Peloteando..
Tabo terminó de entrenar como cada tarde de viernes, los compañeros del equipo se dispusieron presurosos a retornar a sus casas, él no tenía la misma prisa, caminó lento hacia los vestidores, la mayoría ya salía de ahí cuando él llegó, se sentó frente a su casillero y se quitó las zapatillas, en medias caminó por entre los pasillo, ya no había nadie, retornó a su espacio y frente al pequeño espejo del casillero observó su rostro con detenimiento, el tiempo había sido generoso con él, sus ojos irradiaban fuerza, sus cejas pobladas y pestañas largas, la nariz recta y los labios carnosos y enrojecidos, lo hacían muy atractivo, él lo sabía tenía 24 años, jugaba para un equipo de primera y eso le permitía una vida cómoda en esa ciudad tan fanática del futbol. Se observó por varios minutos, como si esperara algo o a alguien.
Al cabo de un tiempo sintió movimiento en la puerta de los vestidores, notó que se abrió y que luego se cerró poniendo el seguro interiormente, no se sorprendió, se quitó el polo, sudado, y esas medias altas que torturaban unos pies adoloridos, pero cuidados, suaves, de uñas rectas, de dedos largos, escasamente hirsutos, los tobillos afilados, las pantorrillas enérgicas y fuertes, los muslos perfectos, un bello dorado cubría su piel generosamente. Quien ingresó se acercaba a paso lento, el seguía en su faena, dejó caer el short corto con el que entrenaba, y retiró el suspensor, usaba un bikini azul y ajustado, relucía lo generoso de su genitalidad y se marcaba atrás en unas nalgas redondas y endurecidas.
Quien había ingresado lo observaba desde unos metros, continua le dijo, Tabo asintió, y deslizó sutilmente su ropa interior sobre sus piernas, dejándola en el piso tras un paso al costado, estaba desnudo, visto desde lejos, era perfecto, estaba sobre el metro ochenta, atlético, rapado, enrojecido por el entrenamiento, sudado, sucio, macho, quien lo observaba, se desajustó la corbata, se acercó, lo cogió por la cintura y lo besó apasionadamente mientras sus manos bajaban atrás, ajustando las nalgas del pelotero causándole un dolor que le arrancó una imponente erección.
Fernando, como se llamaba el visitante, era directivo del equipo, 42 años, casado, y muy influyente, Tabo era su amante oficial, aquel de las cuatro paredes de ese vestidor, o del departamento en que había instalado al joven deportista, lo que vino después fue agitado, Tabo desvistió a Fernando, dejó el saco estirado sobre un perchero, y el pantalón cuidadosamente doblado en la banca, así desnudos se besaron agitadamente, las manos recorrían con cierta ansiedad cada rincón de sus cuerpos, al cabo de un instante Tabo estaba de rodillas frente a Fernando, su lengua saboreaba ese abdomen ligeramente crecido, se perdía en sus ingles, se detenía en el pene sonrosado, erecto, suave, tibio, ingresándolo a su boca reiteradamente, jugando con sus bolas, rosando más abajo, arrancando gemidos, de pie nuevamente, es girado con torpeza, sus manos apoyadas sobre la pared, las piernas algo separadas, Fernando se preparaba como que apuntando, una generosa cantidad de saliva sobre la mano, la misma que acarició su pene dejándolo listo, luego con ambas manos separaba las nalgas de Tabo, y tras colocar el pene en posición correcta, penetrarlo de un solo viaje. En esa posición concluía la jugada, tras una reiterada fricción una cantidad abundante de eyaculado emergió para depositarse en su interior, arrancando gemidos toscos y relajo posterior.
Caminaron a la ducha, ambos tomaron un baño relajado, la oscuridad invadía ya el ambiente y las luces no se encendían, era perfecto, se besaron mientras el agua caliente golpeaba ambas cabezas, se acariciaron bajo el agua hasta que su piel perdió la textura, es tarde dijo Fernando, salió rápidamente cogió una toalla y recorrió su cuerpo, vistió el traje apresurado, secó su pelo y lo acomodó, besó la frente de Tabo, te veo el domingo le dijo, Ya amor respondió el futbolista, quien a paso lento caminó hacía su casillero para vestirse, y salir del club sonriente, relajado, a continuar con su agenda de viernes. Laura La enamorada, lo esperaba en su casa, la noche recién empezaba.