lunes, 8 de marzo de 2010

HistoriA de uNa RevElacióN


Historia de una revelación

Mariana se mira al espejo y no puede dejar de notar en su rostro esa lágrima que emerge sin motivo aparente, pero existen razones más que suficientes para su tristeza, es 8 de marzo, cumpleaños de Mauro, su hijo, él único, hoy celebra sus 24 años, y no está a su lado, es ya también un año más que dejó la casa de sus padres para enfrentar su vida solo.

Cuando Mauro cumplió 22, celebró en demasía , los reproches al llegar a casa no se dejaron esperar, su padre lo abofeteó, no solo por aquella llegada en horas de la madrugada, sino también por los excesos de alcohol y ocio, que ese día se remarcaron, en todo caso no fue un día festivo, en aquel momento y con varios tragos encima, Mauro se sentó en la cocina y tambaleándose confesó en casa que era gay.

Mauro, se descubrió a los 18 años, un compañero universitario lo sedujo y él se dejó llevar sabiendo que lo que sentía por su amigo era parte de su identidad, nunca dudó de su opción, pero la mantuvo para él esos años, ese día entre tragos y reproches, no encontró mejor forma de vengarse o simplemente liberarse, que confesar en casa que era gay, que él único hijo de Mariana y Javier no tendría esposa, y que no habrían nietos en el futuro. Desde ese día su padre lo ignoró y su madre inició el suplicio que significa querer a un hijo distinto, que enfrentaría un mundo diferente, adverso y que probablemente sufriría mucho.

Tras la confesión, Mauro dejó la casa, alquiló una habitación en una zona tranquila, e inició una nueva vida, se ausentó del entorno familiar y se dedicó al trabajo en una farmacia y ha preocuparse por si mismo. Hoy Mariana sufre como cada día desde ese año, no ve mucho a su hijo, y lo extraña, recuerda que era él quien desde pequeño se acostaba cerca a ella en la cama mientras veías esas telenovelas mejicanas de sufrimientos extremos, que la acompañaba a las compras del mercado, que incluso aprendió a su lado cosas de cocina, y el manejo de la tecnología auxiliar para las labores domésticas, Mauro calmaba sus tristezas con su sola presencia, ella siempre lo supo, Mauro era diferente, prefería estar en casa a jugar pelota con los amigos, leía, escuchaba música, llevaba un diario, escribía versos, era tierno y sensible, las cosas simples le arrancaban lágrimas, pero era fuerte frente a aquello importante, ¿cómo estaría su niño?¿será feliz?.

La noticia de la Homosexualidad de Mauro, no sorprendió a Mariana, ella lo intuía, solo que se negaba a la posibilidad de que sea real, su dolor no fue por la opción de su hijo, sino por las dificultades que enfrentaría, pese a que su situación era la de un joven profesional y respetuoso de los usos convencionales, estaría condenado a la discriminación, al reproche, la burla, la soledad y la tristeza, al rechazo, incluso familiar, ella sufría por la sola idea de lo que sufriría su hijo.

Mauro celebraba su cumpleaños trabajando, pensando en casa, en tantas velas apagadas rodeado de gente, y en ella, la mujer que extraña, aquella que lo ama incondicionalmente, a quien le escribe en las noches contando todo lo que le pasa, y guardando esas misivas como un tesoro pendiente de mapa para ser encontrado, por quien reza, y a quien agradece el ser como es, un hombre bueno.

Mariana frente al espejo seca esa lágrima que recorrió su mejilla, respira profundo y suspira, sabe que su trabajo no fue vano, sabe a quien llevó en su vientre y a quien crió con esmero, está segura de que sus temores son solo ideas vagas, sabe que Mauro es el hijo que cualquier mujer quisiera tener, y está orgullosa. Mauro retoma el trabajo, sonríe y agradece en su corazón a aquella que sabe se encuentra orando por él.

……Para Todas las Marianas del Mundo…

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