sábado, 23 de abril de 2011

De Golpes.. y mas Golpes..



De Golpes.. y mas Golpes..

Carlos llamó llorando, trataba de hablar claro pero se ahogaba consigo mismo, escuché calmo lo que trataba de decirme, y luego le dije que mejor acudiese a mi casa, llegó en una hora.

Lucía cansado, su juventud se diluía en sus lamentos, lo recuerdo sonriente y guapo, como es, con ese porte militar, delgado y alto, de cabellera al ras, de ojos vivaces, nariz recta, cejas gruesas, labios inexistentes y dientes alineados, de cuello elongando y tórax recto, de cintura plana, lo recuerdo en la playa, de bermuda colorida, piernas velludas y pies cuidados, lo recuerdo coqueteándonos, bailando en la arena, mientras sujetaba una lata de cerveza helada. No queda mucho de él así, y eso que solo ha pasado un verano.

Conoció a Roger en una fiesta él tenía 35, esos son 10 más que Carlos, funcionario de un banco, atractivo y maduro, grueso, pero de voz calma, de conversación inteligente, de mirada profunda, se enamoraron y a los 3 meses empezaron a vivir juntos, la madre de Carlos se opuso, pero Carlos estaba ilusionado, Roger le ofrecía el cielo, y mi amigo, no podía despreciarlo.

La primera vez que traté a Carlos (ya que acudió por una consulta), fue hace 6 meses, Roger tenía un desempeño escaso en la cama, y la juventud de mi amigo requería de cuidados algo más frecuentes, tras algunos consejos mas de maña que médicos, parece que las cosas mejoraron, la siguiente vez que lo vi, habían discutido y entre gritos y cosas volando entre ellos, Carlos acabó con un ojo morado y la espalda algo lastimada, esta vez parce que las cosas se fueron de las manos, yo recomendé espacio entre ambos, pero parece que el terco de Carlos perdonó fácilmente, sé que las cosas no cambiaron mucho desde esa vez, y ahora veo que en realidad empeoraron.

Roger bebe y creo que de fiel no tiene nada, me comentó sollozando, quiere estar conmigo, pero no puede sus erecciones son cada vez menos frecuentes, o quizás le suceda eso solo conmigo, se frustra y reniega consigo mismo, cuando intento decir algo, me calla, cuando insisto, las cosas se le van de las manos y me golpea, la primera vez, fue a los pocos días de vivir juntos, pero pensé que era algo irrelevante, luego se dio más seguido, he gastado más en antiinflamatorios que en preservativos, lo amo, y no sé qué hacer.

La respuesta es simple para cualquiera con dos dedos de frente, pero para alguien enamorado?, qué decirle, cómo plantearle que debe alejarse, dejarlo, desaparecer, recurrir a su familia, cortar cada vínculo, reiniciar su vida, que son solo 25 años, qué es atractivo y que conseguirá rehacer lo marchado fácilmente, no me creerá, no entenderá siquiera, se negará, intentará argumentos que defiendan al abusivo, bajo el pretexto de quererlo, uno está preparado para escuchar eso, se acordará de los momentos felices, de los detalles entre ellos, del amor que se dijeron mil veces, lo escucho, le doy una pastilla para dormir, lo acuesto en el sofá de la sala, sostengo el hielo sobre su labio lastimado y sobre ese ojo una vez más oscurecido. Pretendo que pase la noche, es mejor conversar con la luz del día nuevo, el amanecer siempre es un comienzo, que espero sea el suyo, solo si tiene la convicción de empezar de nuevo.

Carlos es solo uno, debo comentar que en estos últimos años, he escuchado varios cuentos tristes, de amor falso y amor tonto, de más lamentos que sonrisas, de ojos amoratados, de sexo agresivo y lesionante, de huídas, y nuevos comienzos, esos últimos son los que motivan a seguir escuchando, a hipnotizar el momento, y acompañar mientras llega el amanecer, para ver las cosas con otros ojos, con calma, pensando más en uno mismo y en lo feliz que merecemos ser.

Vamos Carlos, ya salió el sol, tienes que oírme!



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