martes, 12 de octubre de 2010

coMo Tu!


Como Tu!!!

Tengo frio..- susurró Alberto- Acércate más, pégate a mi respondió toscamente Jaime, la cama era muy amplia, y cada quien ocupaba un extremo de la misma, la desnudez era total, pero la oscuridad no era lo suficientemente cómplice como parta permitir el acercamiento sexual buscado.

-Es siempre así, les invitas un trago y los llevas a tu cama?- No- Respondió Jaime, a veces es en un cuarto de hotel, o de pasada en el baño de la disco- su tono fue sarcástico, algo hiriente, Alberto se alejó ligeramente, pero Jaime lo cogía por las nalgas acercándolo a su pene erecto, Alberto no conseguía excitarse. Conoció a Jaime en la discoteca, le pareció atractivo, se dejó seducir, se permitió ir a su casa, se metió a su cama, pero ahora quería escapar, se lamentaba de su osadía, sus veintitantos no eran suficientes, pero casi los mismos veintitantos de Jaime. En ese momento supo que no habría salida, tendría que complacer a su acompañante casual, pese a que no disfrutaba del momento.
- Hey!!, más suave- un dedo se escabullía por las nalgas de Alberto, Jaime estaba agresivamente excitado, olvidó humedecerlo, intentó introducirlo, Alberto se lamentaba mentalmente, se preguntaba qué hacía allí?, cómo no se permitió dudar?, ya era tarde, los besos con olor a cerveza invadían su cuello y su boca, Jaime se percató de la indiferencia de su amante casual, y fue más agresivo, el alcohol lo tenía a mil, entre belicoso y excitado, lo casual del encuentro le permitía ser diferente, ser malo, al fin y al cabo no volvería a ver a su acompañante, Alberto seguía lamentándose mentalmente.

Las cosas se sucedieron rápidamente, ven acá! Renegó Jaime, giró a Alberto con escasa delicadeza, se enfrentó a sus nalgas a media luz, eran redondas, duras, porfiadas, una se ajustaba duramente a la otra, los dedos de Jaime hacían su esfuerzo, el resultado era escaso, deslizó sus labios en la espalda de Alberto, llego al nacimiento de sus nalgas, se internó entre ellas, Alberto se relajaba parcialmente, toqueteó con la punta de su lengua, un ano escaso de vello, tenso, ajustado, sintió su relajación, lo exploró con la lengua en pleno, la deslizó insistentemente, humedeció la zona con generosidad, escapó rápidamente y retomó la exploración con su pene.

Lo penetró toscamente, Jaime ajustaba sus labios para no gritar, mordía las sábanas, Vamos!- susurraba Jaime, Alberto gemía por el dolor intenso, Jaime disfrutaba de eso, por suerte la movida fue rápida, tras dos o tres arremetidas, Jaime retiró bruscamente su virilidad del interior de Alberto, y en cuclillas sobre su espalda, masturbó agresivamente su pene, consiguiendo un fluido cálido, y abundante esparcido sobre la espalda y nalgas de su cómplice. Alberto no disfrutó del momento, odiaba a Jaime.

Jaime se tendió sobre la cama, Alberto no decía nada, te gustó? Preguntó Jaime, Alberto permanecía en silencio, sé que si- afirmó Jaime, se puso de pie y se vistió, al cabo de unos segundos, más apuró a Jaime para que haga lo propio y para que se marchase.

Alberto salió esta noche de la disco, acompañado, el acompañante lucía menor que él, de apariencia frágil, alto pero delgado, ligeramente amanerado, Alberto le invitó un par de tragos, le propuso escapar a su dormitorio, él aceptó, una vez en la cama, ya desnudos y tendidos, Alberto obvió besarlo, humedeció su pene y sin mediar caricias ni consultas, arremetió a la fuerza en ese orificio negado, él gemía de dolor, Alberto se tomó su tiempo, y concluyó en el interior con la calma propia de dicho final, al cabo de un instante , encendió la luz, y le pidió a su ocasional amante que se retire, que ya era tarde, mientras sonreía para sus adentros.

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