Frente al Espejo
Hola -dijo Luis al ver a Marco entrar a su casa- te he extrañado mucho, no he sabido de ti, salvo por tus mails, pero quería verte.
Hola -dijo Luis al ver a Marco entrar a su casa- te he extrañado mucho, no he sabido de ti, salvo por tus mails, pero quería verte.
Te extrañaba igual -dijo Marco muy serio- pero he estado en mil cosas, no he podido ni llamarte…
Luis no dejó a Marco concluir la frase, lo guio sensualmente hasta la habitación, un ambiente íntimo, reservado a una cama muy baja, una lámpara alta, que iluminaba sólo el techo en uno de los rincones, una mesa con un equipo de sonido, y un cenicero; en la pared, frente a la cama, un espejo, en realidad una lámina de cristal que reflejaba y que cubría casi toda la pared, el alma de Luis estaba en ese espejo.
Quiero que estés atento a mí -dijo Luis casi susurrando- esta noche quiero que me mires... Recuéstate…
Marco se recostó sobre la cama, mientras Luis le quitaba los zapatos, brevemente masajeaba sus pies… y le arrancaba las medias… no quitó ni una prenda más...
La música era sutil, Savage Garden a medio volumen, y Luis frente al espejo empezó a moverse, sus dedos recorrían su cabello, corto y dócil, de vez en cuando sus dedos ingresaban a sus labios en una mueca sensual, mientras miraba fijamente al espejo, Marco no lo miraba a él, estaba concentrado en su imagen frente al cristal, lucía tan bien, sus ojos almendrados, grandes, cejas gruesas casi fusionadas, labios gruesos, dientes alineados, de un blanco aporcelanado; el ritmo de la música lo llevó a su camisa, la que desabotonó lentamente dejando ver sus abdomen, exageradamente delineado, la camisa se deslizó por sus hombros, mostrando su tórax ancho, hombros redondos y brazos fuertes, se movía a un ritmo suave, que contrastaba con la música más lenta, pero lucia realmente sensual, Marco estaba erecto, quiso desvestirse, pero Luis lo detuvo.
Desabrochó la correa y la retiró rápidamente, luego desabotonó sus jeans, dejando ver su colorido y ajustado calzoncillo, los pantalones cayeron, dejando ver sus piernas marcadas por el gimnasio, al girar sus nalgas saltonas y endurecidas se meneaban al ritmo que el decidía, ignorando la música, concentrado en él, en su imagen en el espejo, en lo que Marco pensaba.
Sus pies eran perfectos, no diré más, esa palabra lo encierra todo. La música dejó de sonar.
¿Te gustó? – susurró Luis al oído de Marco. Marco cerró los ojos y le arrancó un tierno beso, ambos hicieron el amor intensamente.
Marco no volvió a ver a Luis, prefirió grabar en su mente esa imagen en el espejo, intensa, matizada con sonidos y movimientos sensuales, así quiere recordarlo, no necesita volverlo a ver. Luis sigue bailando, pero como siempre, lo hace para él, en ese espacio íntimo, limitado a una cama, una lámpara, la música... y a él mismo haciéndose el amor frente al espejo.
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