viernes, 21 de agosto de 2009

frustración

Frustradas…

Paseaba por el centro de la ciudad y pese al frio, me provocó un helado de chocolate, afortunadamente la heladería más reconocida del ámbito estaba a solo dos cuadras, así que decidí distraer mis actividades, cambiar el rumbo y comprar un helado de chocolate doble y con barquillos de galleta con miel, una vez en la heladería le transmití a la joven que atendía, ese deseo gélido de aquella tarde, y me di con la sorpresa de que no había helado de chocolate, sentí un conjunto de sensaciones que rozaban en el desencanto, en la ira, en el reproche a mi decisión invernal de tomar un helado, de haber caminado y sacrificando mis prioridades en busca de algo que parecía intrascendente, pero que era deseado, me sentí frustrado.
Muchas veces esa sensación va de la mano con la desilusión. No recuerdo por cuánto tiempo tras esa experiencia, no volví siquiera a pensar en la idea de pedir un helado de chocolate, creo que me alejé de los helados, me aleje del helado de chocolate. Suena tonto pero suele pasar.
Mucha veces uno espera de las personas algunas acciones que van de la mano con el afecto que se suele manifestar cotidianamente, uno espera que el asiento sea cedido, que cuando se saque la barra de caramelo del bolsillo , ésta se nos sea ofrecida , o que la pregunta inicial sea un ¡hola que tal!, en vez de algún reproche o comentario asociado a la obtención de algún beneficio del encuentro, es mejor leer un hola ¿cómo estas? (como primera línea),en vea de de un¿ cuál es tu edad y opción?. Ya no nos desilusionen, que uno deja de practicar el ejercicio social, uno deja de pedir el helado de chocolate.
Habíamos planeado el encuentro por semanas, ya la charlas habían trascendido al formalísimo contacto inicial para usar el tono amical y desenfado de las insinuaciones, el problema radicaba en la distancia, algunas horas nos separaban, y cuando por fin, tras la espera, se coordinó el encuentro (que por lo demás era en tomo de lo mas amical), éste tuvo que volver a postergarse por circunstancias ajenas, eso frustra? O desilusiona?, quizás las dos cosas, ambos renegábamos ayer por el teléfono, las líneas del chat nos fueron más tolerantes por la noche, y hoy se ha revivido la ilusión, creo que el interés por vernos persiste.
Quizás, hubiera sido más fácil, evitar el contacto. Para no lamentarme de la peculiar idea de entablar una amistad, así con trazas de complicidad, con alguien , que de plano ya sabía, se encontraba lejos y ocupado, y que las circunstancias, vinculadas a las actividades de cada cual, harían improbable que nos acerquemos, salvo por el teléfono o el chat. Enfriar esa comunicación, resultaría igual de lógico; algo así como obviar pedir helado de chocolate porque pueda que no haya, e ir tras la vainilla segura.
La idea final, es que estas circunstancias que nos frustran o desilusionan no son más que una muestra de que por lo menos hacemos algo para que las cosas nos sucedan, y las respuestas de la vida no siempre son positivas, la felicidad es la suma de los eventos felices, pero sin momentos de frustración o desilusión, los otros momentos no tendrían sentido, es preciso que estas circunstancias nos generen la fuerza para retomar el trabajo en pos de aquello que uno quiere. Así que en consideración a las líneas previas, iré en busca de mi helado de chocolate, y le diré a Augusto que estoy seguro, de que ahí nos veremos antes de lo que él y yo nos imaginamos.

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