lunes, 25 de julio de 2011

Fielmente.. infiel

Fielmente Infiel..

Carlos llegó apresurado de la oficina, tiró el saco en el sofá de la habitación, se desató la corbata, y encendió la computadora, se había sentido excitado toda la mañana, no sabía ¿por qué?, se quitó el pantalón, se sentía más cómodo así de fresco, con la camisa remangada, el bóxer ajustado y calcetines de hilo, Carlos tiene 42 años, vive en una casa pequeña en el centro de la ciudad, cómodamente, con Gabriel su pareja de 32 años, con quien comparte desde hace mas de 8 años.

Hurgó en su PC, navegó por rutas que hacía tiempo no exploraba, su idea era encontrar a alguien, sudar esa excitación que lo trastornaba desde hacía ya varios días, no tardó mucho, encontró a varios en la red, muchos fáciles de contactar, simples de satisfacer, Carlos era activo y ellos son los más buscados, hasta que un perfil lo motivó, varonil y discreto decía, y aparecía un teléfono celular, Carlos llamó.

La cita se pactó en una hora, cerca a un hotel discreto por una avenida de lo más comercial, se dieron una pauta para reconocerse, el color de la chaqueta, el modelo de los tenis, que se yo, Carlos no reprimió su excitación, se masturbó con furia y tomó una ducha tibia, se puso unos jeans desteñidos, zapatillas sin medias y un polo oscuro, tomó un taxi y enrumbó.

Al llegar a la esquina pactada, notó la presencia de quien se había descrito en la conversación previa, al menos coincidía la descripción del atuendo, ya que la edad era menor de la esperada, no lucia de 28 si no de de 20, su aspecto lo mostraba más delgado de lo que originalmente supuso, pero su rostro era gentil y su actitud varonil, Carlos le extendió la mano y la notó áspera, lo miró sonreír y vio una dentadura perlada y perfecta, se decidió a dar el siguiente paso, fueron al hotel, pagaron una habitación doble y con baño, ninguno llevaba equipaje, pero el hospedero no se sorprendió. Una vez en el cuarto ambos se miraron fijamente y Carlos le pidió que dejase la luz prendida, me gusta ver le dijo, no hay problema respondió el cómplice, desnúdate, y fue rápido al hacerlo, Carlos estaba tirado sobre la cama, observaba, una erección se proyecto en su pantalón, el muchacho lucía muy bien desnudo, era delgado pero musculado, tenía el cuello largo y una postura orgullosa, el pecho plano, el abdomen marcado, los genitales de bello recortado, un pene alargado y muy estético, al girar notó sus nalgas saltonas, los muslos escasos pero en proporción a sus pantorrillas, el conjunto lucía muy bien bajo el parpadear del fluorescente que no terminaba de encenderse.

Así desnudo, el muchacho se aceró a Carlos, desabrochó su pantalón y lo bajó ligeramente, un pene erecto emergió al instante, grande e imponente , él no vaciló en recibirlo con sus labios, lo acarició con ellos y con su lengua, para luego introducirlo en su boca arrancando gemidos a un Carlos a punto de repetir la entrega tibia que dejó en casa antes de salir al encuentro. Carlos lo distrajo de la faena y lo colocó sobre sí y en horcajadas, era incómodo, se desvistió y repitió la posición se rosaron intensamente, el muchacho intentó besarlo, pero Carlos lo evadió sutilmente, él entendió, las cosas fluyeron. Tras varios giros Carlos se armó de un preservativo y el joven se untó de un cristalino gel diseñado para tales fines, de inició ingresó así, teniéndolo cual jinete sobre sus cintura, el vaivén fue pleno, Carlos estuvo a punto de concluir en varios instantes y frenando a su amante con sutiles mordisqueos en el pecho, luego giraron y las piernas del joven se situaron en los hombros de Carlos, puestos así, el joven gimió con descaro, Carlos lo calló en varias ocasiones, finalmente lo tumbó boca abajo, y lo penetró con cierta violencia, mientras separaba sus nalgas con ambas manos, para permitir un ingreso más profundo, su boca mordisqueaba la espalda, la cabeza del muchacho se internó en la almohada y así en esa posición, percibió el desenfrenado movimiento que se aceleró paulatinamente hasta concluir en un gemido gutural y en el relajo pleno de quien tenía a sus espaldas.

Un instante después, Carlos se retiró de ese refugio tibio y humedecido, caminó hacia el baño y desecho el preservativo, se vistió rápidamente mientras el joven se permitía concluir su faena con una paja avivada por las sensaciones recién experimentadas, Carlos lo dejó en esa ruta y se marchó a casa.

Gabriel lo esperaba cariñoso, se sorprendió de verlo con ese atuendo, te viniste a cambiar? Le preguntó, si, ayudé a un amigo a mudar unas cosas a su nueva oficina, a bueno, me daré un baño, que me siento sucio, ve amor, que te serviré la cena.

Ambos cenaron como siempre, los ojos de Carlos brillaban, estaba calmo, Gabriel dejó los platos tendidos en la mesa, lo acompañó a la cama y se deshizo en besos y caricias, lo desvistió e hicieron el amor con delicadeza y paciencia. Carlos durmió plácidamente esa noche, sus sueños pintaban a un joven delgado y musculado a quien le hacía el amor violentamente, lo tenía tendido boca abajo y le mordía la espalda, el joven desenterraba su rostro de la almohada, lo giraba y le sonreía con placer, tenía el rostro de Gabriel.

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