domingo, 9 de enero de 2011

El chico del pantalón traslúcido.


Puedo dar fe de su talento, he disfrutado de sus escritos en varias ocasiones, cartas inspiradas, siempre dirigidas con precisión, por lo que no han podido hacerse públicas, en esta ocasión, ha tenido la gentileza de preparar algo que está autorizado para ser publicado, y mi espacio se privilegia (mi falta de inspiración se lo agradece con creces).
De él he escrito antes, lo he usado como personaje, y me atreveré a agradecerle esta contribución con el nombre que siempre he usado para él, Que por cierto, le pertenece.. Gracias Erick, sigue escribiendo.. permíteme seguir leyéndote, y atrévete a compartirlo más seguido con el resto.



El chico del pantalón traslúcido.


Fue mas o menos asi, vino blanco, noche y viejas canciones. Como no pensar en Marx, que dice que los hechos de la historia suceden la primera vez como tragedia, y la segunda como comedia. Y se reía de mi. Pero como el odio al fin de cuentas se maneja, decidí regresar a su depa, pero estas vez menos puro y con mi tranquilidad varios grados bajo cero, casi con veneración, esa gratitud ruín y esa veneración odiosa, para mí, que le tienes a tu victimario cuando te indulta.

Saludable hasta las patas, hasta sus nikes, sin media debajo, y sin camisa bajo su sueter de hilo crudo Ralph, oliendo muy a Hermes, vestido muy Armani, y con una inquietud que se bamboleaba y hacía arder al sicario que aún habita en sus calzoncillos. Y un alcahueton foco ahorrador de su habitación, me abducia directito al sacrificio.

Uno desnudaba al otro con su mirada scaner, el otro le miraba el ombligo a la locura de estar nuevamente ahí sentado, cayendo en la cuenta que lejos de todo aquella pirotecnia de hombre que imagino, ahora todo, solo se reseteaba a la certeza de que la única diferencia inflaqueable entre su mundo y el mío, estaba solo en la apariencia, en la embrujante aurora boreal de su brillo externo. Y esto gracias a una arrechura compartida por ambos: los libros; la arrechura que yo había encubado en los tiempos que no lo vi, y que ahora era la única chaira con la que hacía trizas a ese hombre que yo creí un sueño, aquella noche que la luna se derramaba como una yema de huevo.

Los servidores de Internet informarán que la guerra santa aún continúa y que en los templos musulmanes la mierda sigue creciendo. Ni los judíos, ni los ku-kux-klan, ni los Opus Dei ni los sintoístas, ni los creacionistas ni los Ateos, nadie mas que tu perro sabrá que, hubieron días en que me deseaste con la fuerza del viento

Siempre que tu me dejes, regresare a ese depa, siempre que me lo permitas querré volver a ese mundo, tu mundo, donde tu eres el rey, a ese espacio microscópico del planeta donde los poemas ya no me deprimen tan fácilmente, a esa cueva donde me di cuenta que el amor no es todo lo que te dan, sino mas bien todo lo que te niegan.

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