sábado, 7 de mayo de 2011

Recuerdos Eternos.



Existen cosas que pueden ser eternas.

La línea que anuncia esta entrega fue robada a una actriz en la escena cumbre de un drama romanticón que he visto en cable esta tarde, me sirvió de pretexto para exagerar su trasfondo. Aprovecho del tiempo que me permite la convalecencia, y de esta escasa iluminación mental que me ha llegado desde el ocio para explayarme en su esencia.

Permítanme hacer eternos mis recuerdos.

El Pie de Limón que estrenó el horno en casa de mi abuela, excesivamente ácido para mi gusto aun irrita mi paladar cada vez que pruebo otro, pero a ese sabor peculiar se asocian las sonrisas de mis primos alrededor de la mesa, el hormigueo abdominal por la angustia de poder comerlo, pese a que aún estaba humeante, la sonrisa de una abuela con piel aun tersa, y pelo oscuro, el abrazo de mi abuelo compadeciéndose con sarcasmo de nuestra desesperación, esa sensación vivida hace más de un cuarto de siglo, aun late en mi memoria, con matices de eterna..

La casa de campo de mis padres se ubicaba a unas dos horas de la ciudad en la que crecí, la casa era pequeña de una planta con dos habitaciones, estaba rodeada de pinos, plantados por mi madre cuando yo tenía 3 años, ese escenario me acompañó en mi infancia y fue mi cómplice en la adolescencia, bajo esas sombra verdosa y sazonada con un silbido eterno arrancado por el viento, le robé un par de besos, me animé a acariciarle el rostro, mientras sus suspiros se convertían en música y su tibieza en mi calma, a mis 23, y fue mi primer beso con un EL, nos besamos bajo esos árboles inmensos, oliendo su fragancia invernal, convencidos de que el tiempo no transcurría, sabiendo que esa imagen mental, tal cual me acompaña (y sé que a él también) sería eterna.

Pero hay recuerdos que gracias a Dios, se reviven a cada instante, su voz arrullando mi sueño, calmando mis angustias, sazonando mi aburrimiento, impartiéndome entusiasmo, mostrándome su orgullo, reprimiéndome o felicitándome, solo su voz capaz de desencadenar mil efectos en mi, todos ellos, gratos cuando se reviven en la mente, así la escena en el pasado haya sido adversa, hoy retomar esas imágenes mentales me arrancan sonrisas. Y no solo es su voz; cuando percibo jazmines, la dibujo en mi mente, no solo porque su presencia se acompaña de tal aroma, sino porque el jardín de casa tenía un par de arbustos que hacían que cada noche y de modo misterioso tu presencia se realzase con ese olor floral que jamás podré olvidar, podría seguir dedicando párrafos a la suavidad de tus manos, a la profundidad de tu mirada, a la sabiduría de tus palabras, a la seguridad que me contagia tu sola presencia, a tu tolerancia infinita , a tu compresión sin límites, a tu forma de ocultar tus temores y a esas lágrimas que causé en reiterado pero que no hicieron más que ratificar lo milagroso de tu esencia.

Nadie si no tu Mama podrías ser el eterno motor de recuerdos, aquellos que arrastro desde que me permite la conciencia, y que afortunadamente, por tenerte cerca, aun sigues sembrando en mi memoria, sé que no es una exclusividad de quien escribe, ya que la sabiduría de la vida nos ha premiado a todos, sin distinción alguna, de una como Tu, no comparable si quiera, sino singular para cada cual, alguien que como tu ha creado seres humanos especiales por quienes a través de estas líneas me atrevo a deciros Gracias.

Este domingo estaré contigo, seguiré grabando mentalmente cada cosa que me permitas compartir, armaré mi despensa de recuerdos de aquellos que son contigo, porque egoístamente, sé que son de los mejores y que espero me sigan siendo eternos.

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