miércoles, 23 de marzo de 2011

en dudas dulces...



En dudas dulces..

Francisco acompañó a su mejor amigo a casa de un profesor del instituto, en realidad, Francisco lo conocía de años, y tenía el mejor concepto de él, un tipo inteligente, y de lo más atento, además de educado y socialmente vinculado, Erick había ofrecido una botella de destilado para esa noche, y Alejandro, el profesor, había ofrecido su casa. Francisco se decidió acompañarlos.

La casa de Alejandro es de lo más acogedora, pequeña pero rodeada de jardines, en donde tienen su refugio sus dos perros labradores, dorados, juguetones cual niños, amos y señores de la casa.

Una vez en la sala, se instalaron cerca al fuego que ardía lento, era invierno, y el clima de la región combina perfecto con las brasas en casa, la música algo mezclada fue un aporte de por Erick, matizó el ambiente conservador de un cuarentón en contraste con lo juvenil de ambos visitantes que andaban en sus veintitantos..

La conversación fue de lo mas distinta, varió desde la política electoral del momento, pasando por el ejercicio del derecho que hacía Alejandro en un cargo judicial de lo mas estratégico, aterrizando en las perspectivas y esperanzas de dos jóvenes a media carrera, Erick admiraba a su maestro, y en ese momento, la admiración de francisco fue girando a algo ilógico y diferente.

Francisco se sorprendió mirando fijamente los labios de Alejandro, ensimismado, ajeno al dialogo, lo miraba atento, eran delineados, ligeramente gruesos y rojos, cubrían con coquetería dos hileras perladas perfectamente alineadas, sobre ellos el bigote se proyectaba rasurado, eran perfectos se decía, las mejillas cuadradas la nariz ligeramente ancha, pero recta, los ojos grandes, oscuros, con una tonalidad oscura que los hacía notar profundos, las cejas gruesas, el pelo, muy corto, un marco perfecto. Qué me ocurre? se dijo, agitó la cabeza y trató de retomar la conversación.

Francisco nunca había tenido alguna inclinación gay, por eso sus dudas, y se sentía hipnotizado por el profesor, observaba sus manos, de uñas perfectas, el vello de sus brazos, que ajustaban un polo ligeramente ajustado, porque pese a sus cuarentas, se mantenía en una forma envidiable, las piernas largas, y cruzadas, los zapatos deportivos de suela muy delgada, lucía extremadamente atractivo para su gusto, cual gusto? Se preguntaba.

Las miradas de ambos se cruzaron repetidamente, Alejandro notó lo que ocurría, actuó con dominio y se insinuó sutilmente, Erick no se percataba de nada, el whisky hacía su trabajo en él.

Tras una llamada telefónica, Erick se disculpó, y salió apresuradamente, Alejandro se dispuso a despedir a Francisco, pero éste, llevado por no sé qué, se tambaleó frente a su profesor y le rosó los labios con los suyos, Alejandro capturo el beso y lo desplegó generosamente, sintió la torpeza de su acompañante, pero al mismo tiempo, notó su decisión, presionó sus labios inicialmente, mordisqueó sutilmente, sintió el calor de la boca abierta y hurgó en ella, con los labios y luego con su lengua, notó que francisco mantenía los ojos cerrados, notó que su corazón latía a mil, que sus manos sudaban pero que se atrevían a buscar las suyas, que el beso se empezaba a acompañar de una leve agitación, que los cuerpos se acercaron demasiado, que se notaron el uno al otro, que tras las ropas, los latidos eyectaban sangre a cada rincón, que ambos penes se encontraban sutilmente bajo sus cinturas, que el beso se prolongaba, que francisco intentó zafar, pero que fue inútil, y eso solo pasó cuando Alejandro lo dispuso.

Tras estos segundos eternos, se miraron a los ojos, nadie dijo nada, Francisco sonrió, Alejandro lo contempló con ternura, se acercaron fugazmente y sellaron sus labios velozmente, Francisco se rió, coqueto, infante, travieso, y se fue de la casa a paso calmado.

Hoy se hablan por teléfono a cada nada, se cuentan cosas, sus cosas, se mensajean, chatean, etc. Se encontrarán el fin de semana, se atreverán a más, Alejandro tiene la experiencia, Francisco el deseo del experimento, ambos saben que no es correcto, a ambos les interesa poco, es pecar, que mas da un pecado mas a cambio de esas mil sonrisas que acompañaron esa noche los sueños de Alejandro y que le hicieron grata la travesía calma de Francisco rumbo a su casa.

2 comentarios:

  1. me han encantado... lastima q soy un gay de closet

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  2. no eres el unico.. en esa condición..
    saludos
    CarlosD

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