martes, 31 de mayo de 2011

Intolerancia... Prejuicios



Prejuicios,

¿Será posible hurgar en la mente de aquellos poco tolerantes y al mismo tiempo expresivos de tal “virtud”?, ¿quizás exista algo dentro de esa cabeza poco sesuda que pueda rescatarse?, quizás no valga la pena siquiera el intento. Aunque he conocido a alguno que intentó el cambio y hasta ahora disimula bien haberlo logrado. Suelen ser las excepciones y muchas veces el trabajo que les cuesta es tan obvio, que cuesta realmente creer en tal cambio.

Hace un par de días un grupo de muchachos entrados en copas gritaban de calle a calle alguna sarta de improperios ofensivos a dos muchachos obviamente homosexuales que caminaban por la acera opuesta, dijeron cosas que realmente creí impensables, y entre los insultos, se ofrecían toscamente para compartir la cama y hacerle girar el gusto a fin de sanarlos de su desviación, eran como 4 pero uno de ellos gritaba más fuerte, asumo el más inseguro del grupo, uno permanecía en silencio, quizás el más pensante o identificado, y otros dos repetían al gritón con entusiasmo simulado, nunca faltan los borregos. Qué podrá estar pasando en la cabeza de ese líder de opinión, mal enfocado, ¿tendrá algún familiar cercano que haya “padecido” por tal opción? ¿Habrá sido desplazado socialmente o laboralmente por algún tipo obviamente más capaz y homosexual?, ¿tendrá ansias de mostrarse gay y traumas de no poder hacerlo? ¿Quizás su masculinidad requiera ser reforzada por tales expresiones?, ¿algún homosexual lo habrá despreciado amical o sentimentalmente?, no sé que otras estupideces pensar, solo sé que fuera cual fuese la razón, es él quien necesita ayuda y no aquellos a quienes ha gritado.

Mario me cuenta entristecido como tuvo que dejar su casa a los 18, su padre, un hombre de 40 años en aquel entonces, oficial de la armada, con la típica actitud machista que no le hacía nada bien ni a su madre ni a su hermano, llegó a casa u a tarde con varias copas encima, y tras una discusión reiterada con su madre, sobre temas de lo más variados, le recriminó el hecho de que haber criado hijos débiles y sin carácter, sabía de chismes la opción de su hijo mayor, quien por cierto era un buen estudiante y acabada de ingresar a la universidad y le sacaba en cara esa “desgracia” con palabras de lo más hirientes. Tras los gritos de siempre, llantos y otros desmanes, terminó por descargar el puño contra la mujer que vanamente intentaba defender lo indefendible, para el caso, Mario salió al encuentro y fue ofendido por su propio padre, quien finalmente, lo cogió del cuello y empuñando su revólver contra la boca de Mario lo expulsó del hogar declarando que a partir de ese momento, dejaba de tener un hijo. Hoy Mario vive solo en un cuarto pequeño, ha perdido el empleo hace poco y anda nuevamente en la búsqueda, dejó la universidad por trabajar y sus cartones no dicen nada de él, ve nunca a su madre, su hermano a las justas lo saluda y su padre voltea el rostro cuando coincide con él por la calle. Mario llora mientras intenta expresar lo que siente por todo aquello, yo lo miro y simplemente escucho.

Las circunstancias que como Mario, han enfrentado miles de jóvenes homosexuales son tan variadas como difíciles, aquellos que han conseguido la aceptación familiar, han tenido que batallar con los rechazos del medio laboral o social, y quienes se han abierto a un grupo similar pero aislado, usualmente son apartados de la familia o de sus espacios originales. Lo diferente siempre es tratado así, diferente, y ser gay necesita ir de la mano con una inteligencia distinta, aquella que nos permita encontrar en la diferencia la fortaleza para conseguir una vida que nos haga felices, no una vida como la del resto, porque estoy seguro que quizás no sea la que queramos, sino una que al final de los días nos haga desplazar la balanza hacia mas momentos de sonrisa y calma en contra de aquellos de dolor y lágrimas. Una vida en la que estemos rodeados de gente que esté feliz con nosotros, que cuente con la inteligencia evolucionada y se abra hacia nuestra diferencia como un don y no con los prejuicios que solo dan muestra de que nuestra sociedad es tan joven que aun gatea y que llegar a dar el paso que la haga del primer mundo, no depende de ese grupo diferente de personas como nosotros, sino de todo el resto de sus miembros aun no evolucionados.

domingo, 22 de mayo de 2011

De relaciones Abiertas!

