mano jugaba con sus bolas, sutilmente las ingles, el periné, el ano, en desenfrenado juego, los colombianos empezaron un sexo oral acomodado para satisfacer a dos de los tres que se mostraban en pantalla, Carlos empezaba a coger el ritmo.

La paja tenía particular técnica, en ocasiones empuñaba totalmente, apretando el pene mientras lo friccionaba frenéticamente, en otras era solo un aro formado por el índice y el pulgar el que hacía el trabajo, Carlos sudaba, y se animaba a liberar gemidos sutiles, el monitor empezaba a mostrar penetraciones, la imagen era borrosa, ya que Carlos mantenía la mitad del tiempo, los ojos cerrados.

Humedeció sus manos con saliva, emitió francas dosis directamente hacía su pene, este empezaba a lubricar por sí mismo, la paja seguía, los gemidos eran a coro, la computadora y Carlos, alcanzó el ritmo sin retorno, en varias ocasiones, solo que se frenaba a tiempo. Por momentos se ponía en pie, en otros se reclinaba casi al horizontal sobre la silla, quería disfrutarlo, y así lo hacía, hasta que ya no pudo y así casi recostado, decidió terminar, enrumbó, concentrando la diestra, empuñando, una y otra vez, respiraba agitado, gemía, sintió venirse, y no paró, se dio ánimo guturalmente, se oía a sí mismo, gemir y respirar bruscamente, sintió la tibieza de sí mismo en la ruta a través de su pene, hasta que el fluido se exteriorizó con fuerza, Carlos dejó que siga su curso, no hubo acomodos, el chorro inicial le mojó el rostro y la ruta, la tetilla , empozándose en el ombligo, humedeció los vellos, y se acompañó de un suspiro generoso, y calma, Carlos relajó las piernas, extendió el cuello, y respiró lentamente, mientras sonreía.

Luego sus manos recorrieron su abdomen, expandieron su fluido, se empezaba a enfriar y a mostrarse más fluido, él solo jugaba, se sentía relajado, no había más ansiedad, la computadora mostraba aun una bizarra imagen, eran tres y dos de ellos se hallaban penetrados, no eran tan linos, se decía Carlos, pero habían sido más que suficientes para conciliar el relajo. Una ducha extensa de agua tibia, y a la cama solitaria de la habitación cercana, sus dominios, ahora su calma.




lunes, 9 de agosto de 2010

Es o No Es?


Es o no?
(tips del cómo identificarnos)

Sentado en un auditorio de más de 100 personas, me preguntaba cuántos de los atentos participantes en un taller de conflictos adolescentes frecuentes (o algo así, vinculado a la psicología del desarrollo), serían cómplices de la opción sexual que práctico, el cómo darme cuenta se convirtió en el reto mental de esos momentos (a razón de lo monótono de la conferencia), me fijé en el expositor y evalué varios aspectos, tenía una apariencia equilibrada, 45 años, no lucía aro en el dedo, el pelo corto pero acomodado con gel, ligeras canas solo lateralmente, rasurado delicadamente, ya que las patillas estaban delineadas, vestía tonos tierra, el pantalón beige, la camisa blanca, una corbata mostaza, en seda, un chaleco en un tono mostaza menos intenso, el saco a cuadros, en varios matices de marrón, las medias de rombos en tonos cafés y los zapatos marrones de punta cuadrada y que impresionaban extremadamente cómodos, se veía muy bien, las uñas de las manos cortas e impecables, una suave fragancia a madera me insinuaba una esposa extremadamente delicada o un gay de mundo, lo que confirmé al verlo sentarse, y encender un cigarrillo, cruzo las piernas manteniéndolas unidas y raspó el cerillo desde sí y hacia afuera, posteriormente la mirada que dirigió hacia algunos, la forma en poner la mano sobre el hombro de otro.. Ratifiqué que éramos más del grupo, y que en él, teníamos un grato exponente de profesionalismo y otras virtudes académico sociales, que no tenían relación con la opción sexual que practicase. Estuve seguro que era gay y nosotros rara vez nos equivocamos.

