jueves, 17 de junio de 2010

LiberAciOn


Liberación

Miguel llegó a casa corriendo, la lluvia lo había empapado, su pelo largo y rizado le cubría el rostro, sus lágrimas se perdían en la humedad, Carlos lo recibió en un abraso, le dijo, calma mi amor, lo miró a los ojos, los liberó de esa cabellera mojada con suavidad, yo estoy acá y estoy para ti, le susurró al oído, mientras percibía su perfume diluido en lluvia, la calle sonaba agitada, los carros se deslizaban en agua, la gente caminaba apurada, las luces de la noche empezaban a encenderse, todas tenues, Carlos cerró la puerta, encendió la chimenea, la luz eléctrica fallaba, cogió una vela alta y de color oscuro y la encendió, el ambiente se inundó de canela.

Miguel había confesado en casa que era gay, su madre lloraba, su padre lo había negado, sus hermanos no comprendían, eran menores, Carlos era su pareja hacía ya dos años, era el amor que necesitaba, el refugio al que acudió esa noche como lo había hecho ya hace dos años, cuando perdió a su mejor amigo en un accidente, la escena se repetía, era oscuro, y solo una vela iluminaba el ambiente, hacía frío y la chimenea no proveía del calor suficiente, solo que esa vez, solo hubo consuelo en frases, hoy había complicidad, amor, la chimenea los quemaba, la vela era el faro más intenso, los brazos de Carlos, eran como alas, Miguel lloraba, pero estaba libre, su corazón hacía un coro unísono con el de su amante, y esas alas le permitían volar acompañado, el peso se le hizo nada, la angustia se volvió paz, era un silencio necesario, estaba seguro de que la crisis pasaría, de que las lágrimas no son eternas, de que el sol sale cada día, y que tras este día de lluvia, el arcoíris de la mañana le traerá la calma que necesita para empezar su vida siendo él mismo, ahora si libre de ataduras y prejuicios.

(A ti...con aprecio... y en honor a tu liberación…)

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