De relaciones abiertas!!


Raúl y Andrés esperan a su acompañante casual, ambos andan ya juntos más de un año. Raúl en sus treintas y Andrés acaba de pasar los veintes…, dicen quererse, viven juntos en un departamento de un barrio tranquilo, en un distrito de Lima en el que priman los jardines;

Andrés espera ansioso parado en el balcón del departamento, frente a él, en el parque, los niños corren ansiosos por hacer eterna su tarde y algunos perros juegan bajo los árboles con sus amos ancianos atentos a los desechos que suelen poner en bolsas de plástico para arrojar en el tacho enorme de la esquina. Andrés espera al joven alto y delgado, de 18 años, a quien contactaron esa mañana por el internet, para juntos, los tres, volver a experimentar esas difíciles maniobras sexuales de a tres, en una sola cama, aquellas que se acordaron hace un par de meses, cuando ambos definieron su relación como “abierta” con la condición del que si existiese un tercero, debería definitivamente, ser compartido por ambos al mismo tiempo, ya que fugar a la privacidad solo con él, sería visto como infidelidad y causar conflictos en la relación.

Carlos está enamorado de Daniel. Ambos tiene la misma edad, casi 26, están juntos desde la universidad, pero viven cada quien en casa de sus padres, la ciudad es pequeña y no han podido aún conseguir la convivencia que anhelan, en todo caso, y por razones de necesidad sexual extrema, alquilaron una habitación en una zona de universitarios, ahí se suceden sus encuentros, y los encuentros con otras personas además. Daniel trataba de explicarme, yo lo amo, pero el sexo es otra cosa, ¿quién ama cuando tiene sexo? Me pregunta, cuando andas en la cama con alguien, piensas solo en detalles propios de ese momento, en la piel, el calor, el olor, el tamaño genital, o de las nalgas, la forma de penetrar o de que te penetren, en si será doloroso o no, si habrán maniobras osadas o si será tierno , en fin.. Me decía, es solo sexo, ahí no hay recuerdos de la película romántica que se vio el día anterior, o la cena espectacular que cocinaron para ti, o esa canción que evoca recuerdos alegres, nada de eso, es solo sexo. Así que uno puede tener sexo con quien quiera, y además serle fiel en el amor a su pareja, Daniel y Carlos tienen una relación “abierta”, y para ellos, eso significa que la cama puede ser compartida con terceros, cada quien por su lado, sin que eso cree un conflicto para la relación, que ambos definen como sólida.

Javier tiene 19 años, es un joven universitario muy atractivo, su vida social es muy activa y su trabajo de medio tiempo, de modelo, lo absorben casi por completo, su conversación es de lo más interesante y sus aspiraciones personales, son altamente razonables, conoció a Alejandro en un concierto de música clásica, en el que sirvió de anfitrión, Alejandro es médico, tiene 38 años, mantiene un ritmo saturado de responsabilidades laborales que le dejan escaso tiempo para compartir con su ahora pareja: Javier. Javier dice quererlo, pero realmente necesita más que la compañía y atención de Javier, requiere además de la sazón sexual que le permite su juventud, de la variedad y sobretodo del saber que es emocionante ser “infiel” bajo la concepción de ver su relación como una “relación abierta”, cosa que por cierto, Alejandro desconoce.

Las relaciones gay son complejas, sobretodo en sociedades cerradas, y más aun cuando se alcanza la madures y se conquistan espacios de otro tipo, como los del trabajo, los políticos o los sociales. La solidez de los vínculos, se basan en la confianza y en un pacto. Un acuerdo explicito de querer mantener esa relación en base a parámetros que ambos deciden, si bien la tolerancia se manifiesta extrema cuando se “abren” las cosas, no siempre el nivel de aceptación es igual por ambos, Cuando Andrés y Raúl comparten un tercero en su cama, Raúl se lamenta internamente de ver a Andrés disfrutar más del casual acompañante, entiende esa natural predilección en razón a la juventud de su pareja, y reniega por eso, Realmente quiere una relación abierta? y Cuando Carlos ha querido utilizar esa habitación común para hacer uso de su libertad sexual y se ha percatado de que en ese instante había estado siendo usada por Daniel, ha renegado para sus adentros al saber que su pareja está con otro, si bien es cierto, él estaba a punto de hacer lo mismo, el saber lo que ocurre lo llena de ira, entonces, realmente desea que la relación sea abierta?. Alejandro no sabe de las andanzas de Javier, pero cuando se ausenta de la ciudad por trabajo, o sabe que las ocupaciones de Javier no le permiten tiempo para él, busca algún amigo casual para pasar el rato, al despedirlo, siempre sufre un malestar de conciencia porque sabe que lo que hace no es correcto, aceptaría entonces la forma abierta en la que maneja Javier la relación?

