Perdón
Marco ha dejado a Eduardo, su novio de mas de 2 años, llora
a caudales mientras le dice adiós, lo mira a los ojos y le pide perdón, él no
puede continuar así.
Ambos se conocieron casualmente, Marco salía de una relación
muy mala, pero que lo había marcado fuertemente, Eduardo fue su salvación, pese
a las distancias de carácter y hasta de gustos, accedió a su consuelo y no se
separaron desde ese entonces. Eran novios.
Pero las cosas se habían hecho monótonas, se perdió el
encanto propio de la seducción y Marco fue despertando a esas cosas que sabía
le hacían falta, atracción, complicidad, sincronía, pasión y sobretodo ganas de estar con él, de extrañarlo, de dejar
todo por ir a verlo, de ser de él. Sin pensarlo se vió envuelto en algo jamás
pensado, apareció alguien mas, distinto, impensado, lindo y Marco sintió que el
piso se le movía, no tuvo el valor de hacer cambios, solo se dejó llevar, caer,
disfrutar … hasta que notó que lo que vivía era falso, tenía que acercarse a
Eduardo y ordenar las cosas, hoy llora frente a él, al decirle adiós.
Marco no sabe si las cosas con esa nueva persona sean reales
y que tengan lo necesario para proyectarse, no sabe si lo conoce totalmente, si
es tan bueno como aparenta o muy malo si lo disimula, no sabe si es con él con quien
deba continuar latiendo, solo sabe que no puede engañar a Eduardo, pero
sobretodo, que no puede engañase a si mismo. Y lo único cierto es que en todo
este triangulo, ÉL es el mas importante.
Sus lágrimas no dejan de salir, camina callado por una larga
avenida de árboles frondosos y luces tenues, son casi las doce, mañana será
otro día se dice… y no para de llorar.
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