Y por qué rara vez nos equivocamos?, cómo sabemos?, pregunté a varios amigos y varios coincidieron en algunas cosas, la mirada fue el requisito indispensable, cuando uno fija la vista en un hombre, de ojos a ojos, usualmente el segundo retira la mirada y sigue con su vida, si éste persiste en la coincidencia, uno se atreve a levantarle las cejas, si la mirada escapa, quizás dudemos, pero si la mirada se mantiene y es más, si se retribuye el gesto, es probable que en el contexto, tengamos a un gay mas, digo contexto, porque hay que observar otros detalles, las manos cuidadas, la barba delineada (chiva, o patillas largadas que se unen en el mentón, etc.) , el corte de pelo, si es atrevido (los emo suelen ser, o son potenciales), o un corte que denote tijeras sobre una máquina tradicional, el cuerpo, si es trabajado (sobre todo en los que están sobre los 30), y si existe franco intento por lucirlo, polos pegadas, mas aun si carecen de mangas, pantalones ajustados, o a la cadera, o esos muy angostos en los tobillos, aun más obvio si se asocian a zapatillas de lona. El perfil suele ser tradicional. Y los adolescentes o jóvenes suelen ser más atrevidos, aquellos maduros y con tales atrevimientos, no requieren usualmente de la duda.

Otros detalles que suelen estar presentes son los aretes (nunca por sí mismos, asociados a las otras cosas), las pulseras en el tobillo, el jean con sandalias finas o delgadas, los polos cortos que permiten se luzca el abdomen o el calzoncillo que sobresale del jean, anillos (más de uno, de plata en dedos inusuales como el pulgar), las uñas con laca o brillo, y seguramente varias cosas que escapan a mi mente o que podrían ser vuestro aporte.

Sobre las actitudes el panorama si es muy amplio, el grupo de amigos te delata y define, acá nunca fue más real eso de “dime con quién andas….” la forma en la que das la mano, suavemente, a veces entregando solo los dedos e inclinándola, en qué te observas las uñas de las manos extendiendo los brazos poniendo el dorso de los dedos extendidos frente a tus ojos, la manera en la que buscas una piedra en la suela del zapato, flexionando la rodilla y llevando la planta del pie hacia atrás para observarla girando la cabeza hacia la región posterior, o cómo recoges algo del suelo, colocándote al costado del objeto y doblando las rodillas para alcanzarlo, son detalles que nos delatan.

Nunca una sola condición nos da el argumento para abordar en esa confianza a la persona en sospecha, pero tres de esos detalles, nos dan más seguridad, y más de tres probablemente la tranquilidad de insinuarnos francamente. Miramos rápido y en contexto, por eso no solemos equivocarnos, nos resulta fácil, porque nos vemos en ellos, vemos lo que somos, o muchas veces, cómo es que queremos ser, y no nos atrevemos. Reconocemos ese valor del ser “obvio”, de manera natural, porque son obvios ante nuestros ojos, ojos entrenados, ya que estos observan lo mismo cada mañana, por toda la vida, en casa y simplemente al vernos reflejados frente al espejo.


viernes, 6 de agosto de 2010

de oscio....


De ocio..

Acá tirado en la cama, febril , con música de fondo, que no entiendo, lejos de quien me cobije, en realidad sin alguien que lo haga, reniego de mi, pero sonrío mientras lo hago, soy otra vez yo y mis enredos, así me gusto, aunque cansa, pero no hay ánimos para más, al menos hoy no.

Llamaste temprano, no estuve para ti, no como merecías, o como hubiese querido yo, mal momento, el peor. Me arrepiento, y sigo sonriendo, que complicados, así nos gustamos.

Ahora, tirado en la cama, bajo ese ritmo infernal febril, te extraño, no existes y llamas. Respondo?. No sé, sonrío, y me mantengo complicado. Así te gusto?

domingo, 1 de agosto de 2010

DetaLLes...