Uno cierra la puerta de la casa, porque simplemente, no quiere que el resto cargue con lo que es de uno, dejarla abierta, daría muestra de una tonta generosidad para con el resto, y eso, naturalmente, no es sano. La visión del tema gay, que tiene el resto, pasa por la crítica a estas conductas; No defiendo el prejuicio del resto, ya que en el mundo hetero se da lo mismo sin pactos de por medio, más bien de modo secreto: “infidelidad”, pero si recomiendo alejarse de estas prácticas, eso nos haría un bien al grupo, o al menos nos acercarían a formar parte del grupo mas grande, ese de costumbres masivamente aceptadas, al de la “normalidad” y ser parte de tal, no están malo, como parece.

Obviamente los nombres citados no son reales, pero las tres historias si, as´´i que lo comentado, no es cuento.. Simplemente, pasa..

Tengan una buena semana

martes, 17 de mayo de 2011

Cuando el pasado nos arrastra..


Cuando el pasado nos arrastra…

Esa noche Ramiro estaba en tragos, le pasaba lo mismo cada vez que bebía, retornaba a casa con angustia mezclada con deseo, se obsesionaba con la idea de concretar algún encuentro, ser solamente sexual, llegar a su clímax y huir sonriente tras esa victoria, lo malo es que siempre recurría al mismo número telefónico, al mismo cómplice, al amante, al ex.

Ellos habían tenido una relación breve, creo que de 5 meses no pasó, Alex, que es como se llama su ex pareja tiene 24 años, dos menos que Ramiro, es estudiante de último año de medicina y un perfecto amante, según precisa Ramiro, quizás físicamente no sea perfecto, en realidad Alex es bajo de estatura, como de 1,65, está algo subido de peso, y posee las manos pequeñas--- se ríe mientras comenta esos detalles--- pero esa mirada intensa, sus ojos saltones, las cejas gruesas, la nariz ancha y los labios generosos, lo hacen muy atractivo, además es un artista en la cama, es el tipo pasivo mas varonil que he conocido--- me cuenta--- es tímido a la hora de la desnudez, pero permite las luces encendidas, y el jugar sobre la cama, es tierno pero apasionado, esas manos pequeñas y juguetonas saben recorrer con gran amplitud, a la par que sus pies suaves y cuidados disfrutan al rozar mis pantorrillas o mis muslos, mientras sus labios juegan con los míos hallándome sobre él.

Su boca sabe como respirar sobre mi nuca, como arrancarme gemidos sordos al ritmo de los suyos, y cuando baja, y llega a mi pecho, al ombligo, a las ingles, para entretenerse largamente en mi erección y en mis testículos, luciéndose con la magnificencia de un maestro.

A Ramiro le brillan los ojos al recordar, el juego es amplio ---me detalla-- suele solo recostarse boca abajo y mi lado, para permitirme verlo, sus nalgas saltonas se roban el paisaje, se curva suavemente, mientras mi mano recorre su espalda buscando sus nalgas, y al encontrarlas, las endurece y relaja intermitentemente permitiéndome acceder a su ingreso contraído y hurgarlo con la yema de mis dedos humedecida en su boca, mientras gime con soltura.

No sigo-- me dice--- porque te veo motivado, mis ojos deben brillar a la par de los suyos, solo me rio, y él hace lo mismo. Cuando hacemos el amor me lleva al cielo, no diré más, y carcajea, aun así, quiero dejar de llamarlo.

Ramiro no ha podido encontrar a alguien más, todos han sido comparados y desechados, Alex nunca le dice que no, así que sexualmente no la pasa mal, pero… acaso eso es todo?

