sábado, 27 de marzo de 2010

Un Amor Que EscaPa LenTamenTe


Un Amor Que Escapa Lentamente

Hoy te sentí a mi lado y mi alma se alegraba, me acerqué a ti lentamente, y crucé mi cuerpo al tuyo, la cama pequeña se hacía más chica aún y nos obligaba a acercarnos a estar más juntos, sentía tu calor tan cerca, que se fusionaba al mío, recorrí tu cabeza con mi mano, partí en tu frente y llegue a la nuca, rosando mi palma por ese pelo creciente, tu rostro suave y rasurado, tus ojos cerrados, parecían presionar sus parpados fuertemente mientras te tocaba, sentía tu olor, que era el mío, y te quedaba tan bien, mi alma sonreía, hacía tanto que no te tenía, que ya extrañaba lo bueno que era, resucitaba.

Mis manos descendieron por tu espalda desnuda, tu suavidad me estremece, llego a la curvatura que son tus nalgas, prominentes y endurecidas, siento que las contares ligeramente, resaltando inconscientemente su marcada forma, te acercas y suspiras en mi oído, tu aliento matutino inunda mi rostro y me gusta, presiono tu espalda cojo tus nalgas, apretó en mis manos cada una de ellas, lo hago de forma tosca, y recapacito y acaricio tiernamente, regreso a la tosquedad y gimes, siento tu erección frente a la mía, lenta y segura, siento ahora tus manos recorrer mi espalda y detenerse en mis nalgas, tu rostro gira y se enfrenta al mío, los ojos aun cerrados, tus labios junto a los míos, tu respiración inundando el aire, apropiándose del mío, te beso y me correspondes, a veces con ternura, otras toscamente.

Las manos que agarraban mis espaldas recorren la cintura y se ubican frente a mi pene erecto y a la espera, rozan su palma suavemente, parecen dimensionarme, se cierran sobre su cuerpo erguido, y lo friccionan delicadamente, de arriba abajo, un cristal fluido emerge escaso. Desciendes, tu rostro recorre mi pecho, el abdomen y se detiene entre mis piernas, me hueles y siento tu respiración marcada, luego tus labios acarician mis testículos para detenerse en mi e introducirme lentamente, humedeciendo con generosidad, acariciando con la lengua, me tomas y me sueltas, rítmicamente, mi espalda se arquea, mi respiración se hace gemido.

La batalla se ha sucedido mil veces previamente, pero esta vez es especial, de las menos elaboradas, pero de las más sentidas, te extrañaba, y hoy te sentía tan cerca, tras el juego entre tu boca y mis genitales, recorrer el camino de retorno rumbo a mis labios, me miraste y vi tu ojos, inmensos, de pestañas agresivas, de cejas gruesas, los vi ansiosos, casi suplicantes, giraste y me enfrentaste a tu espalda, tu mano detrás de ti me buscó delicadamente y al encontrarme, dirigió mi pene a esa ruta entre las nalgas, que ansioso recorrí hasta encontrar tu ingreso, delicadamente empuje la entrada, la que se abrió suavemente permitiéndome ingresar tras gemidos contenidos, te quebrabas, y seguías mi ritmo, lo conocías tan bien, me encantaba saber que mis acciones eran de tu dominio, conseguías arrancarme el orgasmo tan pronto el tuyo se manifestaba, era tuyo, tanto como tu mío.

No recuerdo el final de esa batalla, recuerdo lo húmedo de la cama, me veo a mi abriendo los ojos sorprendido, tu no estabas, hacía tiempo que ya no estabas, ese tiempo que recordé había transcurrido sin tocarte hasta antes de haberte hecho el amor en mi sueños , seguía intacto, sonreí, porque aun te extraño, y no es malo, no lo hago con frustración ni enojo, si no con el grato placer que causó este sueño húmedo, que pese a despertarme a las 4 de la mañana, mereció que me incorpore y lo transcriba en estas líneas, sé que cuando las leas, si lo haces, te verás en ellas, así como me veo yo sonriente aun y queriéndote hasta la eternidad.

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