Detalles..

Andaba desnudo por la habitación, ya se conocían bastante bien, se habían citado en varias ocasiones, se mantenían fieles el uno al otro, pero no habían hablado de esos detalles, no salían mucho, cada vez que quedaban iban al departamento de cada cual (ambos vivían solos), pedían algo de comer, veían televisión y se la pasaban haciendo el amor. Luego Gustavo se paseaba desnudo por la casa. Mario lo miraba concentrado, había aprendido a disfrutar de la libertad de su amigo, se concentraba en sus detalles… Gustavo era alto y delgado, estaba en 1,80 y pesaba 68 kilos, su cabeza redonda lucia casi perfecta con el perlo en cero, tenía los ojos grandes, las cejas escasas, nariz recta y cuello alargado, hombros angostos y tórax recto, abdomen plano, pectorales escasos pero definidos, nalgas redondas, y delineadas, piernas muy largas, pies de dedos finos y perfectos, pero su entrepierna impactaba, su pene era delgado, alargado y dejaba ver el glande rosado y redondo, se tambaleaba cual péndulo entre ambas piernas cuando caminaba, sus bolas colgaban generosamente tras el pene, el vello era escaso pero recubría finamente la zona, Mario disfrutaba con solo verlo así, libre, cómplice, coqueto, suyo. Tenía unos 30 años bien llevados y eso le gustaba aún más, su confianza en sí, su seguridad, su forma de hacer el amor, su olor.

Mario tenía 32, era menos libre que su amante, pero había descubierto en los detalles, un fascinante mundo de sensaciones, disfrutaba del olor de su cuello, de la suavidad del pelo, de la aspereza de la barba al ser recorrida por ella, de la suavidad de sus manos, de esa escalofriante sensación al ser recorrido por sus uñas en la espalda, de arriba abajo y reiteradamente, disfrutaba del sabor de sus ingles, del olor del vello concentrado en zonas bajas, del sudor, de observar ese pene generoso erectarse sutilmente, al ritmo de un latido, hasta verlo en brillo, luciéndose sobresaliente y algo proyectado hacia arriba, era perfecto, de cabeza oval algo alargada, de caperuza plegada, de tonos rosados y rojizos, de piel suave, de venas plegadas, gruesas y francas, de cuerpo alargado en casi 19 cm, de base firme y ligeramente engrosada, Mario disfrutaba la ruta hasta llegar a él, disfrutaba internar su nariz en sus olores bajos, proyectar su lengua en los rincones de ese miembro, iniciar con la punta y extender su dorso sobre todo el cuerpo del pene, recorrerlo rítmicamente, humedeciendo, saboreando, hurgando de cuando en cuando esas bolas suaves y colgantes.

En ocasiones la ruta se dirigía hacia abajo, tentando el periné y hasta el ano, Gustavo en su actividad solía retorcerse cuando era explorado por esa lengua juguetona en ese pliegue tan sensible, Mario lo sabía y sabía cómo llegar ahí sin incomodar. Disfrutaba de esa faena previa, la penetración después era tan o menos fantástica, ambos habían encontrado en el juego y los detalles un placer real y reconfortante, ambos no eran pareja, pero lo eran, ambos solo salían, pero ya eso pasaba por más de un año, ambos no querían atarse ni depender, pero se extrañaban, ambos estaban solos, pero se tenían el uno al otro. Mario reía cada vez que Gustavo lo hacía, Gustavo era feliz cuando Mario decía serlo. Si eso no es estar con alguien… entonces yo no quiero estar con nadie, y ser el Mario de algún Gustavo, ya que es perfecto y no se podría pedir más.

(Te quiero Mario, crecer cerca a ti me hace ser mejor persona, un mejor gay. Gustavo solo sigue siendo así, con eso ya me ganaste el alma, grato ser su amigo)