Esta tarde, en realidad, fue mejor que no siga con la historia, no por mí, que la estaba disfrutando, sino por él, que debería girar la página, y seguir adelante, conocer a alguien más, que le permita más, que le brinde afecto aparte de solo placer, Ramiro se ha quedado estancado solo en esos detalles que considera perfectos, habiendo miles de cosas más y mejores (si solo de sexo se tratase), a veces el pasado nos juega esas pasadas, nos niega el acceder al futuro, a disfrutar de él, o crearlo nuevo y mejor y Alex es eso, pasado, espero que Ramiro lo comprenda.

Hoy es viernes, Juerga y alcohol, espero que Ramiro haya ampliado la agenda telefónica. O que Alex simplemente se decida a dejar de responder, yo estaré pendiente de la nueva historia, Ramiro no puede consigo mismo y siempre termina contándome los detalles.

A disfrutar del fin de semana….



sábado, 7 de mayo de 2011

Recuerdos Eternos.



Existen cosas que pueden ser eternas.

La línea que anuncia esta entrega fue robada a una actriz en la escena cumbre de un drama romanticón que he visto en cable esta tarde, me sirvió de pretexto para exagerar su trasfondo. Aprovecho del tiempo que me permite la convalecencia, y de esta escasa iluminación mental que me ha llegado desde el ocio para explayarme en su esencia.

Permítanme hacer eternos mis recuerdos.

El Pie de Limón que estrenó el horno en casa de mi abuela, excesivamente ácido para mi gusto aun irrita mi paladar cada vez que pruebo otro, pero a ese sabor peculiar se asocian las sonrisas de mis primos alrededor de la mesa, el hormigueo abdominal por la angustia de poder comerlo, pese a que aún estaba humeante, la sonrisa de una abuela con piel aun tersa, y pelo oscuro, el abrazo de mi abuelo compadeciéndose con sarcasmo de nuestra desesperación, esa sensación vivida hace más de un cuarto de siglo, aun late en mi memoria, con matices de eterna..

La casa de campo de mis padres se ubicaba a unas dos horas de la ciudad en la que crecí, la casa era pequeña de una planta con dos habitaciones, estaba rodeada de pinos, plantados por mi madre cuando yo tenía 3 años, ese escenario me acompañó en mi infancia y fue mi cómplice en la adolescencia, bajo esas sombra verdosa y sazonada con un silbido eterno arrancado por el viento, le robé un par de besos, me animé a acariciarle el rostro, mientras sus suspiros se convertían en música y su tibieza en mi calma, a mis 23, y fue mi primer beso con un EL, nos besamos bajo esos árboles inmensos, oliendo su fragancia invernal, convencidos de que el tiempo no transcurría, sabiendo que esa imagen mental, tal cual me acompaña (y sé que a él también) sería eterna.

Pero hay recuerdos que gracias a Dios, se reviven a cada instante, su voz arrullando mi sueño, calmando mis angustias, sazonando mi aburrimiento, impartiéndome entusiasmo, mostrándome su orgullo, reprimiéndome o felicitándome, solo su voz capaz de desencadenar mil efectos en mi, todos ellos, gratos cuando se reviven en la mente, así la escena en el pasado haya sido adversa, hoy retomar esas imágenes mentales me arrancan sonrisas. Y no solo es su voz; cuando percibo jazmines, la dibujo en mi mente, no solo porque su presencia se acompaña de tal aroma, sino porque el jardín de casa tenía un par de arbustos que hacían que cada noche y de modo misterioso tu presencia se realzase con ese olor floral que jamás podré olvidar, podría seguir dedicando párrafos a la suavidad de tus manos, a la profundidad de tu mirada, a la sabiduría de tus palabras, a la seguridad que me contagia tu sola presencia, a tu tolerancia infinita , a tu compresión sin límites, a tu forma de ocultar tus temores y a esas lágrimas que causé en reiterado pero que no hicieron más que ratificar lo milagroso de tu esencia.

Nadie si no tu Mama podrías ser el eterno motor de recuerdos, aquellos que arrastro desde que me permite la conciencia, y que afortunadamente, por tenerte cerca, aun sigues sembrando en mi memoria, sé que no es una exclusividad de quien escribe, ya que la sabiduría de la vida nos ha premiado a todos, sin distinción alguna, de una como Tu, no comparable si quiera, sino singular para cada cual, alguien que como tu ha creado seres humanos especiales por quienes a través de estas líneas me atrevo a deciros Gracias.

