domingo, 13 de septiembre de 2009

SonRiE Para La CámarA


Fotos y Más
XIII

Gabriel decidió estudiar periodismo, ingresó a una universidad privada, en Lima, pero tras un par de ciclos con muchas ausencias, decidió reflexionar, bueno eso fue lo que le dijo a sus padres, para disimular el abandono a la carrera universitaria; Hizo un curso de fotografía en un instituto, afortunadamente era talentoso, y tenía una visión peculiar para el enfoque, los escenarios y esas cosas. El creía que por ahí estaba lo suyo.
Una tarde un amigo suyo, un bailarían, con porte de modelo y demasiados amaneramientos, le pidió que lo ayudase a crear su álbum ya que estaba dispuesto a cambiar la danza en mayas, propia de las discos de ambiente , por las pasarelas y las fotos glamorosas para revistas de moda. Necesitaba de algunas imágenes para poder presentarse, y carecía de los recursos para contratar a algún fotógrafo de renombre, Gabriel aceptó gustoso, esa tarde convirtieron el departamento de su tío en un estudio fotográfico, con al algunas lámparas de la casa y jugando con las cortinas acondicionaron la iluminación, algunas sábanas de un solo tono, se convirtieron en los fondos perfectos, las bancas del bar, y el sofá fueron los soportes del modelo, y el baño el escenario de fondo.
Éste amigo no tenía el rostro muy bonito, es más, existía una ligera asimetría entre ambas mitades, quizás el ojo y la ceja derechas, se habían implantado milimétricamente mas abajo que el lado izquierdo, además tendía a plegar el labio superior hacia el lado izquierdo, sobre todo cuando tenía nervios, o se sentía estresado, cosa común frente a una cámara. En contraparte , era alto, superaba ligeramente el metro ochenta, tenía el pelo rizado, pero no muy voluminoso, era de piel canela, ojos color miel, barba hirsuta y figura atlética, sin ser exagerado, lucia muy varonil, excepto cuando se desplazaba o hablaba o simplemente se movía; era muy masculino, pero solo para las fotos, ya habría tiempo de pulir los otros detalles, pensaba Gabriel, lo primero era venderse, buscarse un representante e iniciar la carrera. Gabriel lo maquilló como un experto, borró las imperfecciones del rostro, eliminó el brillo, remarcó los pómulos, y delineó sutilmente los labios, vestido de un terno oscuro y a rayas hizo las primeras tomas en la sala, con un puro, con una copa de champagne, y sentado con las piernas cruzadas luciendo unos zapatos de charol y punta cuadrada, en primer plano, en contaste con el rostro, con el cabello engominado y muy peinado. Las hizo en color y en blanco y negro. Hizo otras tomas , creando la ilusión de ser aéreas, en ropa de deporte y haciendo ejercicios, fabricó una sudoración fina en el rostro del modelo y alborotó el pelo, finalmente , unas tomas en la ducha, desnudo y mostrando sutilmente los hombros, la espalda y una nalga pericialmente, otras enfocadas desde arriba, y que permitían ver hasta los dedos de los pies, muy bien trabajados por una manicurista experta, se preocupó en los perfiles, que permitían una mejor toma del rostro, podía verse casi perfecto, si se enfocaba desde un lado o el otro, dejó las tomas frontales o posteriores, para el cuerpo. Hizo más de 100 fotos, se seleccionaron 15, tardaron dos días. El modelo estaba feliz y Gabriel orgulloso.
Al cabo de un mes Gabriel recibió una llamada telefónica de una agencia de modelos, habían recibido el álbum de su amigo, y más que al modelo, les interesaba contactar con el fotógrafo, ya que las tomas lucían perfectas a opinión del gerente de la agencia, un gay de 50 años, de mucho mundo y contactos elitistas, Gabriel aceptó encontrarse con él y conversar sobre una propuesta que quería hacerle, pero pidió como condición, que involucrarán a su amigo el modelo en el catálogo que pretendían hacer.
Gabriel conoció en a Rolando, el gerente (y dueño) de la agencia, en un café de la zona más exclusiva de Lima, el tipo lucía la melena plateada, de corte moderno, algo alborotado, era delgado, mucho realmente, era alto, de manos muy delicadas suaves, de fragancia sutil a hierbas, vestido en jeans de diseñador, camisa color rosa y bléiser color beige con costuras remarcadas y forro en raso celeste intenso, no usaba medias y calzaba unos mocasines italianos marrones de suela de goma, su rostro era muy fino, su mirada intensa, saludó con un fuerte apretón de manos a Gabriel y le ofreció un trago y trabajo; había que hacer un catálogo para una línea de ropa colombiana y tendrían que viajar en dos días a dicho país para iniciar el trabajo, la propuesta fue muy favorable para Gabriel, era comenzar por lo alto. La misma tarde, Rolando no dudó en preguntarle a Gabriel si era gay, Gabriel lo afirmó con seguridad, y al despedirse, Rolando lo abrasó y le auguró un futuro de éxito si sabía hacer bien las cosas y si cuidaba a sus nuevas amistades como ellos esperaban ser cuidados. En dos días, Bogotá se ponía frente al flash de nuestro fotógrafo, y el hotel que recibía a los visitantes, tenía una única suite destinada a Rolando y a Gabriel.
Gabriel no desaprovecho esos contactos (que por cierto fueron de todo tipo), trabajó tres años para Rolando y fue su amante por ese mismo tiempo. Hoy su cámara le ha permitido recorrer el mundo, y a no depender, si no, a ser buscado para proveer de fotos (siempre de personajes), a las revistas más exclusivas del mundo de la moda en América Latina, Gabriel Radica en México, aunque se la pasa sobre un avión de aquí para allá, y es feliz, aunque aún se encuentra solo, no ha hallado el amor, o quizás lo dejó ir, o nunca se preocupó por él, a sus 28 años se considera afortunado y feliz la mayor parte del tiempo , posee una pequeña fortuna, que le permitiría mantener su ritmo de vida sin tener que trabajar, por varios años, pero no dejaría jamás su trabajo ya que disfruta mucho de sus fotos y de sus personajes, así los tenga frente a la cámara o muchas veces también bajo sus sábanas.


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