Muchas coincidencias
Ayer conocí a Mauricio, el tiene 25 años, acudió a la consulta gracias a que un amigo suyo (del chat según me cuenta) le dijo que sin mayor incomodidad, alguien podría escucharlo y hasta orientarlo en sus dudas, así que le dio el mail y por este intermedio se coordinó la cita, acudió puntual a la oficina y preferimos salir a caminar mientras hablábamos, creo que quería ser escuchado, más que escuchar a alguien, yo me pregunto si esa forma de vivir, es decir cobrar por oír a alguien, es válida para mi conciencia laboral, pero bueno… yo aun lo disfruto y me da para vivir..
Fue un adolescente señalado, su actitud aislada y su único amigo, más delicado que él, hicieron que su etapa escolar fuese un poco señalada, la universidad le resultó más plural, o creo que se sintió poco atendido, la gente suele ser indiferente cuando no coincide contigo, y parece que él no coincidía con muchos, es administrador y trabaja en un banco ahora. Tiene mil preguntas, la primera y básica, era saber si era o no gay, no supe que responderle, me contó que tuvo su primera relación sexual en el colegio, con un compañero de clase, que lo forzó pero que él tampoco había ejercido demasiada resistencia, él no le atraía mucho físicamente pero que si había química con ese género, luego me contó que frecuentaba discotecas de ambiente y que tenía amigos gay, que no le atraían las mujeres y que esperaba tener alguna pareja que lo quiera, tras esos argumentos, no sabía aún cómo responder a esa primera pregunta, Usted cree que soy gay? Solo atiné a decirle, eso es lo de menos, quizás la respuesta ya la tengas tu mismo, el asunto es saber si eres feliz (esa es una compleja contrapregunta), y se la planteé, porque él ya no es niño, es un profesional, que depende de sí mismo, que tiene vínculos familiares sólidos, pero que no sonreía mucho, que necesitaba a alguien para entenderse, así que me pareció valido, atreverme a soltarle esa interrogante. Ser feliz? Bueno en realidad ser feliz es sumar las veces que has reído de verdad, y compararlas con la suma de aquellas veces que no reías, es más, que llorabas o te lamentabas, la idea es que la suma de las risas gane; eso es ser feliz, él no supo que decir, me contó que había disfrutado algunas veces, que sentía que estaba seguro tenía que definir en él algunas cosas, porque quería ser feliz. Creo que Mauricio, pese a ser administrador aun no sabe sumar, solo era poner las risas versus las lagrimas. El asunto de fondo, era que, el darse cuenta que era gay, el haberse convencido, tras negaciones y experimentos tontos, muchos de ellos, utilizando a ellas, no lo dejaba reír, y sin risas, no hay felicidad. La cura al problema era simple, pero difícil de asimilar. Asumir no significa gritar, no significa rosa en el atuendo, no necesariamente es lugares distintos que visitar, otra discoteca donde bailar, ni otros amigos, menos otra familia, asumirse es no negarse a sí mismo, reconocer que queremos al igual que el resto, pero a alguien del mismo género, creo que lo crítico, es no tener esa capacidad, eso sí sería patológico, el no poder querer, mientras estemos facultados para hacerlo, hagámoslo, eso le hace bien al mundo. Pero a quien se lo cuento? Y…tienes que contárselo a alguien? Es que necesito hablarlo.. ..Acaso no lo estás haciendo?, La vida nos provee de cómplices, a veces les decimos amigos, un amigo no necesita que uno le diga que es gay, seguramente él ya lo sabe, y si pese a eso está ahí.. bien por uno por tenerlo, Mauricio me contó que tenía dos amigas que oían sus penas, que hablaban de amor, y nunca usaban el género en esas conversaciones, y ellas saben que eres gay?, no lo sé me dijo…. Pero creo que sí, entonces para que contárselo…
Caminamos varias cuadras, hablamos mil cosas, pero darle vuelta al argumento es un trabajo simple, arrancar sonrisas también, Mauricio se fue tranquilo, habló y eso es lo que quería, quizás mañana cuando se cuestione nuevamente, me critique, diciendo que por las puras gastó en la consulta, que él sigue con el mismo problema, que no hemos solucionado nada. O quizás, despierte sonriendo, porque tiene mil cosas que pensar y que hacer y porque ninguna de ellas está vinculada a su opción sexual, porque sus padres lo quieren, porque odia el rosa o los amaneramientos (y para él eso está bien), porque tiene amigos, porque la suma de sus risas es mayor a la de sus momentos tristes, y porque a partir de ese momento ese cálculo matemático se realizará cada noche, para evaluar el cómo va su vida.
Fue un adolescente señalado, su actitud aislada y su único amigo, más delicado que él, hicieron que su etapa escolar fuese un poco señalada, la universidad le resultó más plural, o creo que se sintió poco atendido, la gente suele ser indiferente cuando no coincide contigo, y parece que él no coincidía con muchos, es administrador y trabaja en un banco ahora. Tiene mil preguntas, la primera y básica, era saber si era o no gay, no supe que responderle, me contó que tuvo su primera relación sexual en el colegio, con un compañero de clase, que lo forzó pero que él tampoco había ejercido demasiada resistencia, él no le atraía mucho físicamente pero que si había química con ese género, luego me contó que frecuentaba discotecas de ambiente y que tenía amigos gay, que no le atraían las mujeres y que esperaba tener alguna pareja que lo quiera, tras esos argumentos, no sabía aún cómo responder a esa primera pregunta, Usted cree que soy gay? Solo atiné a decirle, eso es lo de menos, quizás la respuesta ya la tengas tu mismo, el asunto es saber si eres feliz (esa es una compleja contrapregunta), y se la planteé, porque él ya no es niño, es un profesional, que depende de sí mismo, que tiene vínculos familiares sólidos, pero que no sonreía mucho, que necesitaba a alguien para entenderse, así que me pareció valido, atreverme a soltarle esa interrogante. Ser feliz? Bueno en realidad ser feliz es sumar las veces que has reído de verdad, y compararlas con la suma de aquellas veces que no reías, es más, que llorabas o te lamentabas, la idea es que la suma de las risas gane; eso es ser feliz, él no supo que decir, me contó que había disfrutado algunas veces, que sentía que estaba seguro tenía que definir en él algunas cosas, porque quería ser feliz. Creo que Mauricio, pese a ser administrador aun no sabe sumar, solo era poner las risas versus las lagrimas. El asunto de fondo, era que, el darse cuenta que era gay, el haberse convencido, tras negaciones y experimentos tontos, muchos de ellos, utilizando a ellas, no lo dejaba reír, y sin risas, no hay felicidad. La cura al problema era simple, pero difícil de asimilar. Asumir no significa gritar, no significa rosa en el atuendo, no necesariamente es lugares distintos que visitar, otra discoteca donde bailar, ni otros amigos, menos otra familia, asumirse es no negarse a sí mismo, reconocer que queremos al igual que el resto, pero a alguien del mismo género, creo que lo crítico, es no tener esa capacidad, eso sí sería patológico, el no poder querer, mientras estemos facultados para hacerlo, hagámoslo, eso le hace bien al mundo. Pero a quien se lo cuento? Y…tienes que contárselo a alguien? Es que necesito hablarlo.. ..Acaso no lo estás haciendo?, La vida nos provee de cómplices, a veces les decimos amigos, un amigo no necesita que uno le diga que es gay, seguramente él ya lo sabe, y si pese a eso está ahí.. bien por uno por tenerlo, Mauricio me contó que tenía dos amigas que oían sus penas, que hablaban de amor, y nunca usaban el género en esas conversaciones, y ellas saben que eres gay?, no lo sé me dijo…. Pero creo que sí, entonces para que contárselo…
Caminamos varias cuadras, hablamos mil cosas, pero darle vuelta al argumento es un trabajo simple, arrancar sonrisas también, Mauricio se fue tranquilo, habló y eso es lo que quería, quizás mañana cuando se cuestione nuevamente, me critique, diciendo que por las puras gastó en la consulta, que él sigue con el mismo problema, que no hemos solucionado nada. O quizás, despierte sonriendo, porque tiene mil cosas que pensar y que hacer y porque ninguna de ellas está vinculada a su opción sexual, porque sus padres lo quieren, porque odia el rosa o los amaneramientos (y para él eso está bien), porque tiene amigos, porque la suma de sus risas es mayor a la de sus momentos tristes, y porque a partir de ese momento ese cálculo matemático se realizará cada noche, para evaluar el cómo va su vida.
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