Este domingo estaré contigo, seguiré grabando mentalmente cada cosa que me permitas compartir, armaré mi despensa de recuerdos de aquellos que son contigo, porque egoístamente, sé que son de los mejores y que espero me sigan siendo eternos.

lunes, 2 de mayo de 2011

Mamá SoY GaY



Mamá soy Gay!

La luz era tenue, había un corte eléctrico en media ciudad, la casa se iluminaba con velas, Gonzalo se hallaba frente a su mamá, ambos tomaban el té, conversaban banalidades, luego un chispazo de emoción invadió a Gonzalo, miró fijamente los ojos de su madre, mientras le cogió ambas manos con las suyas, y en ese silencio inmaculado le dijo, Mamá, soy Gay.

La reacción de su madre fue la esperada por Gonzalo, mantuvo los ojos en su hijo, retiró sus manos para ponerlas sobre las de él, y respirando casi en un sollozo, le dijo, que eso no importaba, que ella lo amaba, una cortina de lágrimas empañó sus ojos, y Gonzalo a sus 17 años, abrazó a su madre, habiendo dejado a un lado una carga enorme que no le permitía conciliar el sueño durante los últimos meses.

A Ricardo le fue distinto, tenía 16 años, y sabía desde los 11 que le gustaban los hombres, y digo hombres, no niños como él, sino grandes y definidos varones de atractivo porte y seguridad cotidiana, vivía admirando a Pedro, el socio de su padre en el estudio de abogados, Pedro tenía 31, andaba de novio, y era fiel colaborador de su padre, incluso hasta altas horas de noche en la oficina de la casa, Ricardo amaba sus manos, su forma de vestir, su pelo siempre perfecto, su aroma a verano, ye ese tono bronceado que no lo abandonaba ni en invierno, se sorprendió escribiendo cosas en su diario, incluso algunos deseos de esos pecaminosos, incluyendo sexo y sus degeneraciones, describiendo a Pedro como su amante, se masturbó infinidad de veces leyéndose a sí mismo. Una tarde llegó a casa temprano del colegio, entró a su cuarto algo apurado y sorprendió a su madre leyendo el diario muy atenta, sollozando, al mirarlo dejó el cuaderno sobre la cama, se puso de pie bruscamente, y salió apresurada, Ricardo se animó a decirle, mamá podemos hablar, ella salió casi corriendo, él la siguió, le gritaba, mamá me gustan los chicos, y eso no es malo, su madre apresuraba el paso, llego a su habitación y cerró de un portazo, de esto hace casi 10 años, el tema nunca más fue tratado, hoy Ricardo vive con Mauro, su novio.

Marco tiene 34, es profesor de literatura moderna en una universidad católica, vive hace 6 años con Humberto, es una relación de lo más perfecta, en casa deben sospechar mil cosas, Marco Jamás dijo (y creo que jamás dirá) cosa alguna sobre sus preferencias sexuales, visita a sus padres seguido, pasa fines de semana con ellos, hablan de mil cosas trascendentes o intrascendentes, los ama y lo aman, no hay necesidad de plantear esas cosas, él se dio cuenta que era gay tarde, no hacía falta trastocar la imagen que los suyos tenían de él. Su madre ha dejado de sugerirle que se case, y de reclamarle descendencia, solo le pide que cuide, y que siga siendo el buen hombre que ella está segura que es.

No sé si confesar nuestra preferencia sexual, claro, cuando esta es poco convencional, sea lo adecuado, cada quien encuentra en su contexto la respuesta a dicha posibilidad, a veces, y si la adolescencia es nuestra aliada, en un entorno tolerante y abierto, confesarlo sería lo ideal, si el entorno es hostil, a veces demostrarlo termina por aislarnos o expulsarnos, quizás la discreción nos ayude, y si la disyuntiva nos coge en madurez, para qué hablar, si nuestros actos, que son o deben ser, maduros y responsables, deben reflejar lo que somos, que nos aprecien o rechacen por eso, y no por nuestra preferencia sexual que sería en todo caso, lo de menos.

Hoy van estas líneas para Gonzalo, de quien comencé hablando, en esta entrega, ayer lloró feliz en el regazo de su madre, quien lo es todo para él, el té terminó frio y la vela se consumió sola, la luz eléctrica los cogió adormilados, se miraron a los ojos y sonrieron, te amo le dijo ella, no más que yo a ti le